A solo algunos minutos de iniciar con la ejecución, Suroeste no pudo resistir la tentación de ver a los condenados a muerte. Subió al escenario con su espada apoyada en el hombro. Su traje le quedaba apretado gracias a sus grandes músculos de fisicoculturista. La gente le aplaudió tan pronto lo vieron en medio del escenario, incapaz de ignorar a su públicosaludó con una mano en alto. Le gustaba sentir que lo querían, por ello se especializaba en la ejecución y los castigos de quienes desafiaban a la organización de los Altos.
Se volteó hacia los encadenados, acariciaba su rizado bigote al tiempo que sonreía con vanidad. El Mike estaba sentado con las piernas cruzadas, con la mirada en el suelo, como solían tenerlas todos los que se sentaban ahí. Gabriel por su parte no dejó de ver a su verdugo, con los ojos llenos de esperanza.
—Suroeste —dijo Gabriel, se alegró tanto de verlo que no pudo evitar sonreír—. ¿Te ha enviado la maestra?
—No, lo siento, pero Central está atendiendo el ya sabes que —respondió el grandulón acercándose a la jaula de Gabriel—. He venido para darles un último vistazo.
—No estes jugando conmigo y sácame de una vez —insistió Gabriel retorciendo la mirada por el disgusto—. El amo me necesita.
—¿El amo te necesita? —Suroeste se carcajeó a todo pulmón, causando sin querer que los invitados le imitaran. Por primera vez logró hacer que El Mike alzara la mirada—. Tu eres quien necesita al amo.
—Si, yo lo necesito, por eso vas a sacarme de aquí —exigió Gabriel sin disimular el coraje—. Yo seré el próximo miembro del tridente de Dunkel, necesito que me saques.
—Esa misma actitud es la que te ha traído hasta aquí —Suroeste metió una mano en la jaula y atrajo a Gabriel—. Deja de pensar que eres indispensable. Tu necesitas del amo, no al revés.
—Tienes razón, yo necesito a Dunkel —admitió Gabriel. Cambió de actitud al ver que hablar no resultó como el esperaba—. Por favor, sácame de aquí, necesito disculparme.
—Es demasiado tarde para disculparte —Suroeste soltó a Gabriel—. El amo te dio todo para que fueras su mano derecha y lo desperdiciaste creyendo que no lo necesitabas. Nosotros no necesitamos gente como tú.
—¡Suroeste! —llamó Gabriel. Retorció sus brazos en el aire. Jaló tratando de liberar las cadenas, pero no pudo.
—¡Atención! observen a este hombre suplicar —El Alto alzó la voz.
La mirada de los invitados se centró en Gabriel. Su rostro reflejó confusión, de alguna retorcida manera eso le dio gracia de los invitados. Se rieron junto al Suroeste quien extendió los brazos recibiendo los halagos de sus invitados. Bajó los brazos, no pudo evitar sentirse molesto con El Mike y sumirada perdida en el suelo otra vez, ignorándolo. Odiaba a los que trataban de hacerse los fuertes, los hacia sufrir hasta que clamaran por sus vidas antes de matarlos y eso planeaba hacer con él. Quizás un brazo o una pierna volarían antes que su cabeza, eso lo decidiría en su momento y no podía esperar a que llegase.
Bajó del escenario entre aplausos y silbidos llenos de emoción. No volteó a pesar de los gritos, debía prepararse para el gran evento.
A solo minutos para iniciar con la ejecución los chicos se desplazaron a hurtadillas por los enormes complejos de edificios. Las grandes estructuras y jardines voluminosos les ayudaron a pasar desapercibidos. Zeth y Kevin apagaron todo sistema de seguridad y transmisión para apoyar la infiltración,menos al complejo central, pues dejar sin comunicación a la gente encargada de la ejecución solo levantaría sospechas.
Ambos salieron a las afueras del complejo en el interior de la sombra de Kevin. Sin dejar que el moreno descansara siguieron adelante por los límites del perímetro, tras algunos minutos andando vieron al grupo de rebeldes junto a Santiago acercándose a escondidas mientras algunos se quedaban entre los arbustos.
—Gordis —Le llamó Kevin lanzándose a sus brazos—.Pensé que no volvería a verte.
—Es bueno ver que los dos siguen en una pieza —respondió Santiago agachándose entre los arbustos.
—Por favor, fue pan comido —dijo Zeth—. Chicos deberían darse prisa e ir a los puntos asignados. Nos veremos más tarde.
—Si, tengan cuidado —Santiago los tomó por los hombros—. Chicos, los quiero.
—¿Gracias? —respondieron ellos confundidos. Comenzaron a sentir la presión de las manos de Santiago en sus hombros, Kevin se alejó de su agarre dejando a Zeth retorciéndose.
—Antes de irse díganme, ¿Por qué en mi habitación?
—Yo me adelanto, nos vemos luego —Kevin corrió entre la vegetación hacia su punto de partida, pero se detuvo en seco al escuchar un llamado.
—Chicos —Marey les habló por el comunicador, en una frecuencia separada a la de los rebeldes—. Diríjanse en este momento al complejo central, tenemos que acercarnos lo más que podamos, la ejecución de Mike comienza en media hora.
—¿Qué pasará una vez rescatemos a Mike? —preguntóLily, su mente rondaba en una sola cosa desde que tocó la isla, rescatar a Esli. Por eso corría a toda velocidad a su complejo, porque deseaba tenerlo entre sus brazos una vez más.
—Rescatar a Esli y Esteban, ayudar a los rebeldes con la destrucción de este lugar y volver a casa —dijo Marey con total seguridad.