Agencia de Seguridad Civil

Capítulo 1: ASC

Las horas pasaron lentas en su vuelo, Andrea consiguió un avión tan pronto le fue posible para así poder transportar a sus pequeños. Estaba emocionada, a punto de iniciar una nueva vida con ellos. Nunca se imaginó que una misión le cambiaría tanto la vida. Pasó el tiempo y después de volar bajo por el enorme bosque de alta vegetación que cubría el ochenta por ciento del continente Central, vieron los primeros rascacielos de la ciudad.

Alonso y Nicole se acercaron a las ventanas, torciendo el cuello para ver los edificios que lentamente crecían en tamaño a su vista. No eran nada comparados con la ciudad natal de Kevin, que tenía edificios habitacionales y comerciales, pero que no excedían los diez pisos de altura.

El avión sobrevoló la gran ciudad Solé. Mostrando la maravilla de sus enormes edificios. Tan altos que si estiraban la mano podían tocarlos. Todos estaban fascinados con los edificios, las antenas y las calles que apenas y podían ver, nunca habían tenido a su alcance un lugar como ese. A medio vuelo la fascinación aumentó, en el centro de la ciudad había un parque enorme, con árboles gigantescos y dos lagos a ambos extremos.

Andrea los llamó a todos al otro lado del avión, señaló un edificio, un poco alejado de la ciudad, las orillas del bosque. Era un rascacielos de gran altura de un color plateado con una entrada y un patio al que apenas se le veía fin por la pequeña barda que lo rodeaba.

El avión dio la vuelta a la ciudad hasta aterrizar en un aeropuerto muy moderno. Un complejo de edificios de color blanco. Con grandes ventanales que daban a la pista de aterrizaje y hangares llenos de aviones, avionetas y demás. Descendieron tan pronto se abrieron las puertas y las escaleras a la pista fueron aseguradas.

Quedaron sorprendidos, el aeropuerto era mucho más grande que los que habían visitado antes. Tantos aviones, tanta gente... la gente. Santiago miró hacia el edificio que estaba a un costado de donde aterrizaron, desde los ventanales se podía ver un tumulto de personas tomándoles fotos, grabando con sus celulares o solo viéndolos. Todos imitaron a Santiago, dándose cuenta de las decenas de miradas.

—¿Por qué gritan? —preguntó Alonso concentrándose en las expresiones de la gente.

—¿Nos apoyan o nos odian? —Zeth se acercó aúnmas al publico que no dejaba de agitarse.

—Y-yo… creo que están enojados —Marla sintió mucha incomodidad al ver como la gente se agitaba, sentía que se le lanzaban encima y eso no le gustaba.

—¿Acaso les tienes miedo? —Kevin se puso a su lado, con los brazos apoyados en la cadera.

Marla no pudo evitar sentirse incomoda y bajó la mirada apenada. Andrea se acercó a ella tomándole la mano y dando la orden de seguir adelante. Ahí surgió la duda de Andrea de cómo fue que tanta gente se enteró de su llegada. Alonso y Marey fueron los últimos en moverse, prestando mucha atención a las personas. Siguieron a la chica de cabello corto hasta la entrada de un hangar, custodiado por un par de hombres de uniforme negro y un par de armas.

El interior del hangar era enorme, suficiente para guardar cuatro aviones como en el que viajaron, y otra gran cantidad de equipo que almacenaban. Hombres iban y venían con los equipos que bajaban del avión. Y hasta el fondo vieron a un hombre, de unos treinta años, que estaba recargado en el cofre de una camioneta negra, con los brazos cruzados y un pie encima de la defensa. Su aspecto era como el de un motociclista, una chaqueta de mezclilla y camisa blanca debajo, unas botas negras y la pañoleta atada a la cabeza; ocultaba su mirada tras unos lentes de sol.

Al ver a Andrea acercarse a él se incorporó rápidamente y fue a saludarla dándole un gran abrazo. Después unos segundos de un emotivo abrazo, el sujeto puso su atención en los jóvenes que acompañaban a su amiga. Los vio de pies a cabeza uno a uno. Luego se quitó las gafas, enseñándoles un par de ojos negro, tan profundos como la noche. En su rostro dibujó una sonrisa de oreja a oreja, mientras los saludaba a todos con un apretón de manos.

—Chicos —habló Andrea colocándose entre ellos y el hombre—. Él es Lawrence. Sera el encargado de transportarlos a todos en sus misiones. Es el mejor piloto, chofer y capitán que he visto en mi vida.

—Sera que es el único que has visto —Bromeó Lawrence con una gran sonrisa—. Mucho gusto he oído muchas cosas de ustedes. Sé, como todos los que los miraban, de lo que son capaces. Será un placer ayudarlos en sus misiones. Cualquier cosa que necesiten no duden en pedírmela, es mi deber llevarlos a donde necesiten.

Al verlo a simple vista era un sujeto muy agradable. Duraron un par de minutos más conociéndose. Liberando el estrés del vuelo y la desconfianza que pudiera haber.

Ya más tranquilos, subieron dentro de la camioneta, Lawrence puso marcha y salieron a la ciudad. El recorrido fue largo, lo suficiente para dejar a los chicos conocer más de la ciudad. Las calles estaban repletas de automóviles, personas caminando de un lado a otro y otras cuantas en bicicleta o patineta. Era maravilloso observar los grandes edificios de la zona centro, teatros de gran amplitud, cines y los parques que le daban un tono distinto al paisaje grisáceo de la ciudad. Los chicos disfrutaron mucho, unos más sorprendidos que otros, pero a fin de cuentas nadie se quedaba sin tener una expresión.

El conductor echaba un par de miradas por el retrovisor de vez en cuando. Alonso y Mike mirando por todos lados, deleitando su vista con cosas tan comunes para los demás. Eso le hizo pensar ¿realmente es tan emocionante? Y sin quererlo, en un semáforo, quedó con la mirada perdida en lo que sucedía a su alrededor. Ese hombre en zancos que repartía volantes con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Al seguir adelante escuchó los ronquidos de Santiago y las quejas continuas de Zeth para callarlo. También Kevin estaba, molestaba a Marey muy de vez en cuando jalándole el cabello, provocándola y haciendo que quemara los asientos.



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En el texto hay: comedia, drama, peleas y accion

Editado: 09.05.2022

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