La promoción de la segunda generación de dobles en la ASC llevó a treintaicinco nuevos agentes a brindar su apoyo en todo el mundo. Entre ellos veinte Dobles y quince humanos, la primera generación mixta. Los nuevos escuadrones daban resultados efectivos, que comparados con los de la generación anterior, resultaron en menores incidentes durante enfrentamientos y mayor taza de victorias.
Entre los cinco nuevos grupos hubo uno que sobresalió de entre todos por el espíritu guerrero que demostraron en sus entrenamientos y las primeras misiones. Capaces de enfrentar grandes problemas y proteger a los agentes que los apoyaban. Haciéndose de un gran nombre dentro de la ASC, incluso mayor que sus antecesores.
Su fama les permitió convencer a Andrea y Aya de poder modificar los uniformes de la ASC por algo distinto, inspirados en el más longevo de ellos, Gaspar. Después de escuchar su historia como guardia de Ryanace, secreto que aún se mantenía dentro de las paredes de la ASC, convencieron al hombre de portar con orgullo una nueva armadura. Tras semanas de insistencia, y de asegurarse que Gaspar no tuviera problema lo consiguieron.
Aya les creó armaduras de estilo medieval de color negro. Los recubrimientos eran ligeros y nada estorbosos, las áreas de flexión del cuerpo estaban recubiertas con telas de Kevlar reforzadas, por lo que un disparo no sería suficiente para atravesarlos, pero los dejaría adoloridos un buen rato. Agregaron espadas sin filo a sus trajes, para completar la vestimenta, sin dejar a un lado sus neutralizadoras que tanto servían para los combates armados.
Dentro y fuera de la agencia se les conoció como el escuadrón Medieval. Su especialidad era la captura de las criaturas del bosque, pero se desenvolvían bien en los enfrentamientos armados. Tras medio año de graduarse estaban posicionados en lo más alto de la ASC, por detrás de veteranos como Lucio Delmar, Arlette Ontiveros; de Dobles como Marey, Esteban de Luca y los chicos de Andrea en general.
Aquel marzo del dos mil treinta y nueve fueron asignados a una misión diferente, la primera del mes en la que trabajaba todo el escuadrón junto. Andaban por el bosque tras la alerta de una manada de Nukelavees saliendo del bosque. La aparición de bestias como esos era extremadamente rara, aun mas en manada. Se dividieron en un perímetro lo suficiente grande para retener a los seres del bosque.
Colocaron barreras eléctricas a cada veinte metros de distancia, detrás de los árboles para cerrar el perímetro. Gaspar cargaba en su espalda seis postes más, teniendo el tiempo contado para colocarlos. Volteaba de vez en cuando hacia el bosque, escuchando los escalofriantes gritos de los Nukelavees. Sonaban como lamentos humanos, peticiones de auxilio que costaba trabajo no escuchar, pero resistió.
—¿Ustedes saben lo que es el grito Wilhelm? —Sansón Aikins rompió el silencio.
Sansón se especializó en la rama militar, aunque él no poseía poderes no dudaba en sacrificarse por el bien de los demás. Destacó en sus habilidades de pilotaje, ganándose el derecho de tener un aerodeslizador personal, al cual, en honor de sus compañeros Dobles, le pinto el águila con alas extendidas en un costado.
—¿Quién es ese? —preguntó Gaspar.
El hombre logró adaptarse mejor a la sociedad gracias a todos sus compañeros. Aunque le costaba aun le costaba entender alginas costumbres, los jóvenes a su alrededor siempre lo arrastraban a conocer más del mundo y sus pasatiempos. Solía platicar con Mike, del grupo de Andrea, pues es el que mejor sabia como se sentía en ese aspecto.
Unirse a la ASC fue su mejor decisión. Después de escapar de Ryanace pasó incontables noches de pesadilla recordando su sufrir, pero el cariño y compañerismo de los agentes hicieron que poco a poco dejara de soñar con su pasado. Sin embargo, siempre recordaba las dos razones de su existir, que, aunque no lo acompañaran más, eran su motivación para seguir adelante. Una era su familia, su esposa e hijas, las cuales perdió. Ellas lo impulsaban a buscar un mundo mejor, donde no hubiera más sufrimiento a causa de los servidores de Dunkel y sabía que estando cerca de Alonso y Marla, sus salvadores, algún día conseguirían que eso se acabara.
La segunda razón de seguir viviendo era el recuerdo de la pequeña Nicole. Le inspiró tanto la energía y la seguridad que ella tenía que no se permitiría perder un solo instante para hacer las cosas bien. Recordando y llevando su legado a todos lados.
—No le hagas caso, Gaspar —Susan Orts era la líder del escuadrón. Una joven con un claro espíritu de liderazgo. Experta en el uso de armas de fuego y capaz de disparar mediante su ojo un láser tan potente que atravesaba paredes de metal.
—¿Por qué son así conmigo? —preguntó Sansón decepcionado. Siempre que quería darles un dato culturan era callado.
—Sera porque tus datos son innecesarios —Miguel era el cuarto miembro del escuadrón, el más fuerte de todos.
Era capaz de acumular energía en su cuerpo y liberarla con sus golpes sobre sus enemigos. Procuraba mantenerse al margen de las situaciones, eso lo ayudaba a tomar buenas decisiones cuando Susan se veía acorralada por la presión.
—Pero algunos son interesantes —Mirza Van Lerma se unió a la conversación.
Ella solía estar en el área experimental. No era muy buena guerrera, pero si muy inteligente. No llegaba al nivel de Aya u otros científicos, pero para Gaspar no había nadie que no supiera más que Mirza.