Infiltrarse desde todos los puntos posibles se volvió una tarea titánica, no había lugar donde los soldados de uniforme blanco no estuvieran. Con el sistema de camuflaje los chicos de Andrea se abrieron paso. Los arrastraron hasta donde estaban los rebeldes quienes intercambiaron uniformes con ellos y finalmente los arrojaron por las alcantarillas sin ninguna posesión. Una vez todos estuvieron listos, avanzaron entre los demás soldados sin generar sospecha alguna.
—Oigan ¿Dónde está Zeth? —preguntó Marey al notar la ausencia de su compañero.
—Venia detrás de nosotros —Kevin se volvió a la dirección de donde vinieron—. Demonios, seguramente se le pegó tu mal sentido de la orientación Marey.
—¡No tengo un mal sentido de la orientación! —respondió la otra con gritos ahogados. Se cruzó de brazos y volteó la mirada—. Ya no.
—¿Es por eso por lo que Santiago la tiene atada? —Damián se burló de su compañera. Como bien dijo, Santiago había usado una raíz desde sus piernas para guiarla.
—Esto es solo por si las moscas —respondió Santiago alzando el brazo, aunque nadie le viera—. Por cierto, tampoco veo a Lily.
—Antony tampoco responde —Steve se unió a la plática, el rebelde avanzaba con seguridad hacia el complejo central—. Pero no podemos esperar, si los descubrieron es cuestión de tiempo para que se le informen al general Sue y los soldados comiencen a desplegarse. Lleguemos al complejo cuanto antes, rescatemos a su amigo y matemos a esos desgraciados.
—Espero no sea muy tarde —Santiago puso la mirada en el teatro al aire libre, comenzaron a escuchar fuertes aplausos y aclamas de los invitados.
La celebración de los invitados no paró mientras Suroeste alzaba los brazos, disfrutando ser ensalzado por los invitados que pedían más y más. Por eso volteó a ver a El Mike. El chico le veía con rabia, acción que disgustó al Alto «¿Qué le sucedía? ¿Acaso no entendía quién era él y porque estaba ahí?» Se dio la vuelta y con un golpe de su espada partió los barrotes de su celda por la mitad, haciéndola caer, por un lado.
—Suroeste vuelve a lucirse —Norte veía todo desde su palco, atento a todo detalle de los invitados. Él fue el primero en percatarse de algo curioso, había humo a la distancia, algo tenue de ver, pero estaba ahí. Se puso de pie, pues sentía que ese podía ser el gran momento—. Lamento dejarlos a todos, pero, es momento de yo me retire, tengo una cita pendiente.
—¿Qué estás diciendo? —Sur volteó a ver al Alto con evidente molestia, quien se detuvo antes de salir solo para verla—. El evento apenas está empezando, no pueden retirarse, está en las leyes.
—¡Oh no, mi laboratorio! —Este se levantó de su asiento y sin decirle nada a nadie corrió.
Los Altos desviaron su mirada al frente, el humo era másclaro ahora, con una tonalidad marrón en el aire que iba subiendo lentamente. Era la primera vez que veían algo así en el Olimpo. Sus sistemas de seguridad eran los mejores de todo el mundo, detectando posibles incendios en cuestión de segundos y actuando en su contra. Sistema del cual Noreste estaba a cargo.
—Esto tiene que ser una broma —Noreste se puso en pie de mala gana, abotonó su saco disimulando calma—. Si me disculpan, tengo que buscar al responsable de que los sistemas de seguridad no funcionaran.
—¿A dónde creen que van? —Sur se molestó aún más, la abandonaban a medio espectáculo—. Dejen que los esclavos se encarguen de ello.
—Lo siento mi querida, Sur —Norte le respondió con calma, no podía perder más el tiempo ahí—. Ya solucionaremos esto en la reunión de esta noche.
Los tres Altos salieron de escena dejando confusión en los invitados, pues nunca se les había visto abandonar una ejecución. Suroeste los vio salir, rompiendo una de sus propiasleyes y como protector de ellas no iba a permitir que se salieran con la suya, los enjuiciaría en base a las leyes esatarde, cuando todo hubiera acabado.
—Atención —pidió a todos los presentes—. Se que están un poco confusos por la partida de nuestros amados compañeros en poder, pero les pido mantengan la calma. Ahora, como acto final de esta sentencia, enjuiciaremos a Mike Koch.
—Oye, mocoso —Suroeste se acercó a El Mike—. Te voy a hacer sufrir, y lo voy a disfrutar mucho.
—Mike Koch, eres sentenciado a muerte por el homicidio del Alto del Oeste junto a tu colaborador Gabriel Leyva, además de ser señalado como cómplice de la muerte de Ludovico Koch, la liberación y destrucción de complejos de reclusión para criminales de máxima seguridad y por supuesto, ser un criminal mismo desde nacimiento —El Mike alzó la cabeza al escuchar esas últimas palabras—. Violando así todo derecho humano permitido a criminales. Tienes…
—¿Desde nacimiento? —El Mike rio fuerte, para que sus captores lo escucharan—. ¿Puede ser alguien considerado un criminal desde su nacimiento? ¿O es que están ocultando algo?
—Cierra la boca —Suroeste le propinó un puñetazo al chico. El Mike lo confrontó con la mirada, dejando atónitos a los invitados.
—¡Ustedes son unos malditos desgraciados! —gritó El Mike furioso—. Viven sus vidas atormentado a todas las personas con sus leyes injustas, aterrorizándolas por su inmunidad ante sus propias leyes que más que proteger los derechos humanos, protegen solo los suyos —cerró los ojos, recibiendo otro golpe del Alto. A su vez, recordó a Andrea, lo poco que les platicó sobre aquellos hombres y el plan de rescate. «¿De verdad estaban ahí para salvarlo?»