Agencia de Seguridad Civil: Los Reclutados

Epílogo: Esfuerzo

Despertó cansada, con un dolor de cuerpo terrible, pensaba que tal vez se engriparía. Quiso levantarse de su cómoda cama, pero no pudo. Estaba esposada al barandal de ambos brazos. Se asustó un poco y comenzó a agitarse entre las sábanas. Entonces un par de manos la tocaron haciendo que se calmara. La recostaron en la cama con delicadeza y pasaron a sus manos para quitarle las esposas. Marey la miró, se sentía culpable de que tuviera que usar un vendaje en su cabeza.

—¿Descansaste? —Le preguntó Andrea con su dulce voz que todo lo calmaba—. ¿Cómo te sientes? —Marey la observó. Andrea se volvió una persona importante para ella en tan poco tiempo.

—Lo siento —respondió Marey apartando la mirada.

—No te preocupes —dijo Andrea con una tierna sonrisa—. Esto no es nada a comparación de cuando me dispararon.

—¿Te han disparado? —preguntó Marey sorprendida.

—Sí, hace muchos años en mis primeras misiones —Andrea se sentó en la camilla, al lado de Marey—, fue un descuido mío, pero al final acabé con ese desgraciado —Andrea se percató de la mirada de asombro de Marey—. No soy una patata en peleas solo por ser humana ¿Sabes?

—Se nota —Marey volteó a ver por la ventana, estaban en un segundo piso, o tal vez más alto— ¿Qué le pasó?

—Santiago y Mike lo trajeron —Andrea abrazó a Marey al ver como su cuerpo volvía a temblar—. Esta bajo nuestra custodia por el momento. Sera encerrado en las instalaciones de la ASC a las que vamos. Se le juzgara por intento de homicidio y tal vez este unos muchos años encerrado donde no puedas verlo.

—Es mi culpa —Marey levantó la mirada, tragándose el nudo de su garganta—. Me odia tanto que no pensó en el daño que podía causar. Alex no es así en verdad, siempre fue un niño cobarde, aún recuerdo como siempre era yo quien lo defendía de los más grandes cuando intentaban hacerle daño, pero ya no lo conozco —Andrea también pensó que esa descripción no encajaba con alguien que hacía volar un avión. Ese chico debió estar muy cegado por el odio para llegar a hacer lo que hizo—. Hay días que pienso que no debería haber nacido... Odio mucho lo que soy, daría lo que fuera por ser diferente y...

—No creo que debas ser diferente —Andrea apretó su abrazo. No le gustaban las palabras de Marey—. Yo creo que eres espectacular, Marey. Que debes de seguir siendo tú.

—¿Una asesina? ¿Un monstruo? —Marey se quitó las lágrimas de los ojos—. No creo que alguien como yo merezca tanto amor, no merezco nada de lo que tengo ahora ¿Sabes? Y no sé cómo hacer para dejar de sentir esto.

—Marey... Tú no eres una asesina... —Andrea no sabía cómo convencerla, era difícil tratar de encontrar las palabras correctas—. Hay errores en esta vida que no se pueden borrar, que dejan cicatrices que nadie más puede ver dentro de ti. Marcadas con toda la crueldad del mundo, pero debemos aprender a seguir adelante. Más aun cuando tenemos una segunda oportunidad para redimir todo el daño que podamos haber hecho. Solo piénsalo, ahora estas mejor que antes. No tienes que vivir entre la basura, podrás aprender a controlar tus habilidades a un cien por ciento y ahora tienes amigos con los cuales puedes crecer.

—Gracias —Solo le quedó decir eso a Marey. No quería seguir dándole vueltas al asunto. Deseaba despejar su cabeza. Agradecía profundamente el interés que Andrea le estaba mostrando y el cariño que le daba. Aunque eso no mejoró del todo su ánimo. Sabía que le iba a costar mucho el pensar de esa manera—. Te prometo que algún día veré las cosas así... Pero por ahora no puedo verme a mi como tú lo haces o verlos a ellos como mis amigos ¿Sabes? Son solo mis compañeros... algún día, Andrea... haré que te sientas orgullosa de ver como hago realidad lo que me acabas de decir.

—Yo estaré a tu lado hasta que ese día llegue, apoyándote y consolándote en tu camino. Quiero que seas feliz —Marey se recostó en el hombro de Andrea, sintiendo como su cuerpo se relajaba— ¿Te parece bien si nos vamos?

—Por favor, estoy empezando a creer que los hospitales son muy feos.

Al medio día dejaron salir a Marey del hospital. Sus heridas sanarían solas con el tiempo, alguna costilla rota, y muchos moretones en el cuerpo y cara. Andrea le contó que llevaba ya un par de días en el hospital antes de despertar, lo cual sorprendió mucho a Marey. Se vistió con unas prendas nuevas que Andrea le había conseguido. Una chaqueta y falda negra junto a una blusa blanca y unos zapatos. Se miró al espejo, la falda le incomodaba mucho. Tenía años que no usaba algo tan femenino.

Al salir del hospital Marey se encontró con sus compañeros. Estaban todos alrededor de una mesa, platicando y bromeando, sacándose entre ellos muchas risas. Los envidiaba. «¿Cómo podían estar tan relajados?» La mayor parte del tiempo platicaban sobre cosas absurdas, en especial Kevin que siempre terminaba con una broma. De vez en cuando era Zeth que hacia un chiste malo.

—Es en serio —decía Santiago—. Me acuerdo de que estaba tratando de sacarle el anzuelo al pez y terminé sin ver por más de un mes, desde entonces no como pescado —Todos se rieron, incluso el tímido Gustavo soltó algunas carcajadas discretas.

—Es que ¿A quién se le ocurre robarse un pez de una caña? —gritó Kevin.

—Tienes que admitir que el dejar una caña a la orilla del rio con un pez en ella es como decirle a un diabético «Mira te compre un pastel».

—¡Chicos! —gritó Andrea interrumpiendo su conversación—. Es hora de irnos.



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En el texto hay: accion, aventura, poderes

Editado: 23.05.2022

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