Agencia de Seguridad Civil

Capítulo 19: Ultima oportunidad

Santiago golpeaba con torpeza a quien se le acercara. Ni uno solo de los prisioneros habían concretado el escape, todos fueron derrotados y sometidos por los chicos. Incluso la pequeña Nicole ayudó a Lily cuando, incapaz de mantener su forma gigante, fue atacada por muchos a la vez. Meegwun y los demás acabaron con los demás en un parpadeo y ayudaron como pudieron contra los Dobles enemigos. Santiago observó el cansancio de sus compañeros, los prisioneros les llevaban mucha experiencia en combate de ventaja. 

Un grito hizo reaccionar a Santiago. La mujer que lanzaba púas de su cuerpo dejó mal herida a Karina y se adelantaba a la entrada junto a otros prisioneros más. Howard se plantó en la puerta como una muralla, después del golpe del de la barba quedó inconsciente, pero aquel grito lo hizo reaccionar. Santi se lanzó hacia afuera, debía detenerlos de cualquier manera. Observó las macetas a su alrededor y aquellos árboles que adornaban la entrada. Se paró al lado de Howard e hizo que la tierra del jardín y saltara hasta su lugar. Creó una muralla que apenas y cubría la mitad de la entrada.

Esli también se acercó. A sus espaldas dejó salir la masa café y cubrió la otra mitad de la entrada. Algunos soldados que aún estaban en pie se plantaron frente a los chicos apuntando con sus armas neutralizadoras. Mailin bajó del techo como araña, muchos otros reclutas nuevos se pusieron delante. Los prisioneros menguaron el paso, sabiendo que sus fuerzas no serían suficientes para atravesar a esos chicos.

—Demasiado tarde para rendirse —Se burló Esli golpeando su puño en la palma de la mano. Los prisioneros los miraron frustrados. Más agentes los rodearon apuntando con sus neutralizadoras.

—Fue un buen intento —Meegwun se acercó a los chicos, orgulloso de su lucha—, pero están acabados ahora.

—¿Escuchaste eso, hermanita? —Una dulce risa distrajo a todos. Un par de niñas estaban en el segundo piso, en la barandilla de la cafetería. Ambas vestidas de la misma forma, con un vestido de color negro con algunos reflejos morados, además de cadenas y púas por todos lados. Con pulseras de cuero negro. Con maquillaje oscuro. Lo único que les distinguía era su corte de cabello, una de pelo corto hasta los hombros, y la otra, largo hasta debajo de la cintura.

—Si, estos niños se creen mucho por detener a unos bandidos de cuarta —respondió sin ánimos la de cabello corto.

—¿A quién le dices niños maldita mocosa? —gritó Mailin enojada—. Ustedes son los únicos infantes aquí.

—Por supuesto que a ustedes —Un escalofrío cubrió a todos. La de cabellos largos apareció entre ellos en un parpadeo, ni siquiera lo notaron. Voltearon al segundo piso y ahí estaba la otra mirándolos con desinterés—. Les voy a patear el trasero.

—No me importa que seas una niña, si estas con ellos te voy a detener igual —Esli estiró su brazo tratando de lanzar su masa, pero no funcionó. Su brazo quedó intacto, el sentimiento de miedo y desesperación se apoderó del recluta, siempre había vivido con sus poderes ¿Por qué le fallaban ahora?

—Ni siquiera lo intenten —respondió la otra— Tu —señaló a Santiago—, vienes conmigo —La pequeña saltó dando una mortal hacia adelante, agarró a Santiago de la nariz con dos dedos y le derribó hacia atrás. Ambos atravesaron el suelo desapareciendo de la vista de los demás.

—¿A dónde fueron? —preguntó Roxy.

—La otra tampoco está —aclaró alguien más.

—¿Qué es lo que hicieron? —Se preguntó Esli mirando su brazo. Intentó crear su masa, sintió alivio al ver sus dedos cubrirse de ella.

—No lo sé —Howard se le acercó—, pero a mí también me afectó.

—A todos —Meegwun los observó. ¿Qué querían de Santiago? ¿Por qué solo llevárselo a él?—. Apresúrense y llévense a los heridos a enfermería, los que tengan más energías lleven a los prisioneros a sus celdas. Cuando terminen regresen conmigo, tenemos que encontrar a Santiago.

—Al fin deciden dejar de jugar a los encantados —Gabriel se acercó a ellos con su expresión apática.

—¿De qué hablas? —preguntó Meegwun por todos.

—No sé si lo notaron, pero estuvieron todos quietos mientras esas dos chicas se llevaban a Santiago —Gabriel les enseñó un video en su dispositivo. Se les veía a todos mirando hacia la nada, mientras Santiago era arrastrado por ambas niñas.

—Imposible —exclamó Esli—. Nosotros vimos cómo se lo llevaba por el suelo.

—¿Acaso fue un sueño? —insistió Howard.

—Fue una ilusión —aclaró Meegwun—. Esas niñas nos hicieron ver lo que querían que viéramos. Deben ser Dobles como ustedes, una de ellas es la que les quitó sus poderes.

—Meegwun —voltearon a ver a Gabriel todos—, acompáñame, se quién está detrás de todo esto. Los demás ayuden a los agentes con la retención y el encarcelamiento de los prisioneros.

 

Hank se notaba desesperado, llevaba rato observando su teléfono y golpeando la mesa con su índice sin parar. Las noticias corrían una tras otra sin la novedad que Hank tanto esperaba. Hacía más de una hora que debían llamarlo. Andrea no tenía miedo de mostrar una sonrisa victoriosa al verlo de esa manera. Los minutos pasaron y la hora para iniciar con el espectáculo se acercaba. La impotencia se apoderó de Hank y levantó el teléfono molesto, pero alguien interrumpió. John entró con su sonoro sorbo por la nariz y una sonrisa en su rostro.



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En el texto hay: comedia, drama, peleas y accion

Editado: 09.05.2022

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