Agencia de Seguridad Civil: Ánimas

Capítulo 11: El contrato

Zeth decidió sentarse dentro de aquella cárcel de tierra, no podía salir por lo que solo le quedaba esperar a que los otros volvieran por él. Eso lo frustraba demasiado, él también quería apoyar en algo, también era capaz de ayudarles y esos idiotas no lo comprendían. Golpeó la pared con frustración, ni siquiera logró cumplir con su objetivo principal. Bufó molesto y apoyó su cabeza en la pared.

Pasado el rato se halló entretenido marcando ligeramente las venas de su brazo con aquel bolígrafo de tinta negra que cargaba en uno de sus bolsillos. De un momento a otro se desesperó creando garabatos en su brazo y terminando por aventar el bolígrafo a una de las paredes. Los detestaba y se los haría saber cuándo los encontrara. Gritó de frustración al tiempo que inhalaba hondo y comenzaba a relajarse nuevamente.

—¡Estúpidos! —gritó a todo pulmón sin poder contener más su coraje—. Cuando los mire de nuevo les voy a hacer pagar, esos negros serán mis esclavos y haré carnitas al gordo.

—Dime chico —escuchó la voz provenir de arriba, de la superficie, encima de la cárcel de piedra, al alcance del indefenso chico—. ¿Te estas divirtiendo?

El rayo de luz que entraba por el hueco dejado por Santi se esfumó. Zeth se puso de pie, sosteniendo la respiración. A través del agujero en el techo pudo ver un ojo, uno de color escarlata. La luz regresó en un parpadeo, aquella figura desapareció, o eso esperaba Zeth. Se acercó más a la abertura, tratando de ver por ella y encontrar a quien lo había estado observado, sin darse cuenta de quecerca de él, pegado al techo se acercaba una criatura de piel rojiza y un cuerpo chico cubierto por un taparrabos café y un collar de cráneos, lo miraba. Asechaba desde la oscuridad desde antes incluso de que Zeth lo notara.

—Creo que no está ahí —habló el Ludenk con una voz chirriante. Demasiado aguda para los oídos de Zethù.Creo que se fue, que bueno ya me había asustado y no tienes idea de cuánto.

—¿Qué diablos? —Zeth pegó un brinco del susto, golpeando su cabeza con el techo. En seguida extendió su guadaña y se preparó para el ataque—. ¿Qué eres tú?

Al observar con detalle al ser, se dio cuenta de su postura encorvada, andando casi en cuatro como un simio. Su cuerpo no tenía bello por ninguna parte, era totalmentelampiño. De su mandíbula inferior sobresalían dos grandes colmillos que parecían cuchillos. Si algo se cruzaba en su camino era muy probable que lo atravesara como mantequilla. En sus manos tenía unas cortas garras. Un ser extraño como todos los que habitaban la isla.

—¿Yo? —preguntó la criatura confundida—. Soy un Ludenk, es demasiado fácil de saber. ¿Acaso no habías visto uno en tu vida? ¿Tú eres Zeth cierto? No tienes poderes. Eso debe ser una tragedia. Pobre de ti, sé que quieres llorar, yo llorare contigo —El Ludenk no paraba de hablar ni siquiera en su intento de llanto, su chirriante voz desesperó hasta la medula a Zeth, haciendo que blandiera su guadaña en su contra, pero golpeó con la pared, el Ludenk cayó al suelo y se enderezó tanto como su anatomía lo dejaba—. Bueno lo importante aquí es que soy un guardia, Bloodmon quiere tu sangre bla… bla… bla… Ya debes conocer la historia.

—Tu… ¿Qué le hiciste a los demás Ludenks? —gritó Zeth al recordar los gritos de los Ludenks, sabiendo que uno de ellos los había traicionado. En el fondo se sentía asustado. Estaba arrinconado, sin posibilidades de enfrentarlo por su cuenta.

—Hice lo que cualquiera hubiera hecho para llegar hasta ti, chico —respondió el otro cambiando de aspecto de un momento a otro. Tomando una mayor altura que Zeth y extendiendo un par de alas negras a su espalda.

—No dudare en aplastarte si lo que quieres es pelear contra mí —contestó Zeth tomando una posición de batalla—. Ni tu ni ese tal Bloodmon obtendrán algo de mí.

—¿Qué harás para evitarlo? Pelear contra mí será como intentar golpear al aire. Sería tan fácil tomarte y llevarte hasta allá —respondió el Ludenk con una voz gruesa. Su apariencia era más humana. Desde su lugar, Zeth podía presentir el enorme poder que poseía.

—Entonces hazlo —respondió enojado el chico—. Si tanto es tu deseo de llevarme con él hazlo.

—Por favor, es obvio que ese no es mi deseo, de ser así ya te hubiera capturado —dijo el otro ofendido.

—¿Qué? —Zeth no lo entendía. Bajó la guardia, mirando seriamente al Ludenk que no parecía tratar de engañarlo.

—No dejaría escapar esta oportunidad. Llevo más de ciento cincuenta años al servicio de Bloodmon. Tuve que darles la espalda y cazar a los de mi propia especie, esperando este momento —El Demonio se acercó más y más a Zeth, invadiendo su espacio personal—. Estoy esperando un nombre, que Bloodmon me otorgara un poder sobrenatural con el cual… Pudiera liberar a mi gente de sus propias garras. Pero ese desgraciado no lo hará jamás, nunca me permitirá tener la venganza que mi gente necesita, pero con lo que él no contaba es que yo fuera tras de ti. Que yo te encontraría. Y que por supuesto, no tuvieras poderes.

—Lamento decepcionar a tu amo, pero no le seré de utilidad —Zeth hizo una media sonrisa en forma de burla a Bloodmon. Después de todo ser un inútil no lo frustraría solo a él.

—¡Ja! Ese demente no es mi jefe —dijo el Ludenkcon asco—, pero estas muy equivocado, estas en un error total. Sí que puedes ser de utilidad. Yo puedo ayudarte en tu búsqueda… claro, si estás dispuesto a ayudarme en la mía.



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En el texto hay: comedia, accion, aventura

Editado: 08.05.2023

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