Nada, vacío, soledad, una tristeza desgarradora que hacia pedazos mi alma.
Son las palabras más cercanas que pueden describir como me sentía en esos instantes. Había transcurrido ya un mes desde ese................desagradable día, y aún seguía doliendo como si me arrancaran algún pedazo de órgano, era terrible.
Ya nada era igual, él se fue, nos dejó, nos abandonó, e irremediablemente estábamos solos.
Mi mamá tuvo que buscar trabajo, y al ser una persona que no trabajaba desde su juventud, le fue mucho más difícil encontrar uno, y aunque lo consiguió, el mismo no le dejaba tiempo para nada, era un trabajo que le demandaba demasiado tiempo fuera de casa, por lo lejano que estaba, y ya casi ni la veíamos................. La extrañaba muchísimo.
Mi hermano mayor, abandono sus estudios, y conseguir trabajo. Lo que mi madre ganaba, a duras penas alcanzaba para salir bien el mes, con cuentas que pagar, alimentación y arriendo, ella sola no podía, no hubo otra opción.
Y ya sin nadie a nuestro cargo, tuve que madurar a la fuerza, yo era la encargada de cuidar a mi hermano menor, ir con él a la escuela, regresar a casa ilesos, cocinar para ambos, ya que mi mama y mi hermano salían demasiado temprano como para preparar algo para nosotros.
La verdad es que todo fue una batalla épica de superar, antes de todo esto, yo era como decirlo......................una princesa mimada, no sabía hacer nada, solo jugaba con mi hermano y hacia deberes por mi cuenta, el resto lo hacia mi mamá, papá o mi hermano mayor en sus tiempos libres, pero, nada es eterno y la única que quedaba en casa era yo, mi hermanito era aún muy pequeño.
Ollas y arroz quemado, platos rotos, una que otra quemadura leve en mis dedos, la verdad nada fue fácil, pero con el paso de los días iba mejorando, al menos ya no me quemaba.
Lo que no mejoraba era mi interior, ya no sonreía, no jugaba, no tenía ganas de comer, me la pasaba llorando en cada rincón, escondida de miradas curiosas, y aunque no bajaba mi promedio en la escuela, ya no era tan fácil ni interesante como antes.
Pero no todo era gris, existía un momento de paz fugaz que experimentaba, a través de ese gran ventanal que me mostraba un majestuoso paisaje de unos nevados impresionantes, y si abría la ventana, podía sentir la fresca brisa golpear mi rostro, y sacarme una leve mueca en la boca, era ese pequeño instante en donde olvidaba todo.
Pero a pesar de que existía ese momento efímero de felicidad, no podíamos experimentarlo por mucho tiempo, ya que llegaría una nueva noticia, la partida de alguien muy importante para mí y eso sería otro duro golpe que aguantar.
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Editado: 01.09.2019