Agencia de venganza

Capítulo 11: El Espejo de Dos Verdades

El mismo torbellino de acusaciones y súplicas de justicia azotó las puertas de Las Erinias y Los Centinelas casi simultáneamente, pero cada pliego de papel, cada testimonio ofrecido, presentaba una realidad tan diametralmente opuesta que parecía surgir de universos paralelos.

En el santuario de líneas puras y luz tenue que era la oficina de Las Erinias, la presencia de Natalia Ríos irradiaba una mezcla de fragilidad contenida y una determinación acerada. Su juventud contrastaba con la seriedad de sus palabras, mientras su voz, aunque firme, temblaba ligeramente al evocar el nombre de su prometido.

—Esteban Moncada… me ha instrumentalizado. Me ha visto como una simple pieza en su ajedrez político —confesó Natalia, sus manos entrelazadas como buscando un ancla en la tormenta emocional que la sacudía.

Según su desgarrador relato, Esteban, un joven político cuyo ascenso meteórico acaparaba titulares y generaba expectativas, había tejido una red de afecto y promesas solo para infiltrarse en círculos de poder inaccesibles de otra manera. Ahora, con su familia habiendo cosechado los beneficios de esas conexiones estratégicas, él buscaba desecharla sin miramientos, urdiendo una campaña de desprestigio sutil pero corrosiva para justificar su abandono.

—Necesito que la verdad salga a la luz. Necesito que el mundo vea la máscara que oculta su verdadera ambición y su crueldad. Necesito justicia —imploró, la urgencia palpable en cada sílaba.

Valeria, cuya mirada analítica parecía capaz de perforar las capas de la fachada social, cerró el expediente con un gesto pensativo. La injusticia, especialmente aquella disfrazada de romance y poder, siempre encendía una chispa de indignación en su interior.

—Si sus palabras son ciertas, si él la manipuló fríamente, lo haremos caer desde la cima de su arrogancia.

Isabela, recostada en su silla de cuero, contempló la fotografía de Esteban Moncada que encabezaba el expediente. Su rostro juvenil y ambicioso no revelaba la oscuridad que Natalia describía.

—Algo en todo esto se siente demasiado… lineal. Demasiado conveniente. ¿Por qué esperar hasta ahora para exponerlo? ¿Qué la impulsa justo en este momento?

Reina, tecleando ágilmente en su estación de trabajo, ya había comenzado a desentrañar la madeja digital de la vida de ambos.

—Sus historias resuenan con una discordancia extraña. Voy a sumergirme más profundo en sus comunicaciones, sus finanzas… algo no termina de encajar en este rompecabezas.

*******

Mientras tanto, en el elegante despacho de Los Centinelas, donde la discreción y la eficiencia eran pilares fundamentales, la atmósfera era de una indignación controlada. Alejandro Moncada, el hermano mayor de Esteban, un hombre de negocios con una reputación intachable, exponía su versión de los hechos con una convicción inquebrantable.

—Natalia nunca amó a mi hermano. Su afecto siempre fue calculado, una herramienta más en su arsenal —afirmó Alejandro, su voz grave y llena de un resentimiento frío—. Solo ha estado esperando el momento oportuno para explotar su posición, para usarlo como un trampolín y luego destruirlo sin piedad.

Adrián escuchó con la atención imperturbable que lo caracterizaba, su rostro impávido como una máscara de piedra. Cada detalle, cada acusación, era absorbido y analizado en silencio.

—¿Qué pruebas concretas respaldan sus afirmaciones? ¿Qué evidencias demuestran esta manipulación que usted describe?

Sebastián, con la meticulosidad de un cirujano, desplegó una serie de documentos financieros sobre la mesa de caoba. Extractos bancarios resaltados, transferencias inusuales, un patrón de acumulación de recursos que no se correspondía con el perfil de Natalia.

—Sus movimientos financieros revelan una estrategia clara. Está transfiriendo fondos, asegurando activos de manera discreta. Si este divorcio se concreta bajo la narrativa de víctima que ella está construyendo, se apropiará de la mitad de la fortuna familiar sin una base legítima.

Diego, con una sonrisa tranquila que denotaba una certeza casi arrogante, asintió lentamente.

—Parece que esta vez la verdad ha llegado a nuestras puertas sin disfraces. Tenemos la perspectiva correcta desde el inicio.

Adrián cerró los informes con un gesto de determinación silenciosa.

—Verificaremos cada detalle, cada transacción, cada comunicación. Si las pruebas confirman que Natalia ha estado urdiendo esta trama de manipulación y engaño, actuaremos con la contundencia necesaria para detenerla antes de que cause un daño irreparable. La verdad, tarde o temprano, siempre encuentra su camino.




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