Agatha y los desquiciados

10. Jamie, el milagro

Para la madrugada del sábado, recibí la llamada que tanto había estado esperando. Estaba durmiendo con mi pijama violeta. Sonó mi celular y vi que era Aaron.  Me sentí tan emocionada que cogí el celular tan rápido que se me cayó de las manos. Se le partió la pantalla y no volvió a encenderse.

Entonces, exactamente a las cuatro de la mañana, salí a verlo tal cual como estaba porque si me ponía a vestirme perdía tiempo y podría irse de nuevo. Bajé al garaje y saqué mi bicicleta. Llegué lo más rápido que podía. Corrí al ascensor y apreté las teclas con mucha fuerza. Corrí hasta su apartamento y noté algo raro, la puerta estaba abierta. El jamás la deja así y menos en la madrugada, también las luces estaban encendidas. Caminé lentamente hacia dentro. ¿Será que entró un ladrón? Me agaché y empecé a gatear por los pasillos. Tenía miedo, mucho miedo, pero debía salvarlo.

Más adentro, vi en la sala a un bebé como de dos años o más, durmiendo en el inmenso sillón en medio de muchas almohadas, no sabía que Aaron tenía tantas. Qué niño más bonito, ¿será su primo? Es raro porque él nunca trae a nadie de su familia y más a estas horas. El niño tenía el cabello largo como el de Aaron, aunque es de un color raro. Amarillo. Cómo si tuviera problemas de desnutrición. Es broma. Se veía muy cómodo durmiendo ahí, intentaré dormir al lado de él. Me gustan las almohadas en manada.

Entonces apareció una mujer mayor que nunca había visto antes. Tenía unos pequeños tatuajes en las piernas y uno cerca al hombro. Llevaba un vestido negro de encaje y el cabello bastante similar al del pequeño.

- ¿Quién demonios eres tú?

- ¡Tú mataste a Aron! – Grité alterada, seguro ella lo mató para robarse su departamento y sus cosas.

- ¿Qué mierda dices? ¡Aaron se metió una subnormal a tu departamento! Llamaré a la policía.

Luego Aaron salió de la habitación de huéspedes y se sorprendió al verme ahí, más siendo que yo estaba en el piso. Me hizo levantarme y me llevó a su habitación, cerrando la puerta.

- Hola princesa. – Me dijo y me abrazó, me lo quité enseguida de encima.

- ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Sabes que te necesito conmigo. No vuelvas a hacerlo.

- Hay algo que debo decirte. – Me miró preocupado y se frotaba las manos en su camisa, como si le sudaran.

- Claro, ¿qué pasa?

Me indicó que me sentara y me dio una almohada.

- El niño que viste en el sofá se llama Jamie, es mi hijo y ella es Tamara, su mamá. – Me dijo esto en voz baja como si eso fuera a amortiguar el golpe. ¿Cómo era que Aaron tenía un hijo? ¿Aaron cuando tuvo sexo con ella? Justamente las cosas que estaba deseando que no pasaran, vinieron todas juntas. ¿Por qué no me había dicho que tenía novia? ¿qué voy a hacer ahora? Me dio mucha rabia, muchísima.

- ¿Cómo es que tienes un hijo y no me lo habías dicho?

- Es que apenas… - Lo interrumpí.

- ¡Ya no eres mi amigo! – Le grité esto y salí corriendo. Llegué rápidamente al ascensor y presioné el botón que baja hasta el lobby, pero Aaron llegó antes de que se cerrara. Empecé a golpearlo porque estaba molesta, me había mentido todo el tiempo diciéndome esas cosas bonitas mientras se acostaba con ella. No sé mucho sobre niños, supongo que está mal ocultar su existencia. ¿Era novio de ella todos estos años que estuvo conmigo? Aun así, me hizo creer que me quería. Me sujetó de los brazos impidiéndome moverme.

- Cálmate Agatha, necesito explicarte cómo sucedió todo. No imagines nada.

- No, no. Eres su novio y tienen un hijo juntos. ¿Qué mierda hacías detrás de mí degenerado?

- Que no soy su novio, maldición. Ven al departamento y te explicaré todo.

No le hice caso y por eso me cargó a la fuerza y me llevó de nuevo al departamento. Tamara se reía al vernos. La odio, ya la odio.

- ¿Ya podemos hablar civilizadamente gata? – Fruncí el ceño.

- ¿Esta tonta es tu novia? ¿no te da vergüenza? Creí que saldrías con alguien mejor. – Dijo ella en un tono de burla que me irritó de inmediato.

- No responderé nada hasta que esta anciana se vaya. – Repliqué. Entonces Aaron fue y habló con ella. Unos minutos después se retiró. Él me hizo sentarme en su cama y me dio un helado para que me calmara.




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