Alysa.
7 de septiembre.
00.01 a.m.
La vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, un segundo puede marcar la diferencia.
—¿Qué es lo que ocurre, está todo bien?
—Sí, bueno—reculó—en realidad no todo está bien, verás—hizo una pausa—Owen no está bien, él tiene...
En aquel momento antes de que terminara la frase escuché cómo un chillido desgarrador había llegado hasta mis oídos. Había sido Marlene. Esto hizo que despegara el móvil de mi oreja al momento y dirigiera mi mirada hasta donde ellos estaban, junto a la luz de la hoguera. Su grito había sido completamente doloroso y aterrador, había hecho que mis pulsaciones se elevaran hasta el punto en el que mi vista se había tornado nublada haciendo que no viera nada a mi alrededor, apenas conseguía ver con nitidez qué era lo que estaba ocurriendo. Terror es lo que vino a mi cuerpo al instante en el que su grito había traspasado mi piel y se había quedado incrustado bajo ella, temor a lo que podría pasar. Miles de opciones rondando por mi mente, miles de situaciones horribles que habían hecho que mis pulsaciones se detuvieran en un instante, apenas latía lo suficiente como para vivir. Todo mi mundo pareció detenerse ante mis pies.
Fue justo en ese momento en donde mi corazón dejó de latir.
—¡Alysa!—llamó Marlene con desespero.
Cuando me di cuenta Owen se había desplomado en el suelo.
Apenas me dio tiempo a reaccionar. Corrí en su dirección como si mi vida se fuera en ello, tiré el móvil de un movimiento hacia atrás cuando le vi ahí tendido sobre la arena, completamente quieto, así que como si estuviera en cámara lenta me dirigí hasta su posición, solo me importaba una persona en este mismo instante y era él. Fue la carrera más larga de toda mi vida, pensé que nunca llegaría hasta donde se encontraba y corrí como pude con mi corazón literalmente agarrado en un puño. Paso tras paso me iba quedando sin aire, correr por la arena se hacía incluso pesado ya que tu cabeza durante el recorrido eterno consigue imaginarse lo peor que podría pasar en estos casos. Cuando llegué hasta su altura clavé mis rodillas en la arena a su lado sin pensarlo más veces, desesperadamente agarré su cuerpo que estaba tendido completamente sobre la arena y lo mecí para intentar que volviera en sí, necesitaba que lo hiciera. Me aferré a él y traté de reanimarlo, pero no reaccionaba. Su cuerpo seguía tendido en la arena y verifiqué su respiración para ver si al menos quedaba esperanza y solo se quedaba en un desagradable y espantoso susto, su pulso era demasiado débil al igual que el aire que entraba a sus pulmones y él, seguía sin reaccionar. Me levanté como pude y traté de levantar sus piernas desesperadamente por encima del nivel de su corazón pero con mi fuerza apenas pude, estaba agotada y devastada, apenas podía con mi propio cuerpo para mantenerme de pie, West lo hizo por mí tratando de ayudar pero siguió sin funcionar, me estaba quedando sin opciones y nada daba sus resultados, si su corazón y su respiración seguían así de débiles no aguantaría por mucho más tiempo, cada segundo valía oro.
Cada segundo que pasaba se convertía en puñaladas directas al núcleo de mi corazón, donde el sufrimiento se convertía en el dolor más angustioso de mi vida.
Mi respiración se dificultó por completo cuando me paré a mirarle fijamente y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas haciendo que ver me fuera imposible. Chillé una vez tras otra buscando más ayuda, yo ya no sabía qué más podía hacer porque cada vez su corazón iba más lento.
Owen se estaba apagando lentamente, y yo no podía hacer nada.
Marlene estaba detrás de mí completamente en shock y sin creer nada de lo que estaba pasando, West ahora estaba buscando algo con lo que poder taparle porque su cuerpo cada vez estaba más que frío, estaba helado, y Dan en cambio estaba llamando a un helicóptero para que pudiéramos ir directamente al hospital.
—¡Owen! ¡Despierta por favor!—mi voz se quebró.
Una parte de mí ya se había roto de nuevo. Una nueva grieta se había originado en mi ser.
¿Por qué? Me pregunté una vez tras otra ¿por qué nos estaba pasando esto?¿ por qué nosotros? ¿por qué ahora? ¿por qué tú...?
—Estaba bien...y de repente—tartamudeó Marlene—se ha desmayado, yo...yo no sé qué...hacer.
West llegó lo más rápido posible y clavó las rodillas a mi lado con una toalla limpia en sus manos y la puso alrededor del cuerpo de Owen para tratar que su calor corporal no descendiera. Luego, movió su cuerpo varias veces para ver si así conseguía recuperarse, le dio varias bofetadas en su rostro pero seguía sin funcionar.
No estaba funcionando.
Le estábamos perdiendo.
Y yo estaba al borde del colapso.
—¡Venga tío, reacciona!—dijo West desesperado—¡esto no puede acabar así!
Tapé mis ojos con ambas manos cubriendo mi rostro al completo mientras todo mi cuerpo temblaba sin cesar, no era capaz de ver todo esto sin derrumbarme, simplemente no podía ver que esto estaba siendo real, completamente real, quería pellizcarme y que todo fuera una simple pesadilla, poder envolverme entre sus brazos mientras me susurra al oído que todo va a ir bien y que no me preocupe por nada porque estoy a su lado, pero ahora sus brazos estaban completamente helados y esto se había convertido en la peor pesadilla que pude haber vivido. Cuando ya las lágrimas corrían por mis mejillas subí mis manos hasta mi pelo intentando mantener la calma pero generando totalmente lo contrario, el nerviosismo y la desesperación ya habían llegado hasta mí. Mi respiración se volvió tan irregular hasta el punto de la hiperventilación. Una sensación de quemazón envolvió mi pecho y de nuevo apareció aquella presión que tanto dolía, que te dejaba sin casi apenas aire del que respirar y te apretaba tanto hasta cortártela al instante. Dolor y más dolor. Un dolor punzante incrustado en mi pecho que no cesaba.