− ¿Crees que el resto este vivo?
−Si fueron listos, seguro se consiguieron esconder. –Aclaro seriamente. –o por lo menos correr lejos. De todas formas, hay que buscarlos o intentarlo por lo menos.
− ¿Y si no los encontramos?
−Continuaremos nosotros dos solos.
Justo me sobrepasa corriendo para frenarme en el sendero y me agarra el brazo con un poco de fuerza, mirándome algo molesto. ¿He dicho algo malo?
− ¿Serias capaz de dejarlos?
−No sería capaz, pero hay que ser locuaz. –me suelto de su agarre y me cruzo los brazos. –Varios de ellos no trabajarían en equipo y tener un grupo grande llamaríamos la atención de esas cosas.
−Pero aun así…
−Alex, no los conocemos, como nosotros dos tampoco. –digo seriamente. –Podríamos traicionarnos entre nosotros sin darnos cuenta solo para poder salvarnos.
Adelanto el paso y quedo a su lado quieta. Lamento ser sincera, pero creo que así pienso.
−Continuemos.
Empecé a caminar de nuevo por el sendero y el detrás mía sin decir ni una palabra. No me voy a callar por decir la verdad, uno aquí no piensa en ir de acampada en grupo, sino en cómo salir de este lugar. Hablando de eso, llevamos horas caminando y solo vemos árboles, ya me empiezo a hartar de este sitio. Seguía caminando cuando noto que algo desaparece a mis pies, empezando a caer y rodar por una pequeña colina, raspándome los brazos y golpeándome en todo el cuerpo hasta caer de lado.
− ¿Estas bien?
Veo a Alex bajar por la colina hasta que me ayuda a levantarme un poco, justo fue cuando lo veo y en su cuello veo una marca negra, como un trisquel de 3 espirales. Mi brazo está sangrando un poco y me duele las piernas por el gran golpe que me acabo de meter yo sola, hasta creo que mi tobillo se ha doblado y ni puedo levantarme.
−Espera aquí un momento.
Alex se aleja de mí, desapareciendo de mi vista. ¿Me acaba de abandonar herida en medio de este puto bosque? Sola y magullada. Maldita sea. Mis sentidos se ponen en alerta, cualquier cosa que escuchaba era lo suficiente para hacerme mirar hasta detrás de mi cabeza y justo, comienza a llover. Arrastrándome cómo puedo me meto debajo de unas grandes hojas que se asemejan a un paraguas, lo suficiente para no mojarme más de la que estoy y de calentarme con mi propio cuerpo, pegada a mis rodillas y abrazando mis piernas para después ponerme a pensar, pero no fue hasta que escuche un sonido extraño y al levantar la cabeza pesadamente por el cansancio, veo a Alex acercarse a mí con algo en la mano, el frio me ha paralizado más de lo que estaba hace un rato, pero en segundos lo veo escavar en el suelo que hay bajo la hoja para después meter hojas y ramas secas que tenía bajo su camisa y a los 4 choques de dos piedras, empecé a sentir un leve calor en mis piernas que es para agradecer. Lo veía preparando algo sobre una hoja, un mejunje extraño de color verde oscuro o marrón, amarillo, no sé de qué color es, lo está aplastando sobre la hoja con ayuda de una piedra redonda. Tiene tropezones gelatinosos, a su derecha veía aloe vera cortada y algunas plantas que ni sé que son, más una especie de hojas muy largas que se podrían asemejar a unas vendas. Me moví un poco y justo levanta la cabeza a verme la herida y seguido agarrarme el brazo.
− ¿Qué estás haciendo? –digo en voz baja.
−Curarte. –agarra la hoja con la mezcla rara. –Me dio un lapsus y supe que hacer.
Con dos de sus dedos me empieza a poner esa mezcla amarillenta sobre mi herida, espesa y se pega bien a mi piel, ya noto esa textura rara que me da ganas de quitarme a restregones y ese olor no tan desagradable. Agarra una de esas hojas alargadas, pasándolas por debajo de mi brazo y rodeando mi herida para cubrirla al completo. Por un momento pensé que me había dejado aquí tirada…sola.
−Pensé que me habías dejado aquí.
−No sería capaz. –ata las hojas a mi brazo. –No está en mis principios en abandonar a alguien y más cuando me ha salvado la vida.
Estúpida…
−Entonces estamos a mano. –sonrío. −Gracias
Una pequeña risa de su parte me hace levantar mi rostro a verle, a lo que veo como está apartando las cosas a un lado suyo para hacer sitio.
−No del todo. –espeta de repente. −No tiene comparación con lo que hiciste esta mañana por salvarnos, con esta herida.
Lo de esta mañana ha sido un movimiento repentino, no sabía lo que estaba haciendo, pero no sé por qué en el fondo sabía lo que hacía, como si supiera sobre mis propias acciones. Es extraño despertar en un lugar, sin memorias y que de repente supiera que hacer en esa situación de peligro, pero ahora que ha caído la noche, lo veo cubriendo esta pequeña zona de refugio con hojas enormes que hacen de techo y llena el suelo de plantas medicinales o de olor, hierbabuena, para después tomar asiento a mi lado, con una mirada perdida en el fuego, pensando en algo, esa expresión ya me la conozco.
–¿De verdad serias capaz de dejarlos atrás?
–No lo sé. –contesto. –Depende de la situación y las personas que me rodean. Lo que sé, es que ahora, tenemos que buscar una forma de salir de aquí y para eso, por lo menos, tenemos que ser nosotros dos.