Antes siquiera de pensar en entrar a la mansión Alonso tenía algo muy importante que hacer. Mike lo acompañó con un ramo de Flores del Cielo. No olvidaba su dulce aroma ni su delicado rose. Nunca dejó de ir a ese lugar y llevarle sus flores a Nicole, ella fue quien lo impulsó en los momentos que quiso rendirse de los arduos entrenamientos y las peligrosas misiones. Entraron al mausoleo en silencio, la plataforma los llevó hasta el piso donde se encontraba su sepultura.
Alonso se arrodilló frente a su placa, recordando quien fue la mejor agente de la historia en la ASC. Sonrió al imaginársela de nuevo en su vestido blanco jugando sin parar, corriendo de un lado al otro y solo detenerse para comer o pedirle que jugaran, lamentaba mucho no haber tenido tiempo para estar con ella, pero juraba que jugaría con ella cuando la Luna los uniera.
—Ten, pónselas tu —Mike le extendió el ramo de flores.
—Gracias, Mike —El moreno las colocó dentro de un firme florero—. Creo que nunca pude disculparme contigo, Mike.
—¿Disculparte por qué? —Mike no lo entendía. «¿Qué hizo Alonso?» Apenas llevaban unas horas de haberse encontrado.
—Por lo que pasó en la prisión —Alonso agachó la cabeza—. Yo… si estaba enojado aquel día, de hecho, estuve mucho tiempo enojado, desde que Nicole murió.
—No tienes que disculparte, fui yo el que lo provocó —Mike también estaba apenado por su actuar de aquel día, fue un idiota, como Kevin solía recalcarle. Debió hacer caso desde un inicio a Alonso—. Creo que no entendía lo verdaderamente valioso que fue el sacrificio de Nicole, y lo mucho que significó para ti, pero te prometo que ahora haré lo imposible por defender ese regalo… por mí, por ella y por ti.
—Yo sé que lo harás —Alonso dio un último vistazo al jarrón—. Ella también lo sabe, y yo los cuidaré a todos ustedes. No dejaré que les pase nada de lo cual nos arrepintamos.
Salieron del mausoleo y los demás ya los estaban esperando para volver a la mansión. Zeth discutía con Judge sobre que parte del cuerpo era mejor desmembrar primero. Cerca de ellos Esli hablaba con una ruborizada Lily mientras Marla trataba de que Esteban no se durmiera de pie, y Marey le informaba a Santiago todo lo que había pasado en su telenovela hasta ese día, causando estragos en la mente del regordete muchacho.
Los pasos desesperados de Tocino se escucharon en toda la mansión. El cerdito llegó a oler a Santiago desde antes de que entrara a la agencia. Viajó desesperado de la habitación de Santiago a la entrada, chocando con todo lo que tenía por delante sin importar romper algunos jarrones de flores. El animal bajó las escaleras desesperado y justo cuando él entró por la puerta se le lanzó a los brazos.
Santiago cayó de espaldas al piso mientas Tocino saltaba de alegría sobre él y restregaba su trompa buscando comida. Santi no pudo emocionarse más al ver a su querida mascota, lo tomó entre brazos y lo estrujó con mucho cariño. Todos miraron la escena con ternura, todos menos aquel que podía entender los chillidos de Tocino.
—«Al fin has vuelto, esclavo fiel» —gritaba el cerdito—. «Estos humanos idiotas solo me alimentan con sobras ¡Quiero carne! ¡Carne! Y después de que me alimentes, dominaremos el mundo».
—Me alegra tanto verte, Tocinito —Santiago frotó su nariz con la de tocino mientras lo abrazaba—. Debiste de extrañarme mucho.
—«¿Extrañarte? ¡Jamás!» —habló Tocino entre risas maléficas—. «¡Te necesitaba esclavo mío!»
—Me alegra ver que hay quienes no cambian —respondió Alonso pasando al lado de Santiago y Tocino.
—Vaya, este lugar sigue igual —dijo Kevin observando a su alrededor, se giró hacia un lado viendo los cuadros de Marey—. Siguen estando chuecos.
—¡Kevin! —Marey corrió hasta donde él y observó detenidamente—. No puede ser, use un nivel para asegurarme de que estuvieran derechos, pero ¿Y si realmente lo que está mal es la pared y por eso están chuecos? Tengo que medirla.
—Están bien Marey —Le dijo Alonso tomándola por los hombros y apartándola.
—¿Bien? —Kevin observó a Marey con deseo de molestarla, después de un año sin verla los impulsos se habían vuelto tremendos por verla explotar—. Bien colgados deberían estar.
—Ni lo intentes, Kevin —gritó ella al verlo acercarse a uno de los cuadros—. Si lo haces destruiré tu ordenador donde guardas todas las fotos que has tomado.
—No te atreverías —dijo el otro con los ojos bien abiertos. Atormentado por la idea de perder todo su arduo trabajo, que estaba dispuesto a disfrutar aquella noche.
—Rétame.
—Oye, Marey —habló Santiago desde el otro lado de la habitación—. ¿Estos son de la prisión?
—Si —dijo la chica acercándose a su amigo —Los hice en base a lo que recordaba y lo que los demás me explicaron. También hay unos de misiones que tuvimos.
En las paredes había por lo menos media docena de dibujos que Alonso, Kevin y Santiago no habían visto. Los primeros dos eran una vista al centro de la ciudad, donde estaba el portal por el que los Ludenks entraban a su mundo, en otro se veía la gran torre con el campanario blanco que lamentablemente terminó siendo destruida. Había un dibujo por cada uno de ellos enfrentándose a los guardias y por último uno con Zeth transformado en contra de Bloodmon.