Agatha y los desquiciados

12. Visita al psiquiatra

Cuando salí de la universidad, esperé ver a Aaron afuera pero no, no lo vi a él y tampoco a su auto. Esperé a los chicos en la entrada. Luego de un rato los vi salir y se acercaron a mí. Noté que Jordan me miraba extraño, como con tristeza. No sé por qué.

- Agatha, quiero disculparme por lo que te dije la otra vez. Me sobresalté un poco. Te prometo que no volveré a decirte nada así de nuevo.

- Sí Jordan, está bien. – Le dije y me abrazó para hacer las paces.

- ¿Quieres que te llevemos al edificio de tu marido? – Dijo Jordan burlón, como siempre.

- Sí, eso fue genial. ¿Cierto Brandon? Golpeó al profesor como lo hacían las tortugas ninja. – Dijo Linda emocionada.

- Fue lo máximo. Parecía repartidor de pizza porque le repartió unos buenos golpes a ese idiota. No escuches lo que dijeron ellos. Nosotros no pensamos eso de ti. – Dijo Brandon y sacudió mi cabello.

- No pensamos que el con esa cara de marica pudiera repartir tan bien. Yo juraba que lo iban a hacer papilla en dos segundos. – Dijo Jordan.

- Yo sabía que algo así iba a pasar hoy, sentí el frío de la muerte hoy mientras me duchaba. – Dijo Linda asintiendo.

- Pero nadie murió hoy, tonta. La única que va a morir soy yo del hambre que tengo. – Mi estómago hacía ruidos feos y amenazaba con empezarme a doler.

- Sí, es cierto. Tengo tanta hambre que estoy a punto de comerme una pierna, maldita sea. -Dijo Jordan.

- Sí hermanito. Por eso estás tan gordo que la sombra de tu trasero pesa veinte kilos.

- Y tú estás tan flaca que no se sabe si vas o vienes.

- Y tú estás tan gordo que haces terapia de grupo solo.

- Y tú estás tan flaca que cuando sacas la lengua te vas de cara. Idiota.

- Ya cállense y vámonos. Ambos son desagradables por igual. – Dijo Brandon.

Luego nos subimos todos en el auto de Jordan y Linda. Llevaron primero a Brandon porque vive más cerca. Nos detuvimos en un restaurante muy costoso, ellos me invitaron a almorzar y luego me llevaron al edificio de Aaron.

Me acerqué al ascensor, presioné el botón para que bajara y vi a Tamara, venía bajando del piso de Aaron. ¿Qué hacía ella con él? Seguro quiere engatusarlo. Seguro quiere conquistarlo y no lo voy a permitir. Me llené de rabia al verla salir del ascensor. La detesto, ojalá un tren la destripe, que un niño vomite sobre ella o que un ebrio gordo defeque sobre su cara y esta se le caiga. Cuando pasó a mi lado, me choqué a propósito con ella.

- Lo siento, la próxima debo tener más cuidado cuando pase al lado de una anciana. – Ella solo sonrió al escucharme y se fue.

Subí a su piso y vi la puerta del departamento abierta, yo estaba muy molesta. Jamie estaba ahí vestido de vaquero, disparándole a unos muñecos. Apenas vio que entré, me sacó la lengua y se escondió arriba de unos estantes.

- Cuidado te caes de ahí, te partirías una mano.

- Solo las feas como tú se parten las manos. – Me dijo y se cubrió con una sabana.

- ¿Dónde está tu papá Jamie? – Le pregunté cariñosamente y me ignoró igual que siempre.

Caminé al estudio y ahí estaba, trabajando como siempre en sus novelas. Tenía puestos sus anteojos que usa cuando está con la laptop. Un mechón de cabello lacio caía por su frente. Tenía unas leves marcas en su rostro, ojalá no lo hubiera golpeado ese tonto. Tenía un suéter blanco de poliéster y el sol entraba detrás de él iluminando la habitación.  Oh no, Aaron se veía precioso. Sentí algo en el estómago igual que siempre, por eso le digo que él me causa indigestión. Era difícil dejar de mirarlo.

- Aaron…

- ¿Estabas aquí? – Preguntó y sonrió al verme, también lo hice.

Le conté todo lo que me dijo la directora, de principio a fin sin omitir detalles.

- Gata, iremos mañana al psiquiatra.

- Pero no puedes salir… mira cómo te dejaron. – Dije para evadir el tema.

- Claro que iremos, no es una opción.

Al día siguiente, con unas ligas, me hice dos colas de caballo. De lado a lado, un poco torcidas. Se veían geniales, llevaba tiempo sin vestirme así. Iba a ir donde mi psiquiatra. Ella me cae super bien, cada vez que voy me da unas paletas de colores que son deliciosas. Ella es como de la familia ya que me ha tratado desde siempre. Me puse un vestido de tirantes gris que llegaba hasta un poco más arriba de mis rodillas. Aaron pasó a recogerme. Golpeó mi puerta. Cuando la abrí, vi que llevaba puesto unos jeans oscuros y una camiseta negra que decía una frase que no entendí, llevaba de la mano a Jamie. Los saludé a ambos, pero Jamie me esquivó cuando intenté besarlo.




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