Steve logró escapar de primera instancia del general de los Altos. Sue era el último al que quería enfrentarse. Si no era alcanzado por uno de sus ataques de lava, el inmenso calor haría que cayera tarde o temprano y no podía darse ese lujo. Junto a un grupo reducido de sus hombres mantuvo un combate bastante parejo con el Ejercito de la Paz. Parecían tener la ventaja, estudiaron hasta el último milímetro del mapa del complejo. Sabían bien a donde iban los caminos, permitiéndoles tenderles trampas a los soldados en su propio campo.
Lo que no estuvo en sus planes fueron los vigilantes, que arrasaron con casi una docena de sus hombres. Para su fortuna recibieron un mensaje de advertencia de Antony y un consejo que los ayudó a destruir a tres de los cinco. Corrieron por el interior del complejo central, subiendo las escaleras al tercer piso, aprovechando la posición para disparar al Ejército de la Paz y destruir escaleras, obligándoles a buscar otra ruta. Debian encontrar a Central, el Alto que nadie conocía. «¿Cómo sabrían quién era?»
Los rebeldes se adelantaron a Steve, cuidando el otro extremo del pasillo. El camino daba a otro edificio, más alto que el primero. Desde el puente se veía la destrucción que causaron a lo largo del Olimpo. Steve sonrió satisfecho hasta que una bala casi le atraviesa el cráneo. Se agachó y se alejóde la orilla del puente.
—Señor estamos cerca de los dormitorios —Le dijo uno de sus fieles seguidores, Saul. Un joven de veinte años apenas, pero con un coraje que había visto en pocas personas. Era un doble muy habilidoso, con la capacidad de lanzar lo que fuera y dar en el blanco siempre y a largas distancias. Sin duda de sus mejores hombres.
—¿Cómo ha ido la implementación de las bombas? —preguntó Steve asomándose con precaución. Los soldados seguían yendo y viniendo en sus aerodeslizadores de un complejo a otro. Eran incontables los soldados que el ejércitode la paz tenia, pero Steve contaba con hombres capaces y un plan que los haría salir victoriosos.
—Dejamos minas explosivas en nuestro camino, destruirían la parte suroeste del complejo, incluyendo el escenario de ejecuciones —respondió Saul. El joven sacó de uno de sus bolsillos una granada, levantó la vista y vio un aerodeslizador, la lanzó.
Uno de los motores traseros explotó, sacando a la nave de balance, la aeronave se dirigió a una pared donde exploto arrojando escombros por todos lados. Para la sorpresa, incluso de los rebeldes, detrás de aquella pared habían instalado una mina explosiva que desencadenó una serie de explosiones que hicieron temblar el complejo. Los rebeldes siguieron adelante, viendo como el edificio de donde venían se desmoronaba.
Una nube de polvo y ceniza se levantó, no veían nada a un par de metros de ellos y sentían que el polvo los ahogaba. Se levantaron, cubriendo su rostro con la mano o algún paño. Steve se sacudió, esa explosión fue más poderosa de lo que planearon, pero eso haría que todo se volviera aún más sencillo.
—Los malditos sacaron toda la artillería —Saul se quitóel polvo del rostro, gruñendo como perro al ver las fuerzas enemigas aumentar—. ¿Dónde tenían los equipos guardados? Esto no estaba bajo los planes
—Quizás los teletransportaron o había algún hangar que ni siquiera Zeth conocía —respondió Steve con una frívola calma—. Era de esperarse. Noreste no iba a dejar desprotegido el Olimpo, siempre debió tener un plan en caso de emergencias.
—Adelante, Steve —El líder rebelde llevó su mano al oído, ajusto el comunicador.
—Adelante, Kenneth —Steve les dio órdenes a sus hombres de seguir avanzando, aunque la explosión fue una buena manera de detener a los soldados eso también los dejaba con menos vías de escape.
—El complejo del Suroeste ha sido tomado casi por completo, la implantación de las bombas va a la perfección —respondió Kenneth, a sus espaldas se escuchaban disparos y explosiones menores—. En un par de minutos procederemos con la destrucción total del complejo.
—Excelente noticia —Steve iba detrás de sus hombres, cruzaron a una torre rodeada de escaleras cuyo único destino era el piso inferior, bajaron las escaleras mientras acababan con los soldados que se aparecían en su camino—. En cuanto destruyan el complejo vayan al del Sur a brindar apoyo. Dejemos en la miseria a estos desgraciados.
Una explosión sacudió el edificio, Steve echó una mirada hacia abajo. El ejército de la Paz comenzó a destruir sus propios caminos. En los niveles superiores hicieron lo mismo con las escaleras y pasillos. Los estaban atrapando en un mismo lugar. El calor aumentó de pronto, y del techo un par de gotas de roca fundida cayeron sobre los uniformes de los rebeldes, no pasaron ni cinco segundos cuando sintieron su cuerpo arder. Se agitaron hasta deshacerse de aquella masa roja.
—¿Qué es esto? —preguntó Saul viendo como más gotas caían cerca de ellos.
Alzaron la mirada al techo. Estaba enrojecido por el calor, lo que hacía que partes del edificio comenzaran a gotear. Steve ordenó retirarse a todos sus hombres, yendo por el único pasillo disponible. Steve ayudó a sus hombres a evacuar cuando el techo se desplomó en un mar de lava que alcanzó a varios de sus hombres. Los gritos desgarradores de los rebeldes hicieron que se quedaran sin aire, la piel les ardió y comenzó a caérsele a pedazos, acabando con sus vidas como si fueran muñecos de cera.
Del agujero en el techo cayó Sue, acompañado de tres vigilantes. El general se aferró a la pared, frente a Steve. Estirósu brazo lanzando un chorro de lava que apenas pudieron evitar. El general dio un salto junto a sus bestias. Cayeron en el mismo corredor que los rebeldes. Los monstruos de oscuridad se abalanzaron sobre los soldados, quienes haciendo uso del potenciador lograron esquivar los ataques.