Rafael citó a Andrea en su oficina esa mañana. Después del desenfrenado día que tuvieron con Gabriel, al nuevo líder general de la ASC le tocó responder a los problemas. Al final del día casi un treinta por ciento de los agentes dejó la ASC y vuelto a sus vidas de civiles mientras aquellos que decidieron quedarse esperaban una solución al problema. Rafael organizóa su nuevo personal para atender las necesidades desde la más grande a la más chica.
Primero organizó algunos pisos de uso administrativo como dormitorios temporales para los agentes. Bloqueó el acceso a los pisos dañados por la caída de los chicos sobre la agencia, dejando en guardia algunos agentes. Les dio alimento y tiempo para descansar a aquellos que lo necesitaban, sin embargo, no pudo permitirles ese privilegio a todos. Las amenazas seguían presentes en todos lados y con la muerte de Sebastián los disturbios y los ataques extremistas surgieron como cucarachas ante la luz del día.
Envió medios escuadrones a atender los casos más urgentes y se arriesgó a usar a los reclutas como apoyo para las situaciones que requirieran menos desgaste. Aun así, las alarmas de emergencia sonaban cada cinco segundos presentando a un nuevo libertador. El ejército, equipos especiales y guardias nacionales se desplegaron en todos los rincones como apoyo a sus hombres y mujeres, pero recibiónoticias de hostilidad hacia ellos, obligando a los agentes a retroceder y costando más vidas humanas de las que se pensaron.
Miraban la mesa holográfica con atención, pasando de un punto del mapa a otro. Marcando las misiones activas y problemas a solucionar. Mientras tanto apuntaban en un sinfín de archivos impresos los nombres de agentes encargados, ciudades y demás información que requerían tener presente.
—¿Cómo procederemos con la extracción del dragón? —preguntó Andrea al ver que era uno de los últimos temas en su lista.
—Realizaremos una extracción aérea —informó Rafael mientras anotaba algo en una hoja—. Se solicitaron de manera urgente correas de alto calibre para levantar al dragón, crearemos agujeros debajo de él y nos lo llevaremos lo más lejos posible de ciudad Solé y cualquier otro poblado. ¿Algúnagente de primera clase capacitado para hacerse cargo?
—El comandante Carlos Bugarin se puede encargar —respondió Andrea apuntando el nombre en su tableta.
—Hazle llegar la misión —dijo Rafael. Suspiró cansado de tanto trabajo.
—Bien, creo que es todo lo que podemos hacer —La chica dejó algunos archivos sobre el escritorio. No había dormido en toda la noche, iba por su quinta taza de café y los ojos se le cerraban en contra de su voluntad—. Hemos desplegado todas nuestras fuerzas en todas partes del mundo.
—Ese maldito de Gabriel no se puede salir con la suya —Rafael golpeó la mesa con frustración—. Debemos encontrar la manera de limpiar nuestra imagen ante las autoridades.
—¿Podemos descansar un poco? —suplicó Andrea. No podía más, debía pegar los ojos o le daría algo.
—Adelante agente —dijo Rafael dando vueltas alrededor de la mesa holográfica.
—Jefe, usted también debería dormir un poco —dijo ella yendo hasta uno de los sillones en el área de descanso.
—No puedo —Se detuvo y de la mesa hizo que un globo terráqueo se alzara, le dio vueltas—. En todas partes hay problemas. Los rebeldes tomaron el asesinato de Sebastiáncomo una inspiración para iniciar los ataques, son más de los que podemos controlar, y el ejército de la paz se ha desplegado, por si no fuera poco tienen la orden de disparar a matar. Algunas bestias del bosque están descontroladas y hay que devolverlas, sin mencionar que aún tenemos a una criatura de mil toneladas en medio de la ciudad. Creo que me volveré loco si no encuentro pronto una solución a todo.
—Lo solucionaremos —dijo Andrea perdiendo la mirada en el techo, no podía dormir. Se mantuvo tan ocupada, que ahora que podía descansar su mente comenzó a darle vueltas a todo. la desaparición de Meegwun, el trato con los Altos y la misión secreta que sus chicos estaban por tomar. Comprendía a su nuevo jefe—. Lo solucionaremos —se repitió a sí misma.
Era su segunda semana juntos, la estaban pasando muy bien. Paseaban aquella noche de luna llena por las iluminadas calles de ciudad Solé. Era su segunda cita formal desde que iniciaron su relación y había resultado ser muy agradable. Lily llegó a complementarse muy bien con Esli, el chico de cabellos pelirrosa, que peinó por primera vez en su vida. No podía dejar de verlo al rostro, ese al que le quitó todas las perforaciones dejando solo uno en su ceja, era en verdad apuesto, aunque a ella eso le importaba poco.
Se sentía fascinada al escucharlo hablar y hablar, duró un rato contando una historia de su vida en el orfanato donde pasó la mayor parte de su infancia. Aunque era de verdad interesante saber qué clase de niño fue, no podía concentrarse en otra cosa que no fuera él. Se preguntó si acaso pasaba lo mismo con Esli cuando era ella a la que le tocaba hablar. Se aferró fuerte a la correa de su bolso, estaba muy nerviosa. Por un momento los nervios la hicieron dudar, «¿Cómo podía gustarle?»
No era la chica más bonita o la más tierna. No se vestíacon vestidos floreados como aquellos que captaron la atención de Marla en las tiendas, con trabajo encontró un atuendo que la hiciera sentir bonita, eran unos jeans, una blusa blanca y su saco café, de la poca ropa que no le quedaba grande. «¿Lo habría notado?» Claro que sí, lo atrapó viéndola en más de una ocasión.