Agencia de Seguridad Civil

Capítulo 3: Escuadrones

Comenzaron a creer que las "Bienvenidas" no eran para ellos. Primero un viejo amargado que solo servía para regañarlos y ahora ¿Qué tenían? Un soldadito mandón que no dejaba de gritar que se apresuraran. Ya pasaban de las tres de la mañana y aún seguían dando vueltas al campo de entrenamiento, por lo menos quienes podían; Santiago había caído después de la vigésimo sexta vuelta y Marla simplemente desfalleció por tanto esfuerzo. Los que aun podían continuar ya estaban en las últimas, las piernas les ardían como el infierno y la respiración les hacía falta. Todo gracias a la genial idea de Kevin.

Andrea salió de la casa con una taza de café para Meegwun, Nicole se había quedado dormida hace un par de horas ya, descansaba en su habitación como un angelito. Meegwun bebió un poco del café sin dejar de observar a los chicos. Le causaba placer verlos sufrir con un ejercicio tan ligero. Meegwun era un hombre de casi treinta años. De rasgos asiáticos, con su cabello oscuro y los ojos rasgados. El primer amigo y maestro que Andrea tuvo al iniciar en las filas de la agencia, formaron parte del mismo equipo antes del accidente. Tenían una relación complicada, nunca concordaban en nada, pero Andrea estaba segura de que, si tuviera que confiarle su vida, lo haría.

—Esto es ridículo —dijo Marey. Se detuvo con las manos apoyadas en sus piernas, tomando todo el aire que podía—. Yo... ni siquiera formé parte de esa idea.

—Basta de charlas —gritó Meegwun—. Tú eres la líder de estos chicos...

—¡¿Qué?! —interrumpieron los demás con una expresión de espanto. Incluso Marla y Santiago levantaron la cabeza del suelo para asegurarse de que lo que escucharon no fuera una broma.

—Así es —siguió hablando el entrenador—. Te guste o no tu trabajo será estar a cargo de todos ellos. Mantenerlos a raya tras cada instrucción, evitar que cometan errores o que mueran. Y has fallado en tu primer día, no lograste que se mantuvieran dentro de la mansión, en cambio te quedaste dentro, vagando por los pasillos.

—Esa no es mi culpa —protestó la chica acercándose al hombre. Quiso contestar al regaño, pero cuando pensó en su respuesta prefirió guardar silencio.

—No se permite decir eso —La mirada de Meegwun era seria, casi inexpresiva. Sus ojos penetraron a los de Marey, como si estuviera buscando debilidad en su interior. Sostuvieron la mirada durante unos segundos antes de que el mayor le diera un sorbo a su café y volviera a hablar—. Todo lo que ellos hagan será tu responsabilidad.

—No quiero esto —respondió la chica—, ¿Por qué no eliges a alguien más?

—¡Alonso puede ser el líder! —gritó Nicole emocionada, llamando la atención del moreno—. El va a ser el próximo líder en nuestra tribu.

—¿Jefe de tribu? —pregunto Meegwun alzando una ceja.

—Iba… iba a ser —respondió el moreno volteando la mirada. Al pensar en eso, sentía como el dolor de no pertenecer a la tribu era mas grande que el de ya no ser su futuro líder, de eso sabia que no estaba preparado y quizás nunca lo estaría.

—Entonces Marey se quedara como la líder —respondió Meegwun, sonrió burlonamente a la morena quien frunció el seño nada mas verlo.

Marey se llenó de furia, quería decirle tantas cosas a ese sujeto en ese momento. Expresarle lo que sentía dentro y la opinión de ser la líder de todos ellos, pero no se permitió hacerlo. Su temperatura subía a tal grado que pudo ver a Meegwun sudar y el vapor salir de todas las partes de su propio cuerpo. No respondería por más que quisiera, tan solo volvería a suceder lo de esa mañana en el laboratorio de Aya.

El hombre dio la orden con un grito potente para detenerse. Todos cayeron rendidos al suelo sin energías, ni ganas de mover un musculo en lo que les quedaba de vida. Marey fue la única que se quedó en su posición intentando mantener la calma y no quemarle la cara y algo más a Meegwun.

Santiago se levantó del suelo para sorpresa de todos, sus movimientos eran torpes. Sus músculos estaban engarrotados lo que le hacía difícil andar. Fue hasta donde se encontraba el entrenador y lo observó durante un momento. Medía aproximadamente lo mismo que Marey, eso le causo gracia. Delgado y aun así era todo un brabucón, seguramente era solo por ser el entrenador que se sentía tan grande frente a ellos.

—¿Sucede algo? —preguntó Meegwun al sentirse incómodo con la mirada de Santi.

—Así que... —Santiago acaricio su barba—, ¿Nuestro entrenador es un asiático?

—¿Eso tiene algo de malo? —La tensión se concentró en ellos dos. Santiago no podía dejar de pensar en lo curioso que era.

—No lo sé —dijo Santi dándole otro rápido vistazo—. Es curioso que seas tu quien nos entrenes.

—¿Crees que ser asiático es la razón principal de que sea su maestro? —En la cara de Meegwun se dibujó una sonrisa de diversión pura—. ¿Qué todos los asiáticos tenemos que saber de artes marciales? ¿O que tener un gran gimnasio que defender para no ensuciar nuestro honor? Eso es racista ¿Sabes?

—Pero eres nuestro entrenador que sabe artes marciales, y eres asiático. ¿No crees tú que eso lo vuelve cierto?

—Por favor, esos estereotipos de mierda —respondió el otro. Estaba acostumbrado a esos comentarios y nunca le habían hecho tanta gracia como en estos momentos—. Solo mira a tus compañeros. Uno de ellos también parece asiático —señaló a Mike.



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En el texto hay: comedia, drama, peleas y accion

Editado: 09.05.2022

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