Agatha y los desquiciados

3.Peleados

Este día fui a la universidad, tocaba una clase con el profesor Maldonado y él es bastante estricto, sobre todo con la presentación personal, si entran con una gorra a la clase los manda a quitársela y es peor si entran oliendo a tabaco o cigarro. Me senté junto a los chicos y sentí algo raro, húmedo y frío en mi pierna. Me había sentado sobre un chicle masticado.

- Hay que desgracia. – Dije quejándome y el profesor me mandó a pasar al frente, me levanté con vergüenza y entré en pánico.

- ¿Estudiaste la literatura del romanticismo? – Me preguntó mirándome fijamente y se me hizo un nudo en la garganta.

- Pues sí… algo creo. – Mi voz sonaba entrecortada.

- Háblanos sobre eso.

- Fue en Alemania y se esparció por Europa. – Recordé lo que me había dicho Aaron sobre eso, me había obligado a estudiarlo con él. Respondí victoriosa y pensé que me dejaría en paz con solo eso, pero no fue así.

- ¿Cómo en qué países? Háblanos de alguno como por ejemplo Italia y habla más del concepto de la literatura en el romanticismo. ¿En qué se basó?

Oh satanás, esto me estaba pasando.

- En Italia hubo grandes, digo varios escritores que se destacaron como por ejemplo Ugo Foscolo y también hubo una novela histórica: I promessi sposi , de Alessandro Manzoni. El movimiento de esa época se oponía al capitalismo industrial y al racionalismo ilustrado – Dije y el profesor me miró sorprendido al igual que los chicos. Me dijo que me sentara. Le agradecí mentalmente a Aaron. Menos mal que no me preguntó por otros países porque no habría respondido nada.

Cuando salimos, los chicos empezaron a molestarme por haber respondido bien.

- Ahora la señorita Manzoni se va a estudiar a Harvard y nos abandona de una vez. – Dijo Brandon.

- No puede, la echarían de inmediato por estúpida. – Dijo Jordan.

- No le digas esas cosas. – Dijo Aaron, íbamos caminando al parque Venezuela. Este queda en el norte de Barranquilla.

- Sí, barrería con el trapeador y reprobaría todos los exámenes, la deportarían por pensar que Manhattan queda cerca al Inem. – Dijo Jordan.

(El inem es una escuela que queda en el vecindario Simón bolívar de Barranquilla, anteriormente había un espacio vacío al frente que se usaba como prostíbulo callejero y lo llamaban el bajo Manhattan).

- Ya no pienso que esté ahí gordo tonto.

- Y peor, antes pensabas que las cometas estaban hechas con papel de azúcar y que el talco corporal era comestible. Por eso te comiste un frasco y tu tío te llevó a desintoxicar. – Me dijo y todos rompieron en risas.

- Ese profesor tiene un acento extraño. – Dijo Linda.

- Claro, todos los negros hablan como jamaiquinos y huelen a cucaracha. – Dijo Jordan y todos lo miramos mal.

- No es cierto, yo huelo a perfume de millonarios. Me costó ciento cincuenta mil pesos. – Dijo Brandon. (Aproximadamente cincuenta dólares, la tercera parte de un sueldo mínimo en Colombia).

- Calla Morgan Freeman, seguro atracaste para conseguir ese perfume de putas. – Le dijo.

Luego seguimos caminando por un tiempo hasta que llegamos al parque. Nos fuimos hasta la parte donde están las rampas de Skate, había muchos chicos montados en sus patinetas, con camisetas anchas y jeans bajos. Brandon quién era un experto en esto, se subió en una rampa alta y se lanzó, me sorprendió que no se cayera por la forma. Nos sentamos a verlo, tenía una gran destreza y los demás chicos también lo observaban.

Linda y yo mirábamos a dos chicos rubios que estaban de pie fumando unos cigarros, tenían patinetas y gorras. Parecía que fueran extranjeros.

- Ojalá no fuéramos tan tímidas, quisiera que nos acercáramos a ellos a un rato. – Me dijo ella desanimada.

- Eso sucederá el día en que gokú sea presidente. – Le dije y seguimos mirándolos, de verdad eran muy lindos.

- ¿Y si nos maquillamos a ver si nos miran? – Me dijo y le hice caso, nos pintamos los labios de rojo y nos sentamos más erguidas. Al rato como no habían volteado a vernos, nos pusimos de pie y caminamos como si fuéramos a buscar algo cerca de ellos. Reíamos solo para lucirnos, con poco éxito.

Nos sentamos en una banca cerca y después de un rato nos miraron. Tratábamos de disimular hablando de algo. Luego se acercaron al lado de nosotras. Nos dijeron que eran de Mendoza, Argentina y que estaban aquí por estudio. Eran muy agradables y conversadores, nosotras no hablábamos tanto porque teníamos mucha pena.




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