Agencia de Seguridad Civil: Encadenado

Capítulo 9: Guardianes del bosque

Mike permaneció en una esquina de la oscura habitación. Llevaba encerrado toda la noche, durmiendo en intervalos. Despertaba asustado con todo golpe que se escuchaba tras aquella puerta, pensando que en cualquier momento Koch haría acto de presencia y le volvería a inyectar aquel líquido que tanto dolor le causó. Cerró sus ojos una última vez a las cuatro de la mañana antes de volver a abrirlos por causa de un estruendoso golpe. Mike se sobresaltó al punto de ponerse de pie de un salto. Buscó a su alrededor la fuente de tal alboroto. Algo hecho de cristal se estrelló en el piso destruyéndose en cientos de pedazos.

Se apartó un poco de aquella esquina donde había encontrado refugio. La luz apenas entraba por las ventanas, recubiertas por barrotes de metal, que estaban en la parte alta de una pared de roca. Se encontraba en un laboratorio con seis mesas de trabajo, todas llenas de tubos de ensayos, mecheros y muchos instrumentos que desconocía. Caminó entre las mesas observando los goteros que lentamente soltaban un líquido morado sobre otro azul hasta difuminarse.

De nuevo el sonido de un cristal rompiéndose. Mike se giró por completo, en el suelo estaba otro cristal roto. Mike observó la mesa, donde había más tubos de ensayo como esos, estiró su mano y en unos segundos aquel artefacto de cristal se ensambló en uno solo junto a los demás. Una risa escalofriante hizo que Mike se alertara, parecía venir de todos lados.

– Shh… Shh… aquí atrás.

Mike dio un brinco del susto, retrocedió un par de pasos hacia atrás alejándose de un hombre entrado en años. Su cuerpo era delgado, casi a los huesos, con cara afilada que terminaba en una pequeña barba de chivo, y una nariz puntiaguda. Sus cabellos caían sobre su rostro en ondas enmarañadas, como los de Marla, pero sin el cuidado que la chica le daba. El sujeto sonreía, haciéndole ver demasiado maniático con aquellos ojos saltones de color.

—¿Qui… quien… eres? —preguntó Mike tratando de no equivocarse hacia quien hablaba. Todos en ese castillo parecían ser más importantes que él, y no quería arruinarlo todo.

—Oh… Oh… Oooh… —El hombre cerró sus ojos al tiempo que se llevaba una mano a la barba y la acariciaba—Esa es la mejor pregunta que has podido hacer —rio, primero bajo luego con extrema diversión. Dio un salto sobre la mesa a su lado, sin importarle tirar los instrumentos o sus contenidos. Estiró sus brazos hacia las ventanas, imitando a los fisicoculturistas. Yo soy el hombre más mortal de todos sobre la tierra, protector de los venenos y una cara bonita —Aquello ultimo lo dijo haciendo una pose linda y guiñándole un ojo al chico—. Muchos me llaman loco, otros me llaman científico, pero tu… —El viejo se acercó lentamente a su oído mientras acariciaba su cara con su mano izquierda y le susurraba—. Tú puedes llamarme… Melvil.

El pobre Mike estaba muy confundido. Entre toda la gente que había visto en aquel castillo, nadie sobre salía tanto como Melvil. Sus expresiones y ademanes tan remarcados. Esa mirada que, a pesar de verse como la de un lunático, era tan alegre. De alguna manera su locura lo hacía sentir de nuevo con los chicos. El viejo tiró de su cabello tan fuerte que desprendió un mechón.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó adolorido. Se llevóuna mano a la cabeza, entró en pánico al sentir un pequeño hueco faltante.

—¿Tienes idea de lo difícil que es hacer una bola de cabellos humana cuando no te visitan nunca? —Melvil guardo el cabello en uno de sus bolsillos del pantalón de lana gris que llevaba puesto—. Y bien chico. ¿Qué eres tú?

—¿Yo? —Mike dudó con incomodidad al sentir a Melvil observando cada parte de su cuerpo de cerca—. Soy… Mike.

—Respuesta equivocada —chilló Melvil jalándole del collar, el cual inmediatamente comenzó a emitir un sonido que alertó. Melvil le soltó dejándolo caer—. Vaya, eres un gran invitado al parecer. Y bien Mike ¿Qué te ha traído a mis aposentos?

—Esto… —Mike se puso de pie tan pronto pudo—Koch…

—Ah ese desgraciado —escupió Melvil con mucha ira—.muchas veces le he dicho que no se acerque a mi laboratorio, siempre vuelve el panzón.

—Soy su esclavo —susurró Mike avergonzado.

—Bueno, podría ser peor —Melvil caminó entre las mesas. Se colocó una máscara de gas y comenzó a hacer uso de los instrumentos de laboratorio—. Podrías ser un miembro de su familia.

—¿Qué? ¿Qué dices? —Mike se acercó a Melvil de inmediato. Hasta ese momento había ignorado por completo la ausencia de sus medios hermanos y de la mujer de Koch. ¿Qué había sucedido?

—Koch los asesinó a todos —respondió Melvil sin verle a los ojos. Causando un gran impacto en Mike que no podía terminar de creer esa noticia—. Ryanace le pidió que hiciera eso si quería de su ayuda. Si te interesa después podemos ir a ver sus cadáveres.

—N-no… No es cierto… ¿Por qué? —Mike se recargó en la mesa tratando de procesar la noticia. ¿Cómo podía Melvil decir todo aquello sin sentir asco o terror?

—Es muy cierto, yo lo vi todo. Sostenme esto —Le entregó a Mike un cilindro con un líquido transparente que burbujeaba a pesar de no estar caliente—. Ese desgraciado está dispuesto a hacer lo que sea con tal de volverse el miembro del Alto mando más poderoso de todos. Parece que su ambición es proporcional a su barriga, porque es descomunal.

Melvil rio solo, Mike aun no terminaba de entender como alguien podía ser tan cruel y asesinar a su propia familia, además ¿Qué clase de persona era Ryanace que le pidió a Koch semejante atrocidad? Esa falsa sonrisa y amabilidad de Ryanace nunca se la creyó.



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En el texto hay: drama, accion, aventura

Editado: 19.09.2022

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