Un movimiento extraño en la mochila que Santiago abrazaba llamó la atención de Marey. El muchacho de barba de pocos días no la había dejado sola ni un momento, llevándosela incluso al baño cada que iba. La morena se acercó lentamente al muchacho, creándole incomodidad y haciendo que le diera la espalda en su mismo asiento.
—Santi —Le dijo amablemente—. ¿Me puedes enseñar que hay en tu mochila?
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Santiago con sudor en la frente por los nervios.
—Es que, me da curiosidad saber que llevas —respondió la otra mintiendo sobre sus verdaderas intenciones—. Tengo hambre y tú siempre traes algo de comida.
—Es que tengo cosas personales aquí, ya sabes cosas de chicos —Santiago se levantó y fue hasta otro asiento, lejos de Marey.
—Déjame ver tu mochila —Le grito Marey saltando sobre el muchacho, luchando por quitársela.
—No, Marey la vas a quemar —gritó el otro alejándola todo lo posible de la morena.
—Si se quema te compramos otra, no hay nada que no se pueda recuperar.
—¡Marey no!
Santiago cayó al suelo finalmente dejando que la mochila rodara un par de metros hasta los pies de Marla. La chica de lentes pegó un salto del susto que le provoco verla moveré desde adentro. A los pocos segundos el cierre se abrió y Tocino salió corriendo del interior hasta golpear con la cara de Santiago.
—No seas tonto, Santi —Le dijo Kevin mientras veía el cerdo escondiéndose debajo del brazo de Santiago—. Lo van a hacer carnitas nomas lleguemos allá.
—Yo no le veo problema a eso —dijo Alonso, sintiendo la mirada de odio de Santiago y Tocino—. ¿Qué?
—El punto es que no lo podemos llevar, he dicho—Le dijo Marey cruzada de brazos, entonces del bolsillo superior de su chaqueta sobresalió la cabeza de su pequeña ardilla, que había dejado de ser un bebé. Salió de su hueco y subió hasta la cabeza de Marey— Esto no es lo que piensan —dijo la otra con una sonrisa nerviosa.
Una fuerte discusión comenzó entre los chicos sobre llevar a sus mascotas a una misión nueva. El cerdo de Santiago comenzó a perseguir a la ardilla de Marey, causando que la discusión subiera de tono al no poder detener a los animales, las cosas empeoraron cuando Tocino llevó a su boca a la ardilla, dejando solo de fuera su cola y la persecución por atrapar al cerdito empezó.
Al poco rato las cosas se calmaron en el aerodeslizador tras la intervención de Andrea, quien tras salvar a la ardilla llamada Alvin, reprendió a Marey y Santiago. Volaron a través del mar por otras cuantas horas. Alonso no se apartó de su asiento en todo el vuelo, mirando a través de la ventanilla. Kevin iba de adelante hacia atrás en busca de algo que sentía haber perdido antes de partir. Mike, que estaba a un lado de Marla, no dejaba de platicar sobre cosas que, a pesar de ser simples, las explicaba de una manera espectacular, llamando la atención de ella.
Más adelante, en las primeras filas, Santiago dormía como un oso, sosteniendo entre sus brazos a Tocino. Alotro lado de los asientos, Marey dibujaba con tranquilidadmientras su ardilla descansaba en su cabeza. Tenía de frente una pequeña mesa de plástico en la que reposaban sus lápices y colores. Kevin salió de la nada, y antes de que Marey se diera cuenta, cayó sobre la mesa tirando los colores por todas partes. El moreno se rio a carcajadas mientras miraba como Marey se encendía de la cólera y la ardilla saltaba a buscar refugio. Kevin culpaba a la turbulencia, sin embargo, conservaba una sonrisa de malicia que decía todo lo contrario.
Kevin no podía dejar de burlarse, él sabía que pudo evitarlo usando su poder al caer sobre las cosas de Marey, pero le encantaba hacerla enojar. Lo más emocionante para Kevin era cuando la morena insistía en quemarlo con algunas bolas de fuego. Él solo se quedaba quieto, dejando que los ataques lo atravesaran. El viaje no era más que unas vacaciones para él, lo que los demás vieron como un trabajo, él lo tomó como un descanso. Sus preparativos fueron una camisa hawaiana roja, con un short de mezclillay unas sandalias, sin olvidar que en su mochila guardaba un sobrero de paja.
—Marey —intervino Alonso poniéndose en medio de los dos—. Contrólate antes de que destruyas el aerodeslizador.
—No me interesa —respondió enojada la chica—,él… él… ¡él! ¡Arruinó el orden de los colores!
—Vamos, puedes acomodarlos de nuevo —respondió el mayor
—Si —habló Kevin con un tono de burla—. Así lo podre arruinar todo de nuevo.
—Me… me está retando —La paciencia de Marey desaparecía con cada burla, el humo sobre su cabeza no tardo en aparecer.
—Basta de sus juegos tontos —Gabriel hizo rodar su silla de ruedas hasta la compuerta trasera del aerodeslizador—. Prepárense para el aterrizaje.
Cerca de las cinco de la tarde el aerodeslizador comenzó a descender sobre el mar. Por la ventanilla se observaba una flota desplegada alrededor de un área de al menos treinta kilómetros de circunferencia, rodeando una isla de tonos verdes y una montaña grisácea con muchas nubes encima.
—Es enorme esa isla —dijo Marla pensando en cómopudo estar oculta tanto tiempo.
—¿Pueden verla? —pregunto Aya. Ella por más que trataba solo veía el mar y los drones sobrevolando.
Editado: 08.05.2023