Andrea y Santiago recorrían con cautela los pasillos delcomplejo subterráneo mientras la pelea se llevaba a cabo. El edificio tenía un par de pisos por debajo del suelo donde se llevaban a cabo las peleas, más de una a la vez. Después de tanto insistir, Santiago consiguió que Andrea aceptara buscar al organizador. Santiago buscó de habitación en habitación encontrando muchas vacías.
—Debe estar por aquí —decía con desprecio, recordando a aquel sujeto que le arruinó la vida. Cuando hallara a su líder lo haría pagar por lo que ocasionó.
—Santi, tranquilízate un poco —Andrea se preocupómucho por Santiago, no lo había visto moverse tanto desde que se le unió. Sabía que el coraje que llevaba dentro debía a punto de salir en ese momento.
—Estoy tranquilo —aseguró él—. Solo lo encontraré y le sacaré la verdad.
—¿Cuál verdad?
—Por qué lo envió. Además ¿No te serviría en tu currículoel detener una banda criminal?
—Serviría, pero ese no es mi principal objetivo ahora —Santiago se detuvo en seco.
—¿Entonces cuál es?
—Reunirlos y protegerlos —Fue gracioso escuchar eso. ¿Cómo los iba a proteger ella sin poderes?
—Sigamos, estoy seguro de que está cerca.
Continuaron buscando sala por sala, encontrando gente preparándose para las peleas, algunos en situaciones un poco incomodas y otros que, a pesar de verse bien, no daban la pinta de líder de una organización peligrosa que tanto buscaba. Llegaron a una sala, la última del pasillo, donde por fin encontró lo que quería.
—Al fin te encuentro —anunció Santiago su llegada.
—¿Qué? —El presidente se levantó de su asiento con una ceja alzada—. ¿Quiénes son ustedes?
—Tú sabes bien quien soy —dijo un Santiago furioso—.Tú mandaste por mí.
—Santi, cálmate —insistió Andrea—. Disculpe la interrupción.
—Son la ASC —El hombre dejó su copa de vino y su habano en la mesa al lado de su sillón. Caminó hasta ellos, acomodando su pantalón—. Al fin han descubierto lo que hice.
—Claro que sí —Una vez más Santiago se adelantó a Andrea. Agarró por el cuello de la camisa—. Dime ¿Por qué diablos lo hiciste? ¿Por qué los enviaste?
—¿De qué hablas?
—Santi, déjalo en paz.
—No hasta que me responda porque envió a esos tipos —Santiago estaba a punto de llorar por el recuerdo. Sus ojos estaban rojos del coraje y la tristeza que amargaba su corazón.
—No sé de qué me estás hablando —respondió el presidente tomando por los brazos a Santiago—. Yo no he enviado a nadie a ningún lado.
—Estas mintiendo. Esos sujetos, con la marca que usas para tus peleas, ellos fueron hasta mi hogar y por su culpa... —Santiago lo soltó. No pudo con el recuerdo. Leah aún estaba muy fresca en su memoria.
—Ya entiendo —sonrió el presidente como si le hubieran contado un chiste—. Viste el tridente —Santiago volteó de nuevo—. Lo siento niño, lamento mucho que hayas tenido que tomarte la molestia de venir hasta mí para nada. Es cierto que yo no envié a nadie, es mas no trabajo junto o para quienes fueron hasta tu casa. Solo compartimos el mismo dueño —Andrea lo observó atentamente, ese hombre no se veía como un esclavo.
—¿Quién es ese? —preguntó Santiago.
—El nombre de mi amo es Dunkel, y ahora que ustedes lo saben deberán servirle también —El presidente levantó la mano con un artefacto cilíndrico, con un único botón rojo—. Si ponen resistencia los volaré a todos en pedazos.
—¿Qué diablos estas diciendo? Si lo haces nos mataras a los tres —gritó Andrea poniéndose en alerta.
—Lo sé, pero mi amo no debe tener problemas cuando llegue. Estoy dispuesto a morir por eso.
—Este sujeto está loco —exclamó un temeroso Santiago.
—Tal vez, hay que pensar en algo antes de que nos vuele en pedazos.
*
Damián se deslizó por la lona con facilidad. Acostumbrado a las peleas contra personas como él. En cambio, la chica parecía más una oveja inocente enfrentándose a un lobo despiadado. Damián creaba enormes cantidades de hielo que arremetían contra Marey, la arrojaban contra la jaula. Todo tan rápido que no le daba un respiro. Las llamaradas de Marey eran débiles a comparación de la que usó contra Muscle, no le hacían nada ahora a sus columnas de hielo.
El chico patinó otra vez, quedó frente a ella, tan cerca que no le daría tiempo de reaccionar. Creó un puño de hielo y la golpeó en el estómago haciendo que doblara su cuerpo, dirigió otro golpe al mentón de la chica, pero ella logró esquivarlo.
—Eso estuvo cerca —dijo él con una sonrisa en su rostro—. ¿Qué pasa? ¿Así planeas hacer que me una a ustedes? Ni siquiera estas peleando con todo lo que tienes.
—Si usara todo... lo que tengo... —El último golpe la dejó sin aire, y lo agitada que estaba hacían difícil que respirara—, estarías muerto.
—No tengas miedo, flamita, esta es una pelea de verdad, a muerte. Si no vas con todo entonces no deberías estar aquí. Ya veo —Damián se preparó para atacarla, en sus manos formó un par de estacas de hielo con forma de daga—, tienes miedo de usar tus poderes ¿No es así?
Editado: 23.05.2022