—N-no —decía una voz al fondo de la habitación. Alonso sintió que durmió años, tenía un hambre descomunal— Deberíamos… d-dejarlo.
—Pero ya lleva tres días durmiendo, supongo que deberíamos despertarlo —respondió otra persona, un chico igual, pero este parecía planificar algo.
Había un aroma extraño en el ambiente, un olor a muerto. Pero no percibía ese hedor a asesino que se quedaba en las personas ¿Cómo podría haber un muerto ahí? A menos que élfuera el muerto, pero eso sería imposible. Por otra parte, estaba un aroma metálico, pero que cambió sutilmente a madera y volvió a cambiar.
—Maldición —dijo el segundo que habló—. Rápido, arráncame la cabeza.
—¡¿Qué?! —gritó aterrado el otro.
—Hazlo, no puedo morir así que no va a pasar nada. Solo será un momento.
—Pero...
—Eres un inútil, Mike —gritó el segundo enojado. Se escuchó mucho ruido de repente, Alonso se revolvió en la cama por lo molesto que era escuchar golpear el metal con metal—. ¿Qué te costaba hacerlo antes?
—C-creo... Que lo despertamos...
Alonso abrió los ojos, tuvo que acostumbrarse a la luz del sol que entraba por la ventaba. Le dolía todo el cuerpo, sin mencionar la cabeza que la sentía a punto de explotar. Siguió escuchando murmullos que solo intensificaron el dolor. Cuando sus ojos se adaptaron a la luz se sintió fuera de lugar, todo era tan claro. Estaba sobre una cama con sábanas blancas, junto a algunos cables y tubos conectados a él. Giró la cabeza, buscando a las personas que había escuchado.
Detuvo su vista al pie de la cama, una mancha negra peluda se meneaba. Zeth hizo ruidos de fantasma, levantó la cabeza para mirar a Alonso mientras volvía sus ojos totalmente negros, la giró en su lugar haciendo crujir algunos huesos. Alonso dio un salto de la cama, los instrumentos a los que estaba conectado cayeron al suelo, Zeth se levantó en seguida, levantó ambas manos con su cabeza en una de ellas. El moreno se sorprendió mucho al ver su cuello cortado, sin rastros de sangre.
—Oye, oye tranquilo —dijo Zeth volviendo a poner su cabeza en su lugar—. Es solo una broma ¿No las conoces?
—¿Quién eres tú? —Alonso transformó sus manos en garras listo para atacar—. ¿Dónde está Nicole?
—Ella... Con los otros... —Mike se asomó por la puerta de la habitación, en su temblorosa mano tenía una espada..
—Entonces hay más con ustedes —Alonso se lanzó contra Zeth. El no-muerto esquivó la embestida rodando por el suelo.
—Espera, esta con otros niños —dijo poniéndose de pie—. Estamos en un hospital, nosotros te ayudamos a ti y a Nicole. Mike, suelta eso y ve por la niña.
Mike hizo lo que Zeth le pidió enseguida. Alonso relajó su cuerpo unos segundos después al ver que Zeth no hacía nada. Mike volvió en un minuto, cargaba a la pequeña entre sus brazos, estaba agitado y con el cabello lleno de estática.
—Alonso —Nicole corrió hasta el moreno y lo abrazó. Lloró un poco mientras se aferraba a la cintura de Alonso.
—Gracias a la Luna —Alonso respondió al abrazo de la pequeña. No se imaginaba que hubiera hecho si algo le pasaba a ella también—. ¿Cómo estas, Nicole? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?
—No —La pequeña negó con la cabeza mientras se apartaba. Bajó la mirada un momento y se agarró el pecho—. pero siento algo aquí —señaló su corazón—. Está vacío. Y a veces lloro mucho... Extraño a mis papás.
—Nicole, yo... —Alonso se entristeció tanto al ver las lágrimas de Nicole que no pudo evitar agachar la cabeza de vergüenza. Sentía como la culpa lo carcomía—. Lo sé... Perdón.
—Ya no quiero volver a casa. Tengo miedo —dijo la pequeña enjugándose las lágrimas.
—No volveremos, Nicole. No pronto por lo menos.
—Al fin despertaste —Alonso reconoció la voz de Marey. Levantó la cabeza y asegurándose que tratara de ella, también estaba Santiago, junto a otra chica.
—Alonso —Le dijo la chica con una voz dulce, esa misma que le habló en el bosque antes de caer inconsciente—. Así te llamas ¿cierto? —El moreno asintió con la cabeza. Nicole miró a Andrea con intriga, no había tenido la oportunidad de conocerla antes—. ¿Tú eres Nicole? Mucho gusto en conocerlos, mi nombre es Andrea.
—Mucho gusto —Nicole se lanzó hacia adelante, extendiendo su mano.
—Es muy tierna, ¿Podemos conservarla? —preguntó Zeth, se acercó a Nicole y le acarició el cabello. Una chispa salió de ella a la mano de Zeth, dejándole el brazo completamente inútil—. ¿Qué diablos? ¿Qué le pasa a mi mano? —Zeth la agitó por todos lados, incapaz de moverla a voluntad.
—Muchas gracias por ayudarnos —respondió Alonso—. No sé qué hubiéramos hecho sin su ayuda.
—Si tienes que agradecerle a alguien es a Marey y Santiago, ellos me convencieron de volver.
—Supongo que estamos a mano —dijo Marey encogiéndose de hombros—. Tú nos ayudaste en el bosque a pesar de los regaños.
—¿Qué fue lo que paso? —preguntó Santiago—. ¿Por qué te hicieron todo eso?
—Lo que pasa... —Alonso volteó a ver a Nicole. Era su culpa que ella estuviera en esas condiciones—. Alguien asesinó a los padres de Nicole y me inculparon. Tuvimos que escapar, pero nos comenzaron a cazar con flechas de plata.
Editado: 23.05.2022