Agencia de Seguridad Civil: Unidos

Prólogo: Equipos

ASC

Los agentes de la ASC avanzaron a la base enemiga. El intercambio de balas le había costado la vida a una docena de personas hasta ese momento, todas bajas de la ASC. Pues sus balas neutralizadoras lo único que lograban hacer era dejar a sus enemigos fuera de combate. Y, tras largas horas de lucha, una que no parecía tener fin, en contra de un grupo de narcotraficantes que invadieron un poblado al sur del país, comenzaron a sentir el cansancio.

Meegwun fue el encargado de dirigir el asalto para liberar al pueblo y a las personas que ahí vivían. Y si todos estaban cansados, él lo estaba aún más, pues no tuvo tiempo de tomar ni un baño cuando Gabriel le pidió que tomara esa misión. Ahora estaba ahí, a media avenida principal, resguardado detrás de una camioneta blindada mientras cientos de balas pasaban de un lado a otro. Tenía que encontrar la manera de llegar hasta el otro lado y detener a todos sus enemigos.

Vio a un agente correr, tratando de acercarse a la casa del presidente, el refugio de los narcotraficantes; un edificio blanco de tres pisos de alto donde se resguardaban un par de francotiradores, con las habitaciones necesarias al frente y atrás para tener a un hombre listo para disparar, y con el personal necesario para reemplazar a quien quedaran fuera de combate; aquel pobre agente que se acercó queriendo tener mejor posición terminó abatido de un tiro.

Estresado, decidió encender un cigarrillo y respirar un poco para calmarse. Después de todo ese podría ser su ultimo cigarrillo si su plan fallaba. Tomó su arma y la levantó con una sola mano.

—Capitán, Meegwun —Un soldado se acercó evitando ser fusilado—. Necesitamos refuerzos. Se detectaron dos camionetas blindadas rodeando la ciudad, están pensando en encerrarnos.

—Lo siento, no hay refuerzos —respondió Meegwun acabando con las esperanzas de su subordinado—. No tenemos señal en este lugar.

—¿Qué? —respondió el hombre espantado—. Entonces necesitamos un plan.

—¿Plan? —Meegwun exhaló el humo de su cigarrillo tranquilamente—. Sobrevivir es lo único que se me viene a la mente.

—¿Qué? —El agente observó horrorizado a su superior.

—Atención agentes —dijo Meegwun por el intercomunicador—. Demos marcha atrás. Formación tortuga, salgamos de ese maldito lugar.

La formación tortuga consistía en que aquellos que estuvieran cansados para luchar se dedicaran a transportar a los heridos mientras que quienes podían luchar, que a esas alturas no eran muchos, defendían a sus compañeros hasta llegar al vehículo de escape. Meegwun se quedó hasta el último, hasta ver que todos los soldados en pie se marchaban. De los cinco escuadrones de diez personas cada uno tuvo catorce bajas, seis heridos de gravedad, quince heridos que andaban con ayuda y los demás con heridas leves. «¿Gabriel sabía que sus enemigos eran tan numerosos?»

No tuvo tiempo de responder a su pregunta, una explosión lo hizo salir volando a un costado, golpeándose la cabeza con una estructura. Quedó mareado, todo lo que escuchaba era un zumbido, trató de moverse, pero su cuerpo estaba muy débil para responderle. Se obligó a no quedarse dormido, podía ser mortal, pasaron los segundos en los que se agitó para hacerse reaccionar y de pronto, total silencio.

No hubo más disparos, ni siquiera el bullicio de la gente escapando o tratando de alcanzar a los agentes a su cargo. Trató de levantarse, pero no pudo hacerlo, su cuerpo estaba paralizado. Un balde de agua lo hizo regresar a la realidad. Frente a él estaba una mujer, de largo vestido negro de una sola pieza, que cubría su rostro con una máscara que llevaba pintada una mariposa en ella.

—Pero si es un apuesto chico —La escuchó decirle a alguien más.

—Es una amenaza —respondió el hombre. Llegó a pensar que si algún día se presentaba una situación como esa no se sorprendería, pero mentiría mucho si dijera que no lo estaba—. Puede llevárselo, maestra.

—Sera todo un placer.

Sanit se inclinó hacia Meegwun, apartó la máscara de su avejentado rostro y le sonrió causando un escalofrío en toda la columna del maestro.

La ASC estaba por todos lados, tomaron buena fama en el último año. La tercera generación de agentes conformada por Dobles era la más grande hasta la fecha, con diez escuadrones entrenándose para demostrar que no solo eran máquinas de matar. Lo opuesto a los innumerables Dobles que vagaban por el mundo, que día a día se hacían más presentes usando sus habilidades para el robo, secuestro; saliéndose de control en muchas ocasiones sin intención, uniéndose a grupos terroristas los cuales atacaron importantes sedes de los Altos.

El apoyo que brindó la segunda generación fue un alivio para aquellos agentes Dobles que trabajaban sin parar y que le costó la vida algunos, por eso se estaba esperando con ansias la ayuda de esa tercera generación, para que apoyaran a aquellos agentes que más lo necesitaban en los continentes peor parados.

Mientras eso sucedía, cierta agente tomó fama entre las personas después de que un video en internet se hiciera popular por su voz. Solo un par de semanas atrás aceptó ir con sus compañeros a un karaoke después de una misión. Después de un par de tragos se animó a subir al escenario y cantar a todo pulmón «I need a Hero» por pura diversión al recordar una exitosa película animada, sin saber el efecto que tendría. Después de eso cada que circulaba por el centro de la ciudad, veía su rostro en las enormes pantallas comerciales cuando se transmitía lo más viral del momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.