Agencia de Seguridad Civil: Encadenado

Capítulo 10: El soldado perdido

Ryanace entró en aquel oscuro y frio lugar. Le desagradaba tanto bajar al pestilente calabozo. No soportaba el olor a orina y excremento en el ambiente. La humedad solo empeoraba los olores y casi lo hacía sudar. Thomas caminó a su lado hasta una celda de puerta metálica. Al abrirla escucharon los quejidos de una mujer. Entraron uno detrás del otro. La mujer colgaba de sus cansados y blancos brazos, a los cuales la sangre dejaba de correr apropiadamente. Tenía un vestido hecho girones.

El rey se paró frente a ella, la vio a sus temerosos ojos cafés. Thomas la sujetó por detrás, prensándose del cabello, arrancando, de nueva cuenta, algunos mechones. Ryanace se apresuró a golpearla en el abdomen, sacándole todo el aire de sus pulmones. La mujer se retorció entre lágrimas y largas arcadas tratando de respirar.

—Lo siento mucho —Se disculpó Ryanace limpiando su mano con un pañuelo—. Tú sabes que detesto mucho hacerte esto, pero necesito una respuesta clara. ¿Entendido? ¿Dónde está tu esposo?

—Y-yo… n-no… lo se… —La mujer lloró. Lloró por el dolor que sentía en su cuerpo, por la desesperación que le causaba haber respondido esa pregunta en repetidas ocasiones ya. Días encerrada recibiendo apenas lo necesario para sobrevivir al despiadado castigo de Ryanace—. Te juro… que no lo sé.

—¿Cómo no lo vas a saber? —La gentil voz de Ryanace le ponía la piel de gallina. Ese hombre era aterrador— Si ambos iban a escapar juntos ¿A dónde planeaban hacerlo? —Otro puñetazo en la cara hizo que la mujer quedara inconsciente, de nueva cuenta— Creo que me excedí un poco ¿No lo crees, Thomas?

—Para nada amo Ryanace —respondió Thomas en seguida.

—No lo sé —dudo Ryanace. Observó con detenimiento el rostro de la maltratada mujer— Creo que en esa ocasión si lo hice. Que alguien la baje y la lleve a la sala médica, también déjenla en el Cielo, la quiero lista mañana para el banquete.

—Claro que sí —Thomas prestó atención a la mujer unos segundos antes de cortar la cuerda que mantenía sus brazos en el aire.

—¿Qué sucede, Thomas? Te noto confundido —preguntó el rey al salir de la sala. Thomas siguió muy de cerca a su ano. Siempre con su expresión seria.

—Pensé que esperaría a encontrar a su pareja, es todo —habló Thomas tratando de aparentar tranquilidad.

—Lo iba a hacer —subieron las largas escaleras hasta una amplia sala donde en seguida un grupo de mujeres se acercaron a desvestir a Ryanace y colocarle otras prendas—,pero mi gran bondad me obliga a darle un descanso a esa mujer —al terminar de vestirlo Ryanace dio sus pasos fuera a los corredores alfombrados del castillo—. Cuando encontremos a su esposo y su hija lo haremos con él —Ryanace se detuvo— A todos nos gustan las fiestas, incluso a mi amo. Pero si de algo deben de tener gusto todos es por los modales, no soportaré que haya alguien que le falte el respeto a Dunkel.

—Amo, Ryanace, perdone mi insolencia, pero ¿Cuánto falta para el regreso del amo Dunkel?

—Debo admitir que me sorprende tu desesperación —Se detuvieron en un cruce, justo frente al pasillo que daba a la habitación de Ryanace, lugar donde el rey pasaba todas sus tardes antes de la cena, observando lo que el mundo conocía como la Sangre de Dios, que realmente era un sacrificio de su misma energía para su amo. Era la forma de poder estar cerca de Ryanace—. ¿Ha sucedido algo con Ary?

—Nada que no pueda esperar hasta la llegada del amo Dunkel, señor —Thomas se disculpó con Ryanace haciendo una reverencia y dio media vuelta, pero fue llamado por su amo de nueva cuenta.

—Si hay algo que ustedes dos deseen, Thomas, no dudes en decírmelo. Después de todo tu eres mi mejor hombre y ella mi preciada alumna.

—Se lo agradezco amo.

—¡Amo Ryanace! —Koch se apareció gritando desde el otro extremo del pasillo. Caminaba a toda prisa hacia él—Amo Ryanace, necesito de su ayuda.

—¿Qué pasa, Ludovico? —Koch se esforzó por no mostrar su desagrado en el hablar de Ryanace y concentrarse en su problema.

—Melvil, ese infeliz, no está dispuesto a entregarme a mi esclavo.

—Pero si tienes cientos de ellos —Ryanace mostraba su descontento con Koch. Desde que lo conoció y decidió ayudarlo resultó ser un fuerte dolor de cabeza—, deja que nuestro invitado se divierta este día con él.

—Pero señor, Mike es MI… —Ryanace abofeteó sin perdón a Koch. El Alto se llevó la mano a su mejilla. Era la segunda vez que su amo lo golpeaba, la segunda vez que se sentía humillado delante de aquel chico que Ryanace siempre recalcaba era mejor que él.

—No vuelvas a interrumpirme, Ludovico, no soporto tus faltas de respeto —Las palabras de Ryanace salieron con fuerza, demostrando su enojo con el Alto— Estoy comenzando a creer que fue una muy mala idea ayudarte a conseguir a ese chiquillo —Koch bajó la cabeza y apretó sus puños. Empezaba a odiar a ese sujeto y cada uno de los que vivían en ese castillo, y todo por culpa de Mike. Si tan solo ese maldito engendro se hubiera comportado como el esclavo que era, Koch no se encontraría en esa posición—. No quiero que molestes a Melvil ni a su conejillo en todo el día, Ludovico —Ryanace trató de controlarse, sabiendo que su ira no lo llevaría a nada bueno—. Nos veremos en la cena.

Ryanace dejó a Koch en aquel corredor, regresó a su habitación donde meditaría hasta el anochecer, justo antes de la cena. Thomas evitó hacer contacto visual con Koch, pues le desagradaba. El Alto se quedó en el pasillo unos minutos, tragándose su coraje, sintiendo su cuerpo a punto de reventar a causa del coraje y la desesperación que le daba estar a la merced de Ryanace. El día que él se convirtiera en la persona más poderosa del mundo no se volvería a humillar ante nadie, no perdonaría ni una sola insolencia, comenzando por la vida de Mike.



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En el texto hay: drama, accion, aventura

Editado: 19.09.2022

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