–Su majestad– dijeron Tillie y Elsie al unisono mientras hacian una reverencia hacia Cath. La reina que ellas habian forjado.
–Ahorrencelo– replicó Catherine volviendo a su tono de sarcasmo de siempre.
Las tres hermanas se miraron entre sí. –Supongo que recibiste nuestro mensaje– dijo Elsie sonriendo a Cheshire.
–Supongo que estás interesada– añadió Tillie caminando hacia la pared de piedra. La pared de los dibujos.
–Supongo que querrás verlo– Concluyó Lacie uniéndose a Tillie en la pared. Tiraron de una cortina de hiedra y musgo, revelando un dibujo más.
Un mar de rosas cubría toda la parte inferior de la pared, y sobre esta, en el retrato más exacto que Cath se haya imaginado en su vida, estaba Jest.
En un fragmento de segundo, Catherine corrió hacía la pared y se dejó caer. Sus manos, rostro y vestido se llenaron de tinta cuando sus lágrimas empezaron a descender. Los recuerdos la golpearon. Uno a uno. Desde esa noche que lo conoció hasta el día del juicio.
Rozó sus labios sobre el dibujo de tinta. Sobre los suyos. Y las lágrimas los eclipsaron.
Pum... pum, pum...
Catherine se llevó una mano al pecho. Algo latia dentro de ella.
–Tic tac tic tac...– canto Elsie.
–Tu tiempo se acaba, Lady Catherine– le acompaño Lacie –y contigo el nuestro–.