La casa, en el transcurso de los días se fue sumiendo en silencios eternos y esa maldito opresión en el pecho jamás desaparecía, por el contrario se hacía cada vez más grande y eso que el caos en si no se desataba…. del todo.
Papá después de aquella noche regreso y su recibimiento fue de lo más normal, todo transcurría tal cual eran nuestros días……bueno casi, en lo que respecta a mis padres no se miraban como antes, no se hablaban como lo hacían, no es que fueran de las personas con grandes muestras de afecto, pero se sentía la diferencia.
Mi hermano mayor, llegaba de la Universidad y se encerraba en su habitación, y no salía hasta el siguiente día para irse otra vez, no jugaba con nosotros, ni charlaba con mis padres antes de dormir.
Los días tristes y aburridos para mi hermanito y yo se volvieron regulares, todos, poco a poco se distanciaban de nosotros, y aunque lo hacían sin intención, lo notábamos............y bastante.
Hasta que, una noche en la cena, mi hermano mayor exploto, dijo una sarta de cosas que no lograba entender, o por lo menos la gran mayoría, pero, eso desato el llanto incontrolable de mamá, la ida de papá de la casa esa noche y el encierro de mi hermano mayor todo encolerizado en su habitación.
Todo ocurrió tan rápido, que lo único que se me ocurrió hacer con mi hermanito, fue irnos a mi habitación y encerrarnos a llorar en silencio, porque por extraño que parezca, teníamos días con esas ganas incontrolables de hacerlo.
Esa fue una de las noches más tristes de mi vida, porque aunque no comprendía muy bien todo, esa noche pude sentir que algo en medio de mi pecho dolía, como que sangraba.
Muchos años después me di cuenta que era la primera fisura, el primer fragmento de mi corazón que se rompió, se trizo y ya no hubo pegamento que pudiera unirlo.
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Editado: 01.09.2019