Agencia de Seguridad Civil: Encadenado

Capítulo 8: Cena familiar

No supo en qué momento su cuerpo dejó de reaccionar. De repente todo era tan oscuro y doloroso. La sensación de miles de navajas cortando lentamente su piel lo envolvió, y por más que trató de gritar no pudo hacerlo, ni siquiera fue capaz de hacer que su propio cuerpo reaccionara a sus órdenes. Lo peor fue cuando el dolor tan insoportable lo tuvo a punto de desmayarse, pero terminó más despierto que nunca por la fría corriente eléctrica que escalaba por su espalda.

Su cuerpo comenzó a moverse solo, guiado por las frías cadenas que lo ataban a Koch. Pasó la noche derrumbado en un rincón, junto a la ventana, en la lujosa habitación de Koch. Ni siquiera sintió el frio de la noche, no pudo ni pegar el ojo por el dolor en su cuerpo. Lo más tranquilo que tuvo fue esa mañana, donde Koch lo abandonó en su habitación por un largo rato. Al volver lo volvió a arrastrar, manipulándolo como un juguete. Volvieron a tomar carretera hasta la ASC, donde pudo escuchar claramente las amenazas de Koch hacia Gabriel.

Su verdadera tortura fue cuando escuchó el elevador abrirse y con él a Marla llamándole una y otra vez. Quería voltear, quería ver a sus amigos una vez más. Fue jalado como animal, entonces pudo ver a Marla atada por las cuerdas de Clara. Quería moverse y ayudarla, pero no podía ni siquiera responder a su incesante llamado. La impotencia lo estaba volviendo loco, trataba de sacar de su interior un grito de auxilio, pero se quedó ahí, dentro.

Fue doloroso tener que alejarse de ellos otra vez sin siquiera poder hablarles, sin mirarles el rostro. No supo en qué momento cayó inconsciente.

 

Marla siguió corriendo por el bosque hasta que sus piernas no pudieran más. Siguió en línea recta lo mejor que pudo. Se detuvo cuando su cuerpo ya no daba para más, observó a su alrededor. Solo había árboles, arbustos y muchos sonidos extraños de animales. Buscó en su mochila una linterna, la encendió y rápidamente un par de animales corrieron de su vista. Dio una vuelta completa, asegurándose de que no hubiera más de esas cosas. Entró en duda sobre esperar a Alonso o no, pues siempre existía la posibilidad de que Marey lo atrapara. ¿Qué hacía? Todo segundo era importante en intentar ayudar a Mike.

Se ajustó las mochilas a ambos lados de su cuerpo y emprendió camino. Se guio con su lampara por un buen rato, cuidándose de cualquier ruido que no reconociera. En el camino se encontró con algunos insectos entre las ramas, lechuzas abriendo vuelo al cielo y casi tropieza más de una vez con las ramas de los árboles.

Se alteró mucho al escuchar un fuerte ruido, no distinguía desde donde se aproximaba, pero si sabía que se estaba acercando. Corrió asustada sin rumbo, podía ser cualquier cosa, no solo Alonso. Se escondió entre los árboles esperanzada a que lo que quiera que fuera esa cosa no la encontrara. Guardó silencio y en un rápido movimiento apagósu linterna. La criatura se acercó con cautela hasta donde ella estaba. Marla se quedó petrificada al sentir como casi la toca. Respiró hondo, aguantó lo más que pudo, pero no pudo soportar cuando sintió que se aferraba a ella. Gritó despavorida mientras caía hacia atrás al tratar de correr.

—¡Te asuste! —gritó Nicole con los brazos extendidos al cielo—. Lo siento, hermanita, no pude resistirme.

—Ni… Ni… Nicole —Marla trató de recuperarse del susto, pero sentía como el pecho se le cerraba y el aire no entraba— ¿Qué haces aquí? Es muy peligroso.

—Lo sé —respondió la niña con una sonrisa— Por eso cuando vi que corrías hacia aquí te seguí.

—No, Nicole. No lo entiendes, tienes que volver a casa antes de que nos descubran —Marla se arrodilló, agarró por los hombros a la niña, quería que le entendiera, que se diera cuenta de lo peligroso que era lo que Marla hacía.

—Pero tú vas a ayudar al hermanito raro ¿No? —Marla se quedó en silencio, no quería ilusionarla con algo que ni siquiera ella estaba segura de poder conseguir— Yo te quiero ayudar.

—No puedes, Nicole —insistió Marla. Se sentía abrumada por la confianza que Nicole mostraba a su corta edad, deseaba tener, aunque sea la mitad, de su seguridad—Tienes que volver, por favor.

—No, yo quiero ayudarte hermanita. Por favor —La pequeña usó la trampa más antigua que un niño podía conocer, sus ojos de perrito triste.

—Nicole —Alonso llegó trotando hacia ellas, la pequeña Nicole le sonrió, como todo niño que sabía que hizo una travesura— Debes volver a casa.

—Por favor, Alonso. Quiero ir con ustedes —pidió la otra con cara de pucheros—. Nunca me dejas salir de casa y cuando lo hago estoy encerrada en aquel feo edificio, quiero salir al bosque.

—Sabes que no podemos hacer eso Nicole —Alonso se le acercó con una mirada comprensiva. Entendía que Nicole no tenía esa vida llena de libertades para explorar y hacer lo que quisiera desde su llegada a la ASC, pero no quería dejarla sola y que le pasara algo malo después de lo que sufrió por su culpa— Si el abuelo nos encuentra no sabemos que nos haría.

—El abuelo no es malo —dijo la niña— Él nos permitiría regresar, yo lo sé.

—No lo sabemos, por eso debes quedarte en casa.

—Pero Alonso… —Nicole se retorcía en su mismo lugar. Agarró al moreno del brazo y lo llevó aparte, lejos de donde Marla escuchara.

—Oigan, no me dejen sola —pidió la chica apresurándose a tomar su lampara.



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En el texto hay: drama, accion, aventura

Editado: 19.09.2022

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