Agencia de Seguridad Civil: Ánimas

Capítulo 21: Derrotados

Santiago despertó en su habitación con extrema calma. Abrió los ojos, confundido ¿En qué momento se había desmayado? Se levantó manteniendo precaución ante cualquier peligro, no sabía dónde estaba o porque estaba ahí. Su vista se puso en la amplia habitación donde se encontraba. Era la ASC, se giró a la ventana y podía ver el inmenso bosque al lado suyo. ¿Dónde estaban Kevin y los demás?

Presuroso, obligó a su cansado e inútil cuerpo a moverse, una a una movió sus piernas a la orilla de la cama hasta estar sentado. Aun sentía su cuerpo entumido por el veneno que “F” le puso en su cuerpo. ¿Dónde estaba Marey? La había dejado sola con aquella mujer por culpa de Kevin. Puso todo su esfuerzo en mantener el equilibrio con el primer pie sobre el suelo, trató de dar un paso, pero su cuerpo fue al suelo irremediablemente, arrancando las agujas y demás cables que estaban conectados a su cuerpo para monitorearlo.

No podía quedarse ahí, tenía que hacer algo o saber que había pasado con Marey. Si ella moría nada habría cambiado, aunque realmente no lo había hecho pues no pudo detener a su enemigo. Se había fallado tratando de cambiar, le había fallado a Leah al no poder defender a nadie más y también a Aya, que sabía que estaba esperando a que mejorara. Golpeó el suelo sin saber que hacer o que pensar, tenía un mar de sentimientos en su mente.

—Santi —escuchó la voz de la pelirroja y sus pasos acercarse a toda velocidad—. No deberías pararte.

—Marey —dijo sin pensarlo mucho—. ¿Dónde estáMarey?

—Tranquilo, ella está bien —Le dijo—. La pusimos en su habitación especial porque no podía controlarse, ella y los demás están bien, están en la ASC.

Aya ayudó a Santiago a levantarse con todas las fuerzas que tenía. Lo sentó sobre la camilla una vez más y se encargó de curar las heridas que se hizo al arrancarse las agujas en sus brazos y manos. Temblaba, podía verlo en sus manos y literalmente en todo su cuerpo. Alzo la mirada buscando al suya, pero él estaba perdido en sus pensamientos con una expresión de angustia que hizo que su corazón se encogiera.

—Aun no estoy listo —soltó sin más. Aya se encogió en su lugar, sabiendo que se refería a ella que tanto habíaquerido hablar con él.

—¿Para qué? —preguntó tragándose el nudo en la garganta.

—Para seguir adelante, Aya —Santiago al fin la vio, con esos ojos tristes que no sabían cómo expresarse—.Yo… aun no soy capaz de hacer las cosas bien —Los recuerdos de Leah invadieron su mente. Todo ese tiempo, desde que se unió a Andrea, buscó que los sentimientos que tenía por Leah se fueran, pero era imposible no sentirse culpable por lo que hizo. Era imposible dejar de pensar en sus hermosos ojos esmeralda y en aquella sonrisa que lo enloquecía, en su cuerpo que tanto disfrutóy el amor que recibió siempre.

Y con Aya, al verla, no podía evitar sentir culpa de quererla y verla con los ojos que alguna vez vio a la persona que más amó en el mundo. El deseaba poder tener algo con esa pelirroja que le miraba con la tristeza contenida, pero no era capaz de protegerla, así como no fue capaz de salvar a su amiga de la infancia. No quería arriesgarla, pues el siempre estaría en problemas, si se arriesgaba ahora que no tenía oportunidad ni siquiera de defender a sus amigos, jamás podría hacerlo con ella.

Apretó los puños hasta dejarse los nudillos blancos. Aya le soltó sin decir nada. ¿Qué decía? Nuevamente la estaban rechazando sin que ella lo hubiera intentado. ¿Por qué tenía que ser así? ¿No podía ver lo mucho que ella lo quería a él y que no le importaba los problemas en los que Santiago podía estar envuelto? Aun así, era consciente de que ese miedo y aquello que Santiago no lograba superar podía causarles muchos problemas.

—Aun no te puedo defender Aya, aun soy muy débil y… —Santiago se llevó una mano al pecho, dolido de su corazón—. Aun siento algo por Leah.

—Santi yo… —La doctora se alejó del chico, no podía estar más tiempo en esa habitación o se descargaría con él—. Estaré para ti cuando lo necesites.

—Lo siento.

Aya salió a toda prisa de la habitación hasta el elevador, esperando que nadie la viera en el trayecto. Una vez ahí presionó el botón que la llevaría al piso de su habitación, si no hubiera estado sola no se habría podido derrumbar ahí, sacando el dolor que le producía el no poder hacer nada por Santiago. ¿Cuándo se comenzó a enamorar tanto de él?

 

Kevin observaba por la ventana sin decir nada en absoluto. No había tocado el plato de comida que la enfermera que Andrea había asignado para él, le llevó. No tenía ánimos siquiera de verla. Aun no podía creer que estuvieran vivos. Que Zeth derrotara a aquel monstruo y a los guardias. Vagos recuerdos vinieron a su memoria llenándolo de miedo. ¿Qué hacia esa mujer ahí? Ella seguramente sabía que Kevin iba a ir a la isla, por eso se encontraron. Tal vez ella lo orquestó todo y siempre fue una trampa para verlo sufrir una vez más.

¿Por qué no los mató? Ella pudo haber hecho que se mataran entre ellos, sin necesidad del combate contra los temibles guardias, pero no lo hizo. Quería seguir viendo sufrir a Kevin, volvería por él, no había duda alguna, y la próxima vez que se vieran ella haría de su vida un martirio, acabaría con todos sus compañeros y dejaría vivo a Kevin solo para verla disfrutar de su sufrimiento como ya lo había hecho antes.

Y Kevin era incapaz de hacer algo, ella era demasiado fuerte y el demasiado débil. “R” tenía razón en que su poder era de cobardes porque solamente servía para huir como cuando era un niño, como cuando se llevó a sus niños y cuando la vio dentro de aquella prisión.



#8600 en Otros
#1024 en Aventura
#1431 en Acción

En el texto hay: comedia, accion, aventura

Editado: 08.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.