Agencia de Seguridad Civil: Ánimas

Capítulo 13: Edward Aztera

—¿No deberías detenerlos ahora que están en tu prisión? —Le preguntó la angelical voz de Sanit a su compañero.

Bloodmon estaba sulfurado, esos tres chicos habían conseguido entrar a la prisión y además sacar de sus celdas a los prisioneros que había conseguido para su amo, pero su molestia iba hacia los que estaban cuidando las celdas. Ellos eran encargados de evitar humillaciones como la que esos chicos estaban ocasionando. ¿Cómo podían actuar tan libremente?

—No tengo necesidad de moverme de aquí —Le respondió a la mujer de la máscara—. Los guardias se encargarán de detenerlos. Yo me encargaré después de darles el castigo justo por su estupidez.

—Mas vale que tus hombres no pierdan —rio la mujer.

—Así es, más les vale —Bloodmon apretó con fuerza su tarro antes de dar un buen sorbo—. El regalo de mi amo tiene que estar listo.

—Siempre tan agradecido con el amo, Bloodmon —Sanit recibió una mirada severa de parte de su compañero.

—Claro que sí, él nos devolvió lo que másanhelamos. Gracias a él tengo todo, ¿Qué más puedo hacer para agradecerle el inmerecido regalo? —apretó fuerte el mango del tarro, recordando su pasado. Reviviendo en su interior la frustración que alguna vez vivió postrado en la cama de sus avejentados padres, odiando su vida y deseando morir a cada segundo, hasta que el apareció.

—Pensé que vistiendo eso ya era suficiente —Se burló la mujer causando la gran ira de Bloodmon que lanzóun golpe a Sanit quien lo esquivo pasando de un asiento a otro.

—¡No te burles de mí! —gritó Bloodmon destruyendo la mesa con su puñetazo—. ¡Esto le gusta al amo!

Bloodmon aun podía recordar las palabras que marcaron su vida hace cientos de años, cuando, incapaz de moverse a voluntad, la figura de un salvador apareció frente a él.

Edward Aztera, como era conocido en aquel entonces, solía apoyar a sus padres en las tareas del hogar. Conseguía alimentos cazando, ahuyentaba a las bestias del campo de cultivo, se encargaba de recolectar madera para el fuego y arreglaba todo lo que se necesitase. Vivian en las pedreras de lo que hoy en día se conoce como el continente del Oeste, en una vieja cabaña de madera. Nunca se casó, no tuvo hijos y mucho menos una vida libre, aun así, sabía que su responsabilidad eran sus padres que con esfuerzo le dieron todo en la vida desde pequeño, ahora él tenía que pagarles ese gran favor.

El día que su vida cambió empezó antes de conocerlo, un par de meses antes siquiera de saber la existencia de alguien tan poderoso. Esa mañana a Edward le tocó buscar un poco de leña para la cena, pues sus reservas estaban por agotarse. Se llevó a la espalda el soporte especial que el creó, se enlazaba con algunas correas a su pecho y abdomen mientras que la parte de atrás se levantaba un par de centímetros más arriba de su cabeza donde podría echar más madera que en sus manos. Con hacha en mano se encaminó a los primeros árboles.

Comenzó su ardua labor con un tronco que había cortado anteriormente y dejó secando a la luz del sol durante semanas. Hachazo tras hachazo el sudor comenzó a caer de su frente. Un movimiento entre los árbolescercanos lo hizo detenerse y mantenerse alerta, solían haber Nuckelavee’s rondando los alrededores con el verano y el descenso de las aguas en el rio.

Siguió cortando el árbol, pero siempre manteniéndose alerta. Cada pequeño ruido podía ser uno de ellos. Giró la cabeza rápidamente al escuchar una rama crujir, pero no era nada. Siguió dándole al tronco hasta casi acabarlos. El hombre se limpió su sudor con el antebrazo, dejando unos cuantos cabellos desarreglados a su paso.

Terminó de echar la leña sobre su soporte y entonces sintió un fino, pero profundo corte en la espalda. Rodó por el suelo gritando de dolor mientras la madera caía violentamente sobre él. Luchó por levantarse, pero el asqueroso ser sin piel lo ató del tobillo y corrió por el prado llevándolo a rastras. Edward trató de aferrarse a algo, pero la fuerza con la que lo arrastraban hacía que se lastimara los hombros. Su cabeza golpeo varias veces en el suelo, desorientándolo.

Edward tenía que actuar rápido antes de que lo terminara matando por un mal golpe. Estiró su mano a una rama que estaba en su camino y al sujetarla escuchó un crujido seguido de una sensación de calor en su hombro que pronto lo hizo gritar. Se había dislocado el brazo y este iba arrastrándose en una escena que casi lo hace llorar. El afamado monstruo parecía reír por su gigante hocico.

Desesperado por detenerse, Edward se sentó sobre símismo y se estiró para aferrarse a lo que se enganchaba a su tobillo. Era algo húmedo y baboso, blando como la carne y rosado en su exterior. Levantó la mirada, eso provenía del abdomen del jinete. Edward jaló con todas sus fuerzas de lo que seguramente eran los intestinos del Nuckelavee. Usó toda la fuerza de su brazo hasta por fin arrancarle los intestinos, la criatura chilló adolorida mientras saltaba y pateaba al aire. Pronto el jinete cayóhacia atrás muerto, pero el caballo no.

Edward se quedó en el suelo recuperándose, siempre alerta de aquel ser de pesadilla. Un caballo de un solo ojo y una larga sonrisa unido a un jinete de cuerpo extremadamente delgado que chorreaba sangre de sus afiladas fauces que fácilmente podían arrancarle la cabeza de un mordisco. A ambos seres les faltaba la piel, dejando expuestos sus sangrantes músculos.

El hombre vio a pocos metros de él su hacha, clavada en el suelo lista para su uso. Saltó para ponerse en pie al mismo tiempo que el Nickelavee emprendía marcha hacia él. Corrió desesperado esos metros que lo separaban de su salvación. Le dolía el hombro como el infierno, la cabeza le daba vueltas, pero no podía dejarse derrotar, no con sus padres necesitándolo. Edward se lanzó al suelo con su hombro dislocado por delante.



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En el texto hay: comedia, accion, aventura

Editado: 08.05.2023

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