Pasaron los días, y así se convirtieron en semanas, y dieron paso a los mese, y por último los años.
Con el paso del tiempo, también pase de etapa y entre al colegio, eso sí fue un duro golpe para mí, no por el hecho de cambiar, en realidad ya estaba familiarizada con los cambios bruscos; el problema era que, al ser introvertida, y dejar tus amigos atrás, para conocer nuevas personas, en realidad me aterraba, no confiaba en la gente, simplemente mi entorno más seguro era lo que quedaba de mi familia y nadie más.
Una semana antes de entrar a clases entre en pánico, un ataque de ansiedad terrible; pase inconsciente casi todo un día, para cuando desperté, todo estaba obscuro y mi mamá a mi lado llorando, no pude hacer más, me derrumbé con ella en ese instante, mis murallas colapsaron, y solo fui yo en los brazos de mamá llorando, descargando todo eso que tenía dentro, y que se rehusaba a salir.
Creo que era la primera vez que lloraba de esa manera enfrente de ella, porque siempre me mantenía fuerte, quería ser ese pilar en el que se sostuviera para que no se derrumbara.
Entrar al colegio, fue una pesadilla, todos acompañados de sus mamas, y yo, sola, la verdad de milagro no me perdí, como era un colegio público, había una cantidad de gente, estaba aterrada, definitivamente las multitudes no son lo mío.
Me tomo tiempo adaptarme a mi nuevo entorno, y aunque todos veníamos de diferentes escuelas, yo era la única que tras semanas no hablaba con nadie, estaba sola, comenzaron a verme como la chica rara, la tímida, la creída y por último la nerd, y aunque escuchaban mi nombre todos los días al pasar la lista, ellos preferían llamarme así.
Un día, andaba distraída choque contar algo y me caí de cara, era doloroso y asqueroso, por la cantidad de sangre que expulsaba mi nariz. De un momento a otro, en medio de risas por parte de mis compañeros, fui levantada y dirigida al baño, me lavé la cara, y al momento de alzar la mirada..............lo vi por medio del espejo.
Era un chico de mi clase, me di la vuelta asustada y le pregunté - ¿Qué haces aquí? - y el respondió - ¿estás bien? Aun sangras -la verdad no me podía mover y mucho menos cuando él se comenzó a acercar, metió la mano en su bolsillo y me dio un pañuelo.
Al no ver movimiento de mi parte, el alzo mi mentón y limpio la sangre que seguía saliendo de mi nariz y dijo – lo lamento, no te vi - mi desconcierto era grande, tanto que él lo noto y me dijo – chocaste conmigo y por eso caíste, de verdad lo lamento - en ese momento reaccione, y me di cuenta que estaba muy cerca, así que me aleje y antes de salir le dije – no hay problema.
La verdad que la nariz medio roja, o la preguntadera de mi mama cuando llegue a casa con respecto a la nariz, eran la menor de mis preocupaciones, simplemente no sabía porque no me había alejado desde un principio de ese muchacho, no me gustaba la cercanía de la gente, pero con el no pude ni hablar estando cerca, era extraño, pero no lo experimentaría más y con suerte ese chico ni se acuerde de mi rostro, ni me hable, eso sería lo mejor.
#10515 en Joven Adulto
#40561 en Novela romántica
familia rota, amor juvenil drama y amistad, soledad tristeza
Editado: 01.09.2019