Las puertas del elevador se abrieron dándole paso a Zeth al piso donde Andrea trabajaba. Eran altas horas de la madrugada. El no-muerto trabajó todo el día yendo de un lado a otro salvando a personas, ayudando a combatir dobles y demás. Era increíble la cantidad de misiones que había y las que seguían acumulándose a lo largo de las horas sin parar. Zeth apoyaba como podía, pero necesitaba dividirse unas cien veces para tenerlo todo controlado, ese sería un gran superpoder.
Se acercó al cubículo de Andrea, la chica estaba revisando algunos expedientes mientras hacia sus reportes de las misiones en las que Zeth había participado y revisando las pendientes. Llevaba ya cuatro tazas de café encima, pero no surtían el efecto esperado.
—¿No puedes dormir? —preguntó Zeth recargándose en una de las paredes del cubículo de Andrea.
—¿Tú puedes dormir sabiendo como están ellos? —preguntó Andrea dejando los reportes a un lado.
—No necesito dormir —siguió el no-muerto. Acercóuna silla al escritorio de Andrea y comenzó a ayudarla a organizar los documentos, aunque en realidad no sabía de qué tipos de documentos se trataban—, pero entiendo tu preocupación.
—No sé qué pensar, Zeth —Andrea se llevó las manos a la cabeza y gritó con fuerza.
—Creo que deberías dejar de preocuparte tanto por ellos —siguió diciendo el chico entendiendo un poco el acomodo de los papeles.
—¿Cómo puedo no preocuparme por ustedes? —La chica se apoyó sobre el escritorio—. Si cada que se van lejos me invade un sentimiento de desesperación por no poder apoyarlos en nada. Cuando pasó lo de Hank no sabes lo angustiada que estaba por ustedes, ni hablar cuando Mike fue secuestrado y ahora con esto, fue mil veces más fuerte que antes y mira como resultó.
—Es cierto que las cosas se han puesto muy difíciles en esas situaciones, creo que cada aventura que tenemos va subiendo en intensidad, pero hemos salido vivos de ellas—Zeth le puso una mano en el hombro.
—Yo confío en ustedes, sé que son ingeniosos y que juntos pueden salir de cualquier situación, pero no soporto ver que lo hagan tan heridos —Andrea casi lloraba al recordar el estado de ellos y las situaciones que pasó en esos últimos dias con el descontrol de sus poderes—. Y en esta ocasión… fue distinto, anteriormente pude ayudarlos en algo o tratar, o simplemente hice algo, pero ahora estuve todo el tiempo en aquel maldito barco sin poder mover un maldito dedo porque nadie quería moverse.
—¿A qué te refieres? —preguntó Zeth. Curioso por eso que no había escuchado.
—No lo sé, Meegwun dice que algo raro estápasando, pero yo solo vi el miedo en todos ellos. En especial en el jefe. Siempre diciendo que no se podía.
—Tal vez Meegwun tenga razón, casi siempre la tiene—dijo Zeth poniéndose en pie—, pero ahora no es momento de jugar al detective, debemos esperar a que los chicos se mejoren y seguir trabajando, hay demasiados crímenes en esta ciudad.
—Lo sé, gracias por apoyarnos tanto —respondióAndrea—. Te prometo que nada más termine de revisar los archivos de estos chicos y te traeremos apoyo, entonces podrás disfrutar de estar de regreso en casa.
—No te preocupes, Andrea — Zeth sonrió, teníamucho que agradecerle y hacia lo que podía por ella. Nunca nadie se había preocupado así por él, ni le habíamostrado tanto aprecio. Se levantó dispuesto a irse—, pero tendrás que pagarme muy bien —Zeth puso su cara máspervertida posible y luego rio como loco mientras daba pasos lejos del cubículo de Andrea.
La chica sonrió. Le gustaba tenerlo de vuelta, les había hecho mucha falta a todos, en especial a ella. ¿Cómo pudo aguantar tanto tiempo sin ir a buscarlo? Cuando inició su aventura nunca imaginó que las cosas llegarían a ser tan difíciles, pero ahora se daba cuenta que ella también necesitaba darlo todo si quería que sus niños siguieran sanos y salvos.
Fue difícil escabullirse sin que Andrea o Aya los viera. Salieron a primera hora de la agencia vistiendo sus uniformes, pues no tenían nada de la ropa que solían usar. Eso les ayudó a pasar un poco desapercibidos entre tantos agentes y visitantes de la ASC. Caminaron varias calles en dirección a la ciudad hasta detenerse en una para de autobuses, aun no se recuperaban por completo y lo notaban en sus entumidos cuerpos.
Sin querer se quedaron dormidos al tomar el autobús al aeropuerto, afortunadamente el chofer los despertó anunciando su última parada. Bajaron y ahí tuvieron la suerte de encontrar un vuelo que salía en las siguientes horas. Tuvieron que esperar un poco, aprovechando para buscar algo de comer.
Los nervios en Santiago eran evidentes con su constante temblar de manos y el movimiento frenético de su pie. No sabía si estaba listo para volver a su hogar y afrontar la realidad de que ella ya no estaba ahí, durante mucho tiempo llegó a pensar que todo fue producto de su imaginación, y que Leah se encontraba en aquella ciudad, tal vez con alguien más o solo esperando su regreso, pero la realidad era otra, una que no podía encerrar por siempre como a aquel sujeto que le arrebató la vida a su mejor amiga.
Hasta ese momento, no había caído en cuenta que ese hombre vivía preso debajo de la ASC, un lugar que Santiago había pisado todos los dias durante el último año y medio. Aun así, pensar en verlo le revolvía todo en su interior y le hacía sentir rabia, no lo perdonaría nunca.
Editado: 08.05.2023