Aiden
Este pueblo es un lugar muy pequeño, demasiado diría yo. Todos se conocen entre si y tampoco hay mucha privacidad que digamos. El día de hoy era un día agitado. Mañana era la fiesta anual del pueblo en la que se celebraba la unión e incentivaba a cualquiera a convivir con los que vivían ahí. Una fiesta algo exagerada diría yo, pero con muy buenos fines.
Traté de hacerme espacio entre la gente para poder llegar a mi camioneta pero parecía casi imposible. Luego de varios minutos logré salir de esa bola de gente aglomerada y caminé al estacionamiento ubicado a lado de una casa algo abandonada. Se veía descuidada y en todo el tiempo que había estado recurriendo el pueblo, no había visto a nadie salir. Me causaba algo de intriga, no voy a mentir.
— Sí, a todos nos intriga. —me sobresalté al escuchar la voz de uno de los chicos que estaban jugando.
— Me escuchaste el pensamiento o estoy siendo muy obvio —el chico rió.
— Digamos que soy mitad brujo.—ladeó una sonrisa— Es la casa de los Allen.
— ¿Acaso sabes algo?.
— No mucho, sólo se que el señor de la casa falleció y ahí solo vivé la señora Allen. Dicen que tienen una hija pero yo creo es una farsa total, es decir, ¡por qué no saldría! Es tonto. —el chico se encogió de hombros y me dio una mirada rápida.— ¿Sabes? Ahora que recuerdo, no debería hablar con desconocidos.
Sonreí.— Tienes razón, no deberías. Me presento, mi nombre es Aiden y ahora lo sabes. —solté una pequeña palmada en su hombro.— Ya nos conocemos, niño brujo.
Camine de vuelta hacia mí camioneta y partí a casa. El camino era largo y en sus costados abundaba la vegetación, el silencio de la carretera me acompañaba. En casa nadie esperaba por mi. Mi vida siempre había sido algo desolada, crecí solo en hogares de refugio, era huérfano. Me encargaba de un vivero y tenía una pequeña casa que con trabajo había construido. Es la primera vez que me instalaba en algún lugar, con frecuencia solo alquilaba un departamento por unas semanas y luego partía a un lugar nuevo. Este era un nuevo comienzo para mi. Quería que esta vez fuera diferente.
Llegué a casa y descargue los sacos de tierra que había traído del pueblo. Entré y el silencio me abrumó. Mientras acomodaba todo en su lugar me invadió el pensamiento de aquella casa algo abandonada, era una casa algo pequeña para que vivan dos personas ahí, no?
"...dicen que tiene una hija..."
Sería muy poco probable pero quizás haya alguna posibilidad de que sí. Mi curiosidad siempre me terminó jugando mal, pero esta vez, la intriga iba más allá.
¿Por qué no saldrían nunca de casa?
Ese fue mi último pensamiento de la noche antes de caer en un muy profundo sueño.
Fue aquel día, 7/07/90 que la intriga de Aiden iba a iniciar toda una historia. Una historia que marcaría su vida y se convertiría en lo que es hasta ahora. Los mejores años de su vida estaban a punto de comenzar.