Todos salieron de sala, más hacia tanto silencio, que nadie tampoco se atrevía a hablar.
La reina lo sabe todo. y nadie quería perder la cabeza.
En diez años no ha habido un solo asesinato en nombre de la reina, pues si lo hicieran, ya no quedaría nadie en corazones a quien gobernar; pero todos recordaban con demasiada claridad el Juicio de Sir Peter Peter, El odio en la mirada de la joven reina, y luego la sangre, cuando Cuervo, el verdugo de la reina corto la cabeza de aquel hombre.
También recordaban a las tres niñas que lo habían traído, portando esas horribles máscaras, la lechuza, el mapache y el zorro, y cómo estás, con un cuchillo que parecía del más cruel hielo, habían robado el corazón de la reina.
La otra niña, la que decía llamarse Alicia, era igual a ellas.
Aunque quizás más viva; las otras tenían un aspecto un poco andrajoso, pálido y ceniciento. Con el cabello blanco, y las cuencas de los ojos de un vacío negro. Parecían cadáveres alzados de la muerte.
Alicia en cambio tenía color en su piel, el cabello rubio y dos hermosos ojos azules.
Pero tenían algo en común además de su inagotable sonrisa. Ninguna pertenecía a este mundo.