Sábado, 29 de Agosto del 2032
22:00 horas
Shao
Las estrellas iluminaban el oscuro cielo de una noche gris y calurosa.
Esperaba escondida el porche de mi casa la llegada del novio más increíble que conocía. Acaricie los rizos de mi pelo, comprobé que estuviera el broche blanco en su sitio y seguidamente me lo eché hacia un lado. Alise mi blusa de color negro y me mire los pies, donde unas zapatillas blancas en conjunto de banqueros se veían bastante te bien.
Cuando me dijo que íbamos a dar una vuelta decidí este conjunto por comodidad.
Su coche apareció segundos más tarde y corrí hacia él.
—Hola- le salude.
—Hola- su voz estaba seca.
Después de introducirme en el interior de vehículo, pase por encima del freno de mano y tras apoyarme en este le di un beso esta vez en la mejilla. Normalmente cuando solía hacer eso, el giraba su perfecto rostro y nuestros labios se unían, pero hoy fue la primera vez que no lo hizo.
— ¿Qué pasa?- pregunté nerviosa de pronto.
Él puso el coche en marcha y aceleró con suavidad. Avanzo durante algunos minutos sumergido en el más puro silencio. La radio está apagada, cuando el siempre solía escuchar su emisora favorita.
Me moví incomoda sintiendo de pronto la tensión que había entre nosotros. Y no era una tensión sexual, donde las ganas de besar, tocar y sentir jugaran el papel más importante. Era una absoluta incomodidad producida por su repentino silencio.
—Necesito hablar.- rompió de pronto la atmósfera fría que se había formado.
Recordé entonces esas palabras en cada una de las películas románticas que me gustaba ver, aunque siempre me tocaba verlas sola pues ni mi mejor amiga ni mi novio las podían soportar.
Pero recordé que cada vez que esas palabras eran pronunciadas, algo iba a ir mal.
— ¿Sobre?
—Nosotros.
"Como no"
—No lo entiendo - asegure acomodando e en el asiento y mirando su perfil que se iluminaba con cada farola.
—Quiero terminar con esta relación - dijo seco, con una voz dura y sin sentimientos. Mientras miraba hacia delante donde la carretera dejaba entrever algunas zonas iluminadas por los focos del coche.
—Para el coche. - pedí un poco alterada. De pronto mi cuerpo sintió una oleada de frío y falta de aire. El miedo se instaló casi enseguida en mi interior.
— No creo que..
— ¡Que lo pares!- grite de pronto.
Este estaciono rápidamente a un lado y permaneció quieto, sin quitar la vista de delante.
—Mírame - le pedí tratando de no sonar histérica aunque en mi interior bullía rabia contenidas.
Este no se movió
—No me hagas repetirlo- amenace.
Se giró y pude ver la frialdad en sus ojos.
— ¿Porque?
No respondió
— ¿Hay otra?
—No.
—No me mientas. - soné amenazante.
Yo era una chica simple y normal, a la que le gustaba las cosas claras y sin rodeos, pero sobre todo que odiaba las mentiras.
—Sí, hay otra.
— ¿Quién?- pregunté y supe que no tendía respuesta-tarde o temprano lo sabría, llegue a mi propia conclusión.
—No es lo que parece.
— ¡No, qué va!- levante la voz notablemente molesta.
—No estamos juntos.
—No claro que no. Primero hay que librarse de la novia molesta. - grite casi histérica.
El negó con la cabeza.
— ¿Quién es?- volví a repetir la pregunta.
—Anabel- soltó sin ni tan siquiera mirarme.
Me quede con la boca abierta. Aquella chica rubia, delgada y con más tetas que la ciudad completa era la responsable.
— ¿No debería extrañarme no?- pregunte sin querer en voz alta.
Claro que no debería, la chica popular se lleva a los chicos guapos. Fin de mi triste historia.
—Por favor
—No te atrevas- le amenace mirando hacia la ventanilla del copiloto. No sabía dónde estaba. Todo era muy oscuro. Mire en su dirección de nuevo, este permanecía con la mirada perdida en el horizonte.