Shao
Cuando me dejaron marchar de la enfermería camine despacio aún con mareo en el cuerpo. Llegue calmada a mi cuarto y mire el gran reloj que estaba en una de las paredes del cuarto. Eran las tres en punto y supe que Tiana estaría en el comedor con los demás. Pero no me apetecía comer. Mi cuerpo agotado con los músculos gritaban pidiendo descanso. Esta vez a pesar de lo que creía la enfermera se negó ponerme algún medicamento. Solo me dio dos pastillas que no me hicieron ningún efecto y me puso un poco la mascarilla que contenía oxígeno o algo así. Se centró más en el agente que permanecía tumbado inconsciente a mi lado. Su perfecto rostro de angulares pómulos y carnosos labios estaba sereno. No parecía el mismo intimidante chico, su cabello castaño estaba desordenado y no parece él mismo que horas antes. Lo observe en bobada antes de percatarme que la enfermera me sonreía y me puse colorada. Pero no dijo nada. Siguió con su trabajo como si nada, cosa que agradecí.
Me tumbe despacio en la cama y cerré los ojos. Oí ruido y supuse que Tiana había llegado por lo que seguí durmiendo.
Las cinco de la mañana dieron antes de lo que quería. Mi compañera me despertó haciendo ruido de nuevo y cuando me vestí abrí la puerta para salir sin saber bien a dónde y me encontré con el perfecto rostro del agente Ross. Sonreí sin poder evitarlo y enseguida sentí que me ponía colorada cuando este me devolvió la mirada.
—Ponte la ropa gris- me dijo de manera que parecía una orden pero sin ser como las anteriores veces.
Sorprendida lo observe varios segundos procesando la información y lo entendí.
Feliz cerré la puerta con rapidez de tal forma que dio un portazo fuerte y pegue un salto.
"—Mierda- pensé"
Me di la vuelta de nuevo y abrí la puerta rápidamente
—No es lo que parece- me justifique- se cerró así de fuerte sola. Yo no quería...- este hizo un gesto con la mano dándole poca importancia y esta vez cerré con suavidad y corrí por mi otro traje. Para cuando me estaba cambiando allí mismo salió Tiana del baño y me miro sorprendida.
— ¿Has conseguido el traje gris?- preguntó incrédula.
—Me ha dicho el agente Ross que me lo pusiera.
—He tardado dos semanas en conseguir el traje y tú lo has hecho en menos de cuatro días.
— ¿Tan raro es?- pregunté
—Un poco sí.
Salí corriendo hacia la puerta como una niña pequeña. Sonriente. Abrí la puerta y el seguía allí. Sus ojos se abrieron un poco más cuando miro mi figura con aquel traje, que al contrario que el blanco, era más ajustado y me sentí incomoda. Pero entonces carraspeo y se dio la vuelta empezando a caminar y lo seguí.
Esta vez me llevo de nuevo a un sitio diferente.
Me encontré ante otra cúpula pero esta vez más pequeña llena de extraños colores en su pared interna. Azules claros y oscuros formaba estabas figuras. Mi mirada se posó entonces en algo que parecía un circuito militar, lleno de diferentes elementos de escala, barro y otras cosas que no sabía ni cómo se llamaban. No fue necesario que me dijera lo que debía hacer, lo entendí a la primera. Después de estirar un poco bajo la atenta mirada del agente que de pronto me incomodaba le hice una señal con el pulgar para que viera estaba lista. Este de nuevo pulso el botón de su reloj y se cruzó las manos en el pecho. Corrí hacia el primer obstáculo que constaba de un puente hecho con un también fino que supuse que debía cruzar sin caerme en el barro. Seguidamente unas ruedas colocadas a la par por las que salte metiendo las piernas en sus huecos. Llegue a una cuerda que colgaba y mire en el borde donde había más barro. Me sujete con fuerza e intente darme un empujón para pasar al extremo siguiente. Lo que en mi cabeza parecía fácil resultó ser más duro en la realidad. El empuje no fue suficiente y lo único que conseguí fue quedarme en medió colgada de la cuerda.
Bajo ninguna razón pensaba mojarme. El barro me daba asco y no quería estar chorreando después. Me quedé allí colgando como saco sintiendo mi piel arder bajo el roce de la cuerda
—Déjate caer- le oí y mire hacia el lado de la que provenía la voz.
Negué con la cabeza demasiado rápido. Parecía una niña enfadada la que a punto le iba a dar una rabieta.
—Pude comprobar que no te dan miedo las alturas. Suelte. - hablo nuevo y volví a negar.
A la visa de que no pensaba aceptar sus órdenes este se descolgó por la otra cuerda que había allí, pasó a mi lado con rapidez y cuando intente mirar hacia atrás donde se debía de encontrar me invistió con fuerza haciendo que me moviera. Pero en vez de llevarme al extremo opuesto volví al inicio.
Salte y caí de cosillas, seguidamente me levante y le fulmine con la mirada. Este parecía divertido
—Otra vez - ordenó.
Suspiré rendida y tras frotarme las manos contra la tela de mis pantalones volví a agarrar la cuerda. Intente coger el impulso tal Yemen lance con el fin de tener la suerte y cruzar pero el destino o la gravedad parecían reírse de mí. De nuevo me encontré en la misma situación, colgando en el punto medio exactamente.
El Agente Ross empezó a reírse dando un giro a si mismo.
—Venga suéltate.
Negué con la cabeza de nuevo.
—Creo que debes comer más. No tienes fuerza suficiente para empujarte.
Volvió a hacer lo mismo y me dejo de nuevo en el lado inicial.