Agápe

CAPÍTULO 9

Aferrate a mi
 


Ya llevo buscando a mía desde hace dos horas, he andado todo el jardín, la piscina, la Biblioteca, el sótano, hasta he ido a otros países, pues hay algunas puertas que te transportan a ellos, he buscado hasta debajo de la cama como todo un estúpido. Ella no pudo haber salido de aquí, y nadie pudo haber entrado.

Me devuelvo a su habitación para ver si encuentro algo, entro y vuelvo a revisar todo, entro al baño y tampoco hay nada que me pueda decir algo, me devuelvo para salir, me paro en el marco de la puerta, bajo mi cabeza mientras paso mi mano por mi cabello. Cuando me doy cuenta de que hay una hoja Ficus repens, y estas hojas solo se encuentran en un lugar y es en el laberinto, pero es imposible que halla entrado ahí, a ese lugar no pueden entrar simples humanos, solo dioses, un humano no sobreviviría a ese lugar, pues constantemente cambia de estaciones, por un momento puede parecer el mismo cielo, al rato un infierno,y te recuerda lo peor que haz sufrido, ese lugar es capaz de volver hasta un Dios loco, no quiero ni pensar lo que le pasaría a un humano.

Salgo de la habitación cerrando la puerta para volver a entrar,pero esta vez al laberinto, y así asegurarme de que no este ahí, me doy la vuelta y vuelvo a entrar.

El clima esta normal, y sigue de noche, así que comienzo a buscarla.

Mia

-¡Corran!- dice una persona mientras se escuchan disiparos, lo que me hace despertar rápido y con el corazón acelerado.

No... Diganme que esto no está pasando otra vez.- pienso, mientras salen lágrimas de mis ojos.

No quiero volver al pasado, no a este.

- ¡Jeys!- grita la Mía de hace 6 años.

Y no puedo evitar llorar, porque una vez más siento que se me va el alma, al ver que mi mejor amigo ha recibido un disparo.

Quiero devolverme a socorrerlo, pero la multitud de estudiantes no me deja, y mis otros amigos tampoco.

- No, por favor no lo dejen así, ¡déjenme con el! - dice llorando.

Un estudiante me agarra por la muñeca para seguir corriendo. Pero se que en ese momento no podía dejar en Jeys.

Todo vuelve a la normalidad, y el laberinto sigue igual como si nada hubiera pasado.

- Quiero... Necesito salir de aquí - Digo con lágrimas en los ojos.

Comienzo correr y a buscar todas las salidas posibles, pero no encuentro la salida. ¡Maldito laberinto! Y esta hambre que tengo no me ayuda en nada.

De repente comienzo a tener mucha calor, el clima se vuelve caliente, y no puedo mantener los pies en el suelo.

Aparecen llamas de fuego por todos lados, y comienzo a correr lo más rápido que puedo para que no me alcancen, el susto es tan grande que no me había dado cuenta de que había comenzado a llamar a Ariel.

- ¡Dios, no quiero morir! - digo, para luego sentir unos brazos alrededor de mi.

Ya no esta caliente, en realidad se siente hasta fresco. Levanto mi mirada para confirmar que sea Ariel, y gracias a Dios lo es.

- No lo harás preciosa, no moriras- dice, pero su tono de voz es diferente, esta vez sus palabras son pronunciadas con ternura.

Sin decir palabra alguna vuelvo a abrazarlo, sin poder parar de llorar.

Después de unos minutos habla.

- No deberías estar llorando, cuando tienes alrededor una vista tan hermosa.

Ya calmada, levanto mi mirada para ver a que se refiere. Y tiene razón, estamos flotando en el aire, el laberinto se ve desde aquí, todo está extremadamente oscuro, lo que quiere decir que casi amanece.

- Veamos el atardecer juntos- dice con una sonrisa

Ver el amanecer me encanta, pero hoy no.

- Quiero volver a casa. Le digo seriamente.

No quiero seguir teniendo experiencias así, y si me quedo en este lugar eso es lo que pasará.

Veo como al pronunciar las palabras, su sonrisa desaparece.

- ¿No que no querías volver a tu casa?

- Pero ahora si quiero

- Osea que ya no tienes miedo.

Me quedo callada y no respondo a su pregunta. Porque miedo tengo, pero me da más miedo volver a vivir lo que vivi en ese maldito laberinto.

- ¿Que paso en el laberinto?

- Deja de leer mis pensamientos quieres?

- No es intencional, pero saliste llorando y todo, dime que paso- dice, poniéndose serio.

- Pues si no te diste cuenta habían llamas de fuego apunto de quemarme.

- ¿Y eso fue todo?

- Pues si

Eso no fue todo, pero tampoco es como que tenga que decirle.

- Ambos sabemos que eso no fue todo mia.

Quiero soltarme de el, pero estamos en el aire.

- Ariel... No quiero hablar de eso- le digo en un tono tierno para que tenga compasión de mi.

- Esta bien- luego de decir eso comenzamos a bajar, pero no aterrizamos en el laberinto, si no en la habitación en donde me encontraba.

- Me dare una ducha.

- Baja a comer algo cuando termines, no haz comido nada.- dice, para luego cerrar la puerta.

No puedo seguir aquí, Jeys era mi mejor amigo, el mejor, y cuando murió no pude soportarlo, ese último año de secundaria, habíamos planeado tantas cosas... Y todo se derrumbó en ese instante, cuando un estúpido decidió entrar a la secundaria y dispararle a unos simples adolescentes. Pasaron meses en los que solo iba desde mi habitación a la escuela , de la escuela a un psicólogo y de ahí otra vez a mi habitación.

Revivir su muerte como si estuviera ahí otra vez..

Mientras recuerdo todo esto no puedo evitar llorar.

Después de 15 minutos salgo del baño y reviso las bolsas que había dejado Ariel en la cama anteriormente.

Escojo un vestido rojo de tiros, que llega hasta mis muslos un poco más arriba de mis rodillas.

Decido salir y bajar a la cocina.

Me siento en el comedor de la cocina, donde esta un plato con paques, frutas, un pedazo de bizcocho, jugó de naranja y agua.

- Cuando termines te llevo a tu casa- dice, para luego marcharse y dejarme sola en la cocina.




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