Agencia de Seguridad Civil: Unidos

Capítulo 3: Deseos

Llevaban varias semanas caminando de regreso a ciudad Solé. Se detuvieron a descansar en el último pueblo que encontraron en su camino, de vez en cuando entrenaban lo que el moreno había aprendido en su largo año de entrenamiento. Un largo año que estaba por acabar, pero que se estaba extendiendo más de lo que pensó. «¿Por qué no tomaron un tren, un avión o un aerodeslizador de regreso?» Hubiera hecho caso a sus instintos y no estaría metido en una casa de campaña con un viejo loco en taparrabos.

—Oye, Kevin —Le dijo Melvil volteándose hacia él, las cobijas le cubrían la mitad de su cuerpo—. ¿Qué sientes al regresar con tus amigos?

—¡Libertad! —gritó el otro—. Una bellísima libertad, yo… ya no puedo vivir solo contigo Melvil. Necesito ver a un par de chicas.

—Pensé que las de este pueblo te habían gustado —dijo el anciano algo decepcionado.

—¿Gustarme? —Kevin se escandalizó—. ¿Cómo me van a gustar las chicas que tienen más pelo en pecho que Santiago?

—En mis tiempos las mujeres peludas eran un símbolo de belleza —respondió el otro.

—¡En tus tiempos estaban enfermos! —gritó Kevin desesperado.

—Si que lo estaban —Melvil rio recordando aquellos tiempos de juventud—. Kevin ¿Te sientes listo para lo que se aproxima?

—Claro que sí —El moreno se puso serio, llevó ambos brazos detrás de su cabeza para usarlos de almohada—. Se que ellos llevan siglos preparándose, pero estoy preparado para afrontar todo lo que se venga por delante.

—Me alegra escuchar eso, porque su misión es muy importante.

—Entonces durmamos —Kevin se recostó dándole la espalda a Melvil, pensando en lo cerca que estaba de volver a verlos a todos, se moría de ganas por molestar a Marey o a Mike. Quería impresionar a los chicos con sus nuevas habilidades y, sobre todo, tenía que tomarle su foto a Andrea. De pronto, sintió algo extraño sobre su cabeza, y una respiración pesada en su oído—. ¿Melvil? ¿Qué diablos haces Melvil? ¡NO! ¡Aléjate! ¡Mi oreja no! ¡Suéltala! ¡AH!

—No te muevas, estoy revisando si el oso no te dejo veneno —respondió el anciano.

—¡LOS OSOS NO TIENEN VENENO!

Marla convenció a Lily de acompañarla al centro comercial a realizar sus compras. A ellas se pegaron Esli, Mike y Esteban, aunque no entraron a la tienda departamental donde estaban ellas, rondaban por alguno de los otros tres pisos del centro comercial. La de cabellos ondulados terminaba de medirse una falda que le gustó, mientras Lily se debatía en encontrar ropa de su talla. Problema que siempre tenía al ser alta y más aun teniendo en cuenta que crecía a voluntad.

—¿Y cómo te fue con las terapias? —preguntó al sentirse aburrida. Llevaban ya un par de horas buscando algo que convenciera a Marla—. Supe que ayer tuviste la última, ¿las volviste a dejar?

—Creo que estoy mejor —respondió Marla con un tono molesto—. Preferiría no seguir hablando de eso, estoy bien —La cortina del probador se abrió, Marla salió y modeló la falda a su amiga—. ¿Qué te parece?

—No creo que logres convencer a ningún chico con eso —Le dijo Lily con honestidad—. Ellos buscan algo más… —buscó rápidamente entre las cientos de faldas del local y entonces salió con una falda negra de cuero que Marla estaba segura de que con el más mínimo viento le verían hasta la consciencia—, como esto. ¿Qué te parece? —rio la otra.

—Prefiero no atraer a los chicos —respondió Marla regresando al vestidor.

—¡Oh vamos Marla! —gritó Lily antes de entrar al vestidor con ella—. Si de verdad deseas volver a atrapar a Mike necesitas usar varias armas.

—¿Sabes? Su insistencia hacia Mike está comenzando a ser muy pesada —respondió Marla colocándose su ropa de nuevo—. Ya les dije que ya pasó. Mike me rechazó dos veces y no parece que le interese tener una relación. Además, no estoy tratando de conquistar a nadie ahora.

—¿Pero apoco no deseas a alguien que te abrace y te haga cariños y este contigo en las buenas y las malas? —preguntó la otra abrazándose a sí misma.

—Parece que quien desea eso eres tú —Se burló Marla saliendo del vestidor con vestido en mano listo para pagarlo.

—Tú sabes que no me intereso mucho en eso —dijo la otra—, pero debo de admitir que todos deseamos un poco de amor de vez en cuando.

—Yo por el momento no —dijo Marla saliendo de la tienda.

—¿Y no te interesaría un helado de chocolate?

Para Marla, Lily se convirtió en la mejor amiga que necesitó todo ese tiempo. Desde que llegó a apoyarlos se interesó mucho por ella, más de lo que cualquier otro de sus compañeros hizo. Pasaban gran parte del día juntas, llevándolas a tener una amistad fuerte y de mucha confianza. Compraron el helado de Lily y siguieron caminando. Eran raros los días donde podían pasar un buen tiempo sin atender las necesidades de la ASC y lo disfrutaban al máximo.

—Solía caminar por estos lugares cuando era niña ¿sabes? —dijo Lily de la nada, Marla le prestó atención sin dejar de comer su helado—. Mis padres me traían de vez en cuando, a pasear más que nada, no teníamos dinero —rio Lily observando su helado—. A veces los extraño mucho, me gustaría poder visitarlos más seguido.

—Los estas apoyando ¿verdad? —preguntó Marla al recordar algo de lo mucho que habían platicado en su último año juntas.




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