Mike despertó con la compañía de la amoratada Marla. La chica estaba cerca de él, leyendo un libro mientras comía una barra de chocolate con cacahuates y caramelo a un ritmo que hubiera derretido el chocolate en otro momento. Mike la observó en silencio, las marcas de la pelea aun eran muy notorias en su blanca piel, aunque ya comenzaban a tener un color verde en algunas partes, señal de que estaba mejorando.
Mike puso su mirada en el techo, aun sentía la asfixiante sensación de estar encerrado en su pecho. Se suponía que él fue liberado, que ya no pertenecía a nadie y podía hacer de su vida lo que quisiera. Observó las palmas de sus manos donde alguna vez tuvo marcas que simbolizaban su esclavitud, pero que ahora solo eran cicatrices como recordatorio para él de que era libre.
Una libertad que se vio opacada por la colosal fuerza de Edgardo y por su patética actuación al momento de enfrentarlo. Lo dio todo ¿Y qué resultado tuvo? Un brazo roto, más de una costilla quebrada y varias otras partes del cuerpo astilladas, sobrevivió por el milagro. Mike no era fuerte, era muy débil. Eso le había costado a Alonso el destrozar su cuerpo y a sus demás amigos un daño del que en parte se sentía culpable, Mike debía ser capaz de defenderlos y ayudarlos como ellos le ayudaron a liberarse de Koch.
Tenía que ser fuerte para poder pagar su deuda con Nicole. Aprovechar al máximo la segunda oportunidad que esa pequeña le regaló y el don que sin querer le habíatransferido. Suspiró agobiado por tantos pensamientos, no debía estar en esa cama, tenía que levantarse y salir a entrenar.
—No puedes levantarte —Le dijo Marla desde su asiento. Cerró su libro, lo puso a un lado y con cuidado recubrió el chocolate que se estaba comiendo. Mike la miró confundido—. Conozco esa mirada tuya, Mike —siguió diciendo la de cabellos chinos—. Se que algo te desespera y quieres hacer algo al respecto.
—No puedo… —Mike suspiró frustrado—. No quiero seguir aquí acostado sabiendo que soy un inútil, que en cualquier momento alguien vendrá y…
—¿Nos matara? —terminó de decir Marla. Mike asintió con el nudo en la garganta, desesperado por aquella idea—. Llevo desde que desperté pensando lo mismo, Mike. No me saco de la cabeza la idea de volver a ver a cualquiera de esos tres sujetos y no poder hacer nada nuevamente —Marla respiró hondo, el miedo la hacíaestremecer y terminar abrazándose, al borde de comenzar a cantar por mero impulso—. Solo hace unos dias estábamos hablando de lo mucho que habíamos mejorado, pero después de esto…
—Es como si jamás hubiéramos entrenado —continuó Mike sabiendo a la perfección lo que Marla decía. Aun recordaba esa platica tan divertida, que parecía lejana después de su vivencia en la isla.
—Si —afirmó Marla.
Se quedaron en silencio un rato, con los sentimientos en el pecho haciendo una fuerte presión. Marla veía de vez en cuando a Mike. Un fugaz recuerdo cruzó su mente en ese momento, hace seis meses él estaba en una condición similar. Sin embargo, a diferencia de aquella vez, Marla podía sentir una pequeña sensación de incomodidad en el silencio entre ambos que antes no estaba ahí. ¿Desde cuándo se habían distanciado tanto como para que comenzara a sentirse así?
Aun quería a Mike de una manera especial, más que a cualquier otro de los chicos, pero podía sentir como ese gran amor que tenía por el comenzaba a menguar, su corazón ya no latía como antes por Mike y eso le dolía mucho. Siguió el consejo de Alonso de darle tiempo, pero solo parecía que el tiempo los alejaba cada vez más.
—Mike —habló primero ella—. ¿Qué has pensado sobre lo que paso hace seis meses?
—¿Qué de todo? —preguntó Mike sintiéndose confundido.
—Sobre lo que te dije que siento por ti —Marla agachó la mirada con vergüenza, respiró profundo y siguió—. Sobre el beso que te di y todo eso.
—Yo… —Mike apartó la mirada sin saber que responderle, realmente había pensado muy poco en ello. Disfrutaba tanto de su compañía y de los demás, y buscódisfrutar su verdadera libertad que no pensó en Marla—No lo sé aún —soltó, pensó unos segundos antes de seguir—. Me gustaría experimentar ese sentimiento, pero no estoy listo. Yo no sé qué hacer y no me gustaría lastimarte.
—Ya veo —Marla se levantó de su asiento con calma—. Iré a avisarle a Aya que despertaste. No trates de moverte o te pateo —Le amenazó.
Marla salió de la sala de entrenamiento. Le comenzó a doler la cabeza por todas las ideas que trataba de acomodar en su mente. Se recargó en el elevador, no sabía que sentir con respecto a Mike. Esperaba esa respuesta desde antes de preguntarle, y le dolía saber que no tendría una oportunidad en un futuro próximo con él, pero no le dolió tanto como pensó ¿Por qué? Quería llorar, pero no sabíaque de todo era lo que la hacía sentir así. Por supuesto que Mike tenía que ver, pero ¿Era completamente por él?
Salió a paso lento de la agencia, atravesó la recepción con calma, bajó las escaleras una por una siempre atenta a donde pisaba y caminó dentro de los perímetros de la agencia hasta encontrar una banca donde sentarse, a solo unos metros de la entrada. Se sentó y aguantó el llorar lo mejor que pudo, no tenía porque llorar por todo. Debía ser fuerte y aguantar como los demás lo estaban haciendo. Debía seguir mejorando y dejar de ser tan cobarde.
Pasado el tiempo decidió volver a la altura de su libro donde se perdió durante un buen rato, ignorando a los agentes que hacían sus rutinas en las partes laterales del edificio, a la gente que entraba y salía de la ASC en busca de ayuda o trabajo, se metió tanto en su libro que no pudo distinguir una alta figura que pasó cerca de ella y la observó un breve momento.
Editado: 08.05.2023