Agencia de Seguridad Civil: Los Reclutados

Capítulo 14: Rescate

Ellie le había pedido que jugara con ella, Mike al no poder negarse la acompañó durante un par de horas. Lo llevó a su cuarto, una habitación gigantesca que parecía no tener fin. De colores azules en todas partes. La niña se dejó caer en la cama, resopló y se mantuvo un rato acostada. Se canso de ir y venir, ahora quería que Mike hiciera algo divertido. Ellie no era tan mala con Mike cuando estaba de buenas, pero siempre lo usaba para su beneficio.

—Ya sé que quiero hoy —comentó Ellie aun acostada.

—E-Esto yo... No sé si pueda hacerlo... hoy.

—Pues debes hacerlo —Ella se recompuso de un salto, emocionada por su brillante idea—. Tráeme un peluche —dijo señalando la esquina donde se apilaban cientos de animales de felpa. Mike hizo lo que le pidió—. Quiero un perrito.

—Espera ¿Qué? —La confusión y el terror se reflejaron en el rostro de Mike. Jamás en su vida había hecho un cachorro. No supo que hacer, tenía aquel oso de felpa entre sus dedos, pero no podía hacer lo que ella pedía—. E-entonces... iré a buscarlo... Iré por...

—¡No seas estúpido! —gritó Ellie. Mike retrocedió un par de pasos, bajó la mirada al peluche. Regresó su atención a la de cabello oscuro, su rostro comenzaba a colorarse del enojo y si seguía de esa manera, haría que lo castigaran, y su cuerpo no lo aguantaría.

—Yo... yo… —balbuceó un par de veces, no se sentía capaz de hacerlo. Pensó en lo difícil que era hacer un animal, pero también en que, si no lo lograba, no habría un mañana—. Lo intentaré —respondió finalmente.

Colocó el juguete en la mesita de noche junto a la cama de Ellie. no tenía idea de cómo crearía algo como un perro, pero tenía que intentarlo. Aunque fuera por una vez lograría algo bueno, haría que lo reconocieran como alguien de valor, aun si solo era ella. Estiró su brazo con la mano abierta. Unos segundos después apareció un círculo azul alrededor del peluche, un brillo azulado lo acompañó seguido de un conjunto de marcas. Mike se concentró, cerró sus ojos y dejó que todo fluyera, poco a poco se imaginó aquel cachorro que tanto añoraba la niña, quería causarle la mayor de las impresiones.

Tenía muy claro como seria: de un pelaje blanco y peludo, orejas puntiagudas y muy amoroso. Un animal con tantas ganas de correr y ser feliz, que disfrutara de cada momento junto a Ellie. Seria tratado como de la familia.

«De la familia» Pensó dejando de lado la bella imagen que logró formar en su cabeza, de un momento a otro el terror lo invadió, los recuerdos de su castigo se colaron hasta en el último rincón de su mente.

Abrió los ojos, sus manos temblaban de miedo. Algo estaba mal, la mirada de Ellie lo decía todo. Se quedó pasmada, no lograba procesar lo que aconteció delante de ella. Lo que Mike le trajo no era lo que esperaba, ni siquiera podía considerarse un ser vivo. Gritó lo más fuerte que pudo hasta quedarse sin aire.

Ludovico, Maximus y Emma llegaron apresurados hasta la habitación. Sus miradas se llenaron de terror y asco. En la mesita de noche había algo innombrable, no tenía forma. Era un ser asqueroso donde las que serían sus patas estaban partidas a la mitad. Su cuerpo era una masa que se dividía entre carne, músculos y algunos huesos, y la felpa del peluche que Mike utilizó.

—¿Q- qué demonios significa esto? —Ludovico no sabía cómo controlar su enojo, esa fue la gota que derramo el vaso—. Responde, idiota —golpeó al chico tan duro como pudo en el rostro, enviándolo al suelo.

—Y-yo... No lo... sé —Mike estaba tan atónito como los demás ¿Qué había hecho?

—Yo... —interrumpió Ellie con las lágrimas saliendo de sus ojos—, Yo... ¡solo quería un perrito! —dijo a llanto tenido.

Koch no investigó más, agarró al chico del cabello y lo arrastró a su lado por los pasillos hasta las escaleras donde terminó arrojándolo. Mike se levantó adolorido, las heridas en su espalda se volvieron a abrir. Miró a Koch, el hombre estaba muy enojado. Mientras baja las escaleras se quitó el saco y la corbata, también hizo tronar sus nudillos, amenazando con seguir golpeado a Mike. Maximus bajó a su lado, no se perdería ni un segundo del castigo.

—¿Así es como nos pagas? —gritó Koch muy enojado—.¿Después de todo lo que te hemos dado? Te he dado un lugar donde vivir cuando la zorra de tu madre murió —El corazón se le retorció al chico, aquellas palabras eran como un par de espadas que le atravesaron el alma—. Debí haberte dejado morir como a los demás. Pensé que eras diferente, que serias útil en esta casa, pero me equivoqué, solo eres un inútil, un estúpido. No solo tu madre debió morir esa noche —La rabia en Mike crecía con cada palabra, lo que más lo hacía enfurecer era que hablaran de su difunta madre.

—Nunca te lo pedí —respondió desafiante, confundiendo a todos por un segundo.

—¿Qué has dicho infeliz? —dijo Maximus—. ¿Acaso no has entendido tu posición en este lugar? Tú solamente eres un esclavo, obedeces lo que te decimos y no pones resistencia. Te guste o no, nos perteneces, eso significa que tu vida es nuestra.

—Tiene razón, Maximus —comentó el padre, una sonrisa se le dibujo en sus labios—. Y ahora arreglaré ese error que cometí. No llegaras ni siquiera a la subasta.

Una vez que llegó al primer piso, Ludovico tomó a Mikedel cuello y lo arrastró hasta una de las salas principales, le arrojó con fuerza hacia una mesa. Acabaría con su problema de una vez por todas. Arrancó la espada de su maniquí medieval, la arrastró por la alfombra. Un golpe con ella sería fatal.



#2091 en Otros
#361 en Acción
#141 en Aventura

En el texto hay: accion, aventura, poderes

Editado: 23.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.