La humanidad desato un conflicto que casi destruye a la tierra misma, la tercera guerra provocada por el hombre, afortunadamente fue detenida antes que el conflicto pasara a mayores, quienes detuvieron la guerra fue una organización que se dedicaba a evitar pequeños conflictos; dicha organización poco a poco fue creciendo y adquiriendo poder, financiada por la nación que se apodero del mundo conocida como Capitol. Se dio a conocer como Organización de Equilibrio Mundial—OEM en sus siglas—.
Su objetivo, asesinar a los líderes de revoluciones que causan la guerra en contra de la nación Capitol. Los agentes son enseñados con el arte marcial antiguo sumado con la tecnología actual. Pero, existe un poder especial que se les brindo a un grupo de personas llamado Hari, habilidad que potencia al cuerpo para ser capaces de romper leyes de la física, cuya única característica reconocible físicamente se da en los ojos del portador al tomar un tono celeste. La organización bajo el mando de la nación, se dedica a proteger. Aun así, varios distritos mantienen una posición neutral, estas áreas son conocidas como Los Tres Dragones, quienes se oponen al gobierno de Capitol y no aceptan la protección de la OEM, y un distrito más, es conocido como la isla Kinshi, un lugar desterrado al que nadie se atreve a poner pie en ella. Aunque la nación es consciente de que algo oculta dicha isla.
***
Desde las alturas una aeronave había caído y sus tripulantes, todos habían desaparecido. Pero, un muchacho atrapado por la marea, fue arrastrado hasta una costa, estaba inconsciente cuando fue rescatado por los habitantes del lugar.
–Me explicas ¿Qué estamos haciendo Kalia?
–Vamos es un sobreviviente del incidente Tami, se ve que necesita ayuda –respondió arrastrando el cuerpo del joven
–Si tu madre se entera, nos va a castigar –advirtió Tami.
–Pues no tiene que enterarse.
Resignada Tami la ayudo, ambas lo cargaron hasta el centro de la isla.
Avanzaban hasta un panteón tratando de no ser vistas, pero un guardia que merodeaba por el lugar se percató de la presencia de los jóvenes.
–Oigan ¿Qué hacen chicas? –preguntó desde la espalda con tono serio.
–Es... estamos, pues veras...... Nosotras –decía atropelladamente Kalia a causa de sus nervios traicioneros.
– ¿Eso, no es? –Habló un poco asustada– ¿Es... es un hombre? Kalia, no debes estar cerca de ellos, son peligrosos.
–Pero Ari ¡Está herido! –respondió acercándose al chico.
– ¡¿Qué diría tu madre?!
Para sorpresa de las presentes, la persona mencionada se encontraba a unos pasos atrás, observándolas en silencio. Después de un largo silencio habló.
– ¿Kalia escapaste de nuevo, y traes a un hombre a la isla?
–Mamá –contestó en automático asustada–, el hombre sobrevivió al accidente que divise y quería ayudarlo.
–Lleven al hombre a la celda, no quiero que lastime a nadie –ordenó acercándose a su hija molesta–. Lo curaremos, pero si quiere lastimar a alguien te castigare.
–Entendido, madre.
Como se ordenó, el chico fue llevado a las celdas, donde le dieron a la atención necesaria a sus heridas. Esa noche, Kalia se quedó a vigilar su recuperación, pese a que su madre se preocupaba de que este fuera malvado.
Mientras el muchacho yacía inconsciente, Kalia aprovechó la oportunidad para revisar los objetos que portaba entre su vestimenta. Un celular apagado, un identificados con el nombre de Scott Drake grabado en él—probablemente el nombre del joven— y por último, un arma oculta en su chaleco.
Guiada por su curiosidad, tomó el arma para observarlo con más detenimiento, ocasionando que el arma disparara una bengala, la cual salió por la ventana. Asustada corrió a esconderse, mientras que la bengala termino por entrar en la sala de reuniones de su madre.
– ¿Qué es eso? –cuestionó Ari.
–Presiento que este es un ataque, majestad –comentó la capitana.
–Esa cosa está quemando la mesa de reuniones ¿Y de dónde salió? –Preguntó la reina la Reina—y madre de Kalia—.
–Tal parece que dejó un rastro de humo –mencionó Ari señalando el rastro.
La capitana se acercó a mirar por la ventana la continuación del humo.
–Me parece que viene de la celda del prisionero.
–El hombre nos ataca –dijo molesta–. Vayan a aniquilarlo –ordenó.
Ari y la capitana salieron a toda prisa rumbo a la prisión, seguidas de la reina, quien avanzaba con pasos más lentos.
Kalia sabiendo que posiblemente alguien vendría pronto a causa de su tontera, escondió el arma en el primer lugar que vio.
– ¿Kalia sigues aquí? –Preguntó al verla– Recuerda que tu madre te dijo que no estés cerca de él –aseveró Ari.
–No pasa nada, descuida.
–Necesito saber de dónde a salió esa cosa –habló la capitana.