Varvara
4 de agosto 2019
Las noches pasadas en vela se van acumulando. Cada vez son más los días que me pregunto si la volveré a ver alguna vez. Extiendo el brazo hacia la derecha. Hay un frío vacío en ese lado de la cama. Miroslav ya se ha ido a trabajar. Giro mi cuerpo hacia la mesilla de noche que tengo a mi izquierda y agarro mi teléfono móvil. La débil luz de la pantalla ilumina mi cara, se me olvidó ponerlo a cargar ayer por la noche. Son las 7:20 am. Me levanto vagamente de la cama y me dirijo a la cocina.
La mesa de la cocina está repleta de fotos antiguas, de Irina concretamente. Están esparcidas por toda la mesa. Cientos de rostros me están sonriendo, pero no tengo fuerzas ni para llorar. Agrupo desordenadamente las fotografías en un enorme montón, y las coloco en la estantería más cercana.
Preparo ese café que tanto necesitaba y me apoyo sobre la mesa. A veces, por mi mente pasan preguntas extrañas. Me pregunto cual habrá sido el último pensamiento de Irina antes de desaparecer. Eso me conduce a la conclusión de que ella no se ha escapado por voluntad propia, de ser así, hubiera dejado una nota, o se hubiera despedido. Eso creo.
El hecho de que Irina ya no esté es una de mis mayores preocupaciones en estos momentos, pero no la única. Me angustia el desinterés de Miroslav por la desaparición de su hija. Llevo semanas sin trabajar porque la mayor parte del tiempo estoy con la policía, tratando de descubrir algo. Miroslav por su parte prefiere trabajar, ni siquiera quiere hablar sobre el tema. Cuando saco el tema de Irina, él rápidamente me pide callar. Incluso Danya muestra más interés que su padre.
10: 23 am. Egor y Danya ya están despiertos, Danya probablemente distrayendo a su hermano pequeño. Yo estoy en la comisaría, esperando a que la inspectora Wilhelm me atienda. Por suerte hoy no tengo que esperar más de 10 minutos.
—Buenos días, Varvara— me saluda ella, saliendo de su oficina junto a otro agente.
Yo también la saludo, y espero que me diga cuales son los planes para hoy.
—Hemos conseguido la aprobación de investigar la zona norte de Schwarberg. Nuestros principales puntos de interés son las mansiones Albrecht, Stein y Dirksen, otro lugar que vamos a investigar será la Central eléctrica y el cementerio Schwarberg.
Sé que no podré ayudar mucho, ya que nos soy agente policía, es más, tendré que esperar fuera, en el coche de Wilhelm. Ella me ha dicho que no es necesario que venga, pero yo quiero, necesito estar allí si se descubre algo.
Me subo al coche de la inspectora, junto con otros 2 agentes. Además de ella, otros 3 coches policiales más nos siguen.
Pasamos por el mismo lugar en el que se reportó su desaparición. Todo parece estar normal, pero yo sé que hay algo en ese punto que no anda bien. Algo en esa carretera me provoca pánico, quizás sea el hecho de que, si Irina ha desaparecido allí, alguien más podría también. Prefiero no pensar en lo peor, pero vivimos en un mundo en el que suceden miles de barbaridades cada hora, cada minuto, cada segundo. Es inevitable.
10:45 am. Los agentes se han repartido entre los diferentes puntos de interés. A la inspectora Wilhelm le ha tocado la mansión Stein, una familia totalmente desconocida para mí. Pero cada familia esconde un secreto, cabe la posibilidad de que ellos rapten a personas y las torturen. Un escalofrío me recorre la piel de la espalda y me pone los pelos en punto.
Se trata de una gigante casa victoriana, probablemente del siglo XIX. Sus colores de diferentes tonos blancos logran que esta destaque entre los árboles que la rodean. Miro sus amplias ventanas, las cuales están cubiertas por cortinas completamente opacas. Mi mirada se queda fija en una ventana del piso de arriba. Hay un chico joven fumando. Debido a la distancia no puedo apreciar sus proporciones perfectamente, pero parece tener la misma edad que Danya.
Sinceramente, no parecen ser sospechosos. Desde aquí parece que esté frente a una casa más, solo que en un barrio de gente adinerada. Quizás sea el ambiente tan silencioso lo que hace de esta zona un punto perfecto de investigación para los policías. No hay nadie caminando por las calles, ni siquiera un solo coche por la carretera. Solo estamos nosotros y los habitantes de estas mansiones. Hay poco que ver aquí, ninguna sola tienda cerca. Está tan distante del resto del pueblo, sin duda el lugar perfecto para esconder un cuerpo.
Los minutos pasan y los agentes no vuelven. He estado examinando los alrededores por tanto tiempo que incluso empiezo a pensar que me sé el barrio de memoria. La intranquilidad me invade, que junto con el calor, hacen que salga del coche.
Empiezo con cortos pasos de un lado de la carretera hasta otro. Estos pequeños pasos acaban convirtiéndose en un paseo por todo el vecindario. A lo lejos está la mansión Dirksen, con un coche esperando delante de la casa. La otra mansión es la que más lejos está, exactamente junto al cementerio.
De golpe, comienza a llover de la nada. Se han formado nubes grises sobre el cielo en cuestión de segundos. Entre mis pensamientos se encuentra volver al coche, pero hay algo que logra captar mi atención. Un hombre, el cual se dirige hacia el bosque. Miro hacia la mansión por un instante y luego la dirijo nuevamente hacia el hombre, quien ya estaba cerca del bosque. Salgo corriendo detrás de él.