Alysa.
Nunca pensé que mi vida iba a cambiar drásticamente en pocos meses. He ido dando tumbos durante tantos años que ahora que es cuando por fin estoy en un mar totalmente calmado me da miedo volver inesperadamente a esas olas gigantescas que apenas te dejan respirar.
Vivir es arriesgarse. Arriesgarse a enfrentarse a un tsunami incontrolable que llega cuando menos te lo esperas. Vivir también es tener suerte y encontrarte un mar idílico en el que poder navegar sin miedo ni complicaciones. Aunque vivir también es una balanza de ambas cosas. Supongo que eso nunca se sabe, a veces tienes mala suerte y otras parece que te haya tocado la lotería.
Me desperté en medio de la noche y no pude seguir durmiendo así que con sigilo me levanté lentamente de la cama dejando atrás a Owen que dormía plácidamente. Esa noche no sé aún muy bien el porqué pero sentía que me ahogaba, así que salí a tomar un poco de aire fresco, abrí la puerta y fui andando poco a poco por la arena hasta llegar a la orilla. Me quedé ahí de pie mientras trataba de respirar profundamente mirando el cielo oscuro de la noche adornado por unas pequeñas motas brillantes llamadas estrellas, la luna esta vez se encontraba a lo lejos pero era totalmente visible. Me acaricié a mí misma y me quedé ahí. Observando. Dejando el tiempo pasar. Teniendo miedo. Miedo de que la vida vuelva a tornarse a una oscuridad plena. Miedo a no saber afrontar los sucesos. Miedo a recaer. Miedo a dejar de sentir. Miedo a sentir cosas horribles. Miedo a...todo.
Sentir aunque sea dolor significa que estás viva. Y yo sentía tantas cosas que no sabía distinguirlas.
Me mecí en el frescor de la noche y en la paz que daba. En lo reconfortante que era. En la soledad que necesitaba. En estar conmigo misma. Y es que no hay peor cosa que vivir en un constante duelo con tu cabeza, que cuando estás bien solo piensas en todo lo malo que vendrá después y ni siquiera te centras en lo realmente importante, en disfrutar. Cuando por fin crees que has conseguido pasar página resulta que la siguiente es igual que la anterior y vives en un constante bucle del que es muy difícil salir. Cuesta. Cuesta tanto que tirar la toalla es una opción fácil, pero sé que al menos no es mi primera opción. Tengo demasiado claro que lograré dejar todo atrás, mis inseguridades, mi inestabilidad, mis miedos...y me centraré en aquello que me hace feliz, como levantarme por las mañanas abrazada a alguien especial, ver las estrellas y la luna de noche, el olor del café recién hecho, soñar a lo grande y los pequeños momentos que quedan grabados instantáneamente en ti como si de una cámara se tratase, porque sí, mi vida es como las fotos, momentáneas.
Mi pánico a las fotos se resumía en una sola y única cosa. Mi madre. La fotografía era lo suyo, y ver que Owen había tomado el camino que a ella le habría gustado para mí ciertamente me hacía recordar aquellos momentos en los que solo importaban las fotos que le gustaba tomarnos reunidos en familia, en los que se dedicaba en cuerpo y alma en enseñarnos cómo era todo este mundo. Arte. Pasión. Y dedicación. Ella era la mejor porque lo hacía con toda la dedicación del mundo. Amaba su trabajo y a todos nos gustaba su manera de trabajar, esa facilidad que tenía de poder capturar esos momentos que quieres revivir y recordar cada segundo de tu vida. Owen también tiene esa capacidad. Me recuerda mucho a ella, tan pasional y vivaz, ambos con ganas de comerse el mundo si se les apetece.
Es chocante, ver cómo una persona que amas con todo tu corazón y se entrega completamente a ti comparte la misma pasión con alguien que un día te dio la vida. Son personas que han quedado incrustadas en mí hasta lo más profundo de mi corazón. En el alma. Porque cuando una persona es tan pura como ellos por mucho que lo intentes cuando te des cuenta ya es demasiado tarde yha profundizado tanto en ti que es imposible volver atrás. Y cuando miro a través de Owen consigo ver a mi madre. En su puro resplandor. Guiándome desde la distancia.
No sé qué ocurrirá con mi vida cuando dentro de tres días vuelva a Albury, pero estoy segura de que quiero vivir y luchar por aquellas personas que no están aquí conmigo, a mi lado, y que me cuidan donde quiera que estén, porque cada vez que miro al cielo y veo una estrella tengo la seguridad y la certeza de que están alumbrando mi camino para que no me tropiece con ningún otro bache.
***
Ya era casi de noche y decidimos bajar un rato a la playa para estar todos juntos reunidos, nos lo estábamos pasando muy bien sentados en la fresca arena mientras el sol se escondía por detrás del mar, West no dejaba de quejarse y Marlene se encontraba con Dan comprando algo para beber. No sé cómo se las apañaban que siempre se iban a cualquier otro lado dejándonos a solas con West.
—No entiendo porque las chicas se acaban alejando de mí.
—Porque eres demasiado intenso—respondió Owen.
—Pero eso no es razón suficiente.
—Quizás es porque todavía no has encontrado a la persona indicada—dije yo.
—Para ti es muy fácil decirlo, Owen lleva babeando por ti años.
—Lo mío con Owen ha sido...complicado.
Y era cierto, desde un principio esto había sido una constante montaña rusa de emociones, en la que la mayoría de las veces te encontrabas en el punto más alto en el que desearías vivir de por vida y de repente cuando ni siquiera te lo ves venir todo cae al vacío, tienes miedo y solo deseas que la atracción acabe y que llegue a su fin de una vez por todas. Lo nuestro nunca ha sido nada de lo que se puede llamar "normativo" hemos tratado de que ambos nos sintamos a gusto en cada momento, y sobre todo hemos intentado apoyarnos en esos momentos en donde la atracción cae en picado. Nuestro principio fue algo bastante peculiar, todo comenzó con un simple examen de historia, aunque si nos remontamos tiempo atrás el comienzo fue distinto. Todo comenzó con el chico nuevo de piel pálida con pecas sobre su nariz y pómulos y de ojos azul grisáceos que venía desde Alemania con su familia por el trabajo de su padre, ese chico resultó ser la persona que acabó con una pesadilla de golpe sin nisiquiera saber que años más tarde seguiría siendo la misma persona la que hace que los monstruos que me atormentaban día y noche desaparezcan.