Agencia de Seguridad Civil: Los Reclutados

Capítulo 3: La misión

Andrea pasó la noche consolando a Santiago. Al ver los primeros rayos de sol Santiago tomó algunas cosas para su viaje, se detuvo una última vez en el libro que Leah le regaló. Volteó hacia Andrea, recordando lo que Leah dijo de ella. Dejo el objeto sobre la cama, se echó la mochila al hombro y salió del refugio. No quería que nadie encontrara su hogar. Extendió sus manos hacia arriba, cuatro paredes de tierra se levantaron y cubrieron el refugio. Lo hizo descender lentamente, enterrando con todos sus recuerdos el lugar que le dio abrigo por muchos años.

La ASC montó un campamento hecho con carpas negras a las afueras de la ciudad, sobre una pista de aterrizaje abandonada. El avión de la ASC era preparado para el vuelo mientras los agentes se encargaban de desmontar las carpas. Santiago sintió curiosidad, apartando los silenciosos pensamientos negativos.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Santiago impresionado por toda la tecnología que tenía la ASC. Personas iban y venían con una tableta de datos en la mano. Era delgada, hecha de un cristal azul, sensible al tacto. Alguna vez vio una, bastante más antigua.

—Esto es un pequeño campamento que montamos cuando llegamos —dijo Andrea mientras cruzaba entre agentes y mesas—. Desde aquí estuvimos cuidándote y a la vez planeando el siguiente objetivo.

—¿Me estaban acosando? ¿Sabías que puedo denunciarte por eso? —Andrea se rio un poco, le alegraba ver esos momentáneos destellos de calma en Santiago, aunque no esperaba que de un día a otro se recuperara de la perdida de Leah. El chico curioseaba con todo, agarró sin permiso un cubo de Rubik que alguien tenía en su escritorio—. Entonces ustedes son la agencia de la que tanto hablan en las noticias.

—Escuchas las noticias de nuestro viejo amigo Hank ¿Eh? —dijo Andrea con un tono juguetón.

—Las escucho seguido cuando rondo por el mercado. Se ve que los odia bastante.

—Sí, pero eso no es importante, solo nos quiere hacer ver mal. Déjame explicarte como funciona la ASC —dijo Andrea al recargar su cuerpo en un escritorio—. La ASC funciona haciendo contratos con poblados, ciudades y países. Brindamos protección adicional a las que pueden dar la policía o el ejército, al mismo tiempo brindamos servicios de seguridad privada al que esté dispuesto a contratarlos.

—Todo un negocio ¿De cuánto estamos hablando entonces? —dijo Santiago mostrando un falso interés por el dinero, solo quería salir de ese pueblo.

—En tu caso, lo necesario para poder seguir comprando tacos.

—Bien, me tienes abordo. ¿Qué hacemos ahora? —Santiago se sentó frente a un escritorio que estaba desocupado y cruzó las piernas sensualmente.

—Tenemos en mira a una candidata en ciudad cerca del continente del Noroeste, aparte tenemos otros seis candidatos más. Después iremos a Ciudad Solé donde conocerán a mi jefe y empezara su entrenamiento.

—Tú mandas entonces... ¿Jefa? —Santiago dejó el cubo de Rubik en la mesa—. Solo tengo un problema, yo solo hablo español, y es un decir. Porque tengo una jerga, que ay mamita ¿Cómo te explico?

—No te preocupes. Espérame aquí —Andrea se alejó a la parte trasera en busca de algo. Regresó con una caja negra del tamaño de una pelota de beisbol. La abrió y Santiago pudo ver un pequeño aparato del tamaño de un botón—. ¿Me permites?

Santiago asintió, poniéndose nervioso al darse cuenta de que había aceptado sin saber que le harían. Apretó el cuerpomientras Andrea colocaba el dispositivo detrás de su oreja. Sintió un pequeño pinchazo y un ardor que subió por su cabeza.

—Te va a incomodar un poco, pero valdrá la pena —expresó la chica con una gran sonrisa, se giró mostrando el suyo—. Una amiga los inventó, aunque aún es un prototipo funcionan de maravilla.

—¿Y que son? —quiso saber Santiago sobándose detrás de la oreja con cuidado para no arrancarse el dispositivo.

—Es un neuro receptor o algo así —comenzó a explicar Andrea mientras leía una etiqueta pegada en la caja—, dice que transmite señales a tu cerebro que… convierten el idioma escuchado en el idioma materno del usuario… dice que también ayuda al usuario a hablar en el idioma captado y… aléjese de menores de edad, el uso prolongado de este articulo puede causar daño cerebral y epilepsias.

—¡¿Qué?! – grito Santiago espantado, llevo una mano detrás de su oreja, su expresión fue comiquísima.

—Es broma —Andrea rio como loca. Dio media vuelta y se volteó a su equipo—, no dice nada sobre menores —La poca calma que Santiago recupero se esfumó—. Muy bien chicos, regresen todo el equipo a sus cajas y llévenlas al avión, comencemos con la diversión.

Subieron al jet, Santiago se sentía como un artista, solo le faltaba su abrigo de piel de oso siberiano moteado y un par de joyas de oro y comenzaría con su primer éxito a nivel mundial. Tomó asiento en el primer lugar que vio, los asientos erancontados, lo que daba bastante espacio entre filas. Se asomó por la ventana, era la primera vez que se subía a un avión y la primera vez que volaría, sintió tristeza de pensar en que lo haría para escapar.

Extrañaría su antigua vida, a la gente, la comida, pero sobre todo a Leah. Ver sus hermosos ojos verdes, sentir su suave piel, escuchar su dulce voz... Secó las lágrimas de sus ojos y volteó a ver a Andrea que ocupaba su asiento frente a él.

—¿Crees que puedan traerme algo de comer? —preguntó. Regresó la mirada un rato a la ventana, perdiéndose en sus pensamientos tanto tiempo que la azafata lo tomo por sorpresa al dejarle un plato con comida en una pequeña mesa de plástico sujeta a su asiento—. Gracias —la azafata correspondió y se fue. Santiago estuvo a punto de comer cuando algo fuera captó su atención. Raul era escoltado hacia otro avión—. ¿Quiénes eran ellos?



#2091 en Otros
#361 en Acción
#141 en Aventura

En el texto hay: accion, aventura, poderes

Editado: 23.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.