Agobio

1

Eran las doce de la noche en punto, Sara tubo que despedirse de sus amigas medio borrachas, la fiesta aunque estaba en pleno apogeo ya había dejado de divertirla desde hacía rato, Sara camino en solitario hacia la calle, una brisa fría la detuvo a media cuadra, parecía que las nubes traía una tormenta entre ellas, después de echar un corto vistazo. Mascullo un par de maldiciones antes de seguir caminando, ahora se replanteaba volver a la fiesta, pero si se mojaba no lo haría, ni de coña, que sus amigos la vieran así era terrible y vergonzoso.

La lluvia comenzó a caer encima de ella con goteras pequeñas pero heladas, Sara empezó a caminar más rápido, hoy se había preparado el cabello para una fiesta y no quería que su melena color castaño se arruinara. Rápidamente trato de colocarse a las sombras de un umbral, pero era tan escaso que su cuerpo quedaba al descubierto, a la lejanía una casa de color blanco, dejaba una reja abierta en donde podía escampar mientras la tormenta se hacía un poco más tenue, decidió avanzar antes de que se empapara con el agua helada.

Camino con largas zancadas a la reja de la casa que se encontraba entre abierta, Sara comparo la casa con el resto de las viviendas del urbanismo, esta era un poco más oscura y guardaba aires siniestros, ahora que miraba mejor las paredes estaban descuidadas y varios vidrios de las ventanas estaban descolocados, sin embargo, tenía que meterse de inmediato antes de que la tormenta la embargara, miro al cielo, y un estruendoso trueno la hizo sacar un grito pavoroso. No tenía más opción era envalentonarse  o empaparse, y su atuendos estaban perfectos como para ser arruinados por una tormenta.

¿Qué era lo peor que podía pasar?

Ahora que observaba bien la casa, tenía un aspecto macabro, donde los sonidos más extraños se escuchaban a pesar de estar afuera, sin embargo no sintió miedo aunque trago saliva, llegando al corredor de la casa contemplo la lluvia que se había instalado en el cielo, las goteras se hacían más fuertes y caían con parsimonia. Maldijo internamente mientras esperaba que la lluvia cesara. Pero lo que no sabía era que aquella lluvia duraría más de lo esperado.

Sara miro con cuidado la casa, era semejante a las que habían por el vecindario, por su parte decidió sentarse en una silla que parecía estar oxidada, y rezaba al cielo para que no lo estuviera y manchar su pantalón vaquero de color blanco, que tanto trabajo le había costado conseguirlo. Cuando se sentó escucho un extraño ruido venir desde adentro, ella trago saliva y cerró los ojos repitiéndose en la cabeza un mantra <<No fue nada, No fue nada, Solo es tu imaginación>>  examino la puerta de la casa, era blanca y de madera que parecía ser roble, todo estaba normal.

Inmediatamente busco su celular para salir de aquella casa, no quería pasar ni un segundo más metida allí, escuchando tantas cosas, aunque no estaba aterrada sí que parecía estar un poco asustada, más por lo que pudiera pasar de allí para adelante. Mientras escribía a su amigo Luis para pedirle ayuda escucho como algo caía dentro de la casa, ahora era algo más pesado, como un jarrón. El corazón empezó a martillar en su pecho, Sara trato de ignorar los sonidos más que evidentes, y centro su visión a la lluvia. Fuerte, salvaje y fría.

Cuando menos se lo esperaba una de las paredes empezó a emitir un sonido parecido al aruño de un gato. Las posibles garras que estaban dentro de la casa empezaron a acercarse a ella por la derecha, aunque no podía ver nada empezó a asustarse con rapidez, parecía que las garras se iban acercando mucho más con ese sonido espantoso, en su trayectoria paso por entre la ventana y la cosa en cuestión araño los cristales haciendo un chirrido espantoso, Sara se levantó del asiento en pánico.

Sara dio dos pasos hacia atrás sin percatarse de un leve bache en la trayectoria que sobre salía de entre la demás madera de pino, enseguida cayó al suelo desparramada y proporcionándose un tremendo golpe,  al igual que la lluvia la hizo gritar descontroladamente. Mientras ponía sus brazos delante de su cara para no recibir daño alguno. De repente la puerta que antes estaba cerrada se abrió de un azote con el viento, Sara sentía como su corazón se iba acelerando con cada segundo, haciendo un sonido similar a un tambor.

Arrastrándose hacia atrás entro a la casa, escapando de aquellos ruidos, adentro la oscuridad segaba su visión, se levantó rápidamente del suelo, pero empezó a sentirse insegura, como un rayo busco su celular, trato de llamar a Luis pero enseguida la puerta se cerró de otro azote del susto ella soltó el teléfono al suelo, maldijo un par de veces y luego trato de recogerlo, cuando se reclino sintió como por detrás algo se movía alrededor de ella.

Inmediatamente se puso de nuevo de pie cogiendo el móvil, e ilumino con la linterna  a las paredes, los cuadros que había eran de un estilo señorial, y había varios hombres con barbas desarrolladas pintados en ella, Sara siguió avanzando a pesar de tener el corazón desbocado un puro pánico. Cuando apunto hacia la otra pared con su móvil, atrás de ella se escuchó un ruido potente, se giró de talones con rapidez y apunto nuevamente al lugar en donde se encontraba el cuadro, pero este ya no estaba, Sara empezó a caminar hacia atrás con pasos pequeñitos.

Apunto a la pared de la derecha, allí un cuadro de una chica muy blanca y pálida aparecía, ella estaba con un vestido de color blanco y reposaba encima de una roca, el rostro de la chica era perfecto y cincelado, sus gestos muy delicados y los brazos finitos. Daban la sensación de que eran muy delicados también.

Sara se acercó un poco, hasta que la imagen del cuadro empezó a cobrar vida, sus extremidades iban dejando el cuadro para irse convirtiendo en una persona, Sara se le trabo la lengua y se quedó sin habla creando un nudo en su garganta. Ella retrocedió, mientras la chica avanzaba hacia Sara, sus manos empezaban a temblarle y casi no podía sostener el teléfono en sus manos, el espectro parecía que estaba intentando de decir algo, pero su voz no resonaba entre las paredes,  Sara camino hacia atrás hasta tropezar con el mueble y caer encima de él.  Ella grito descontrolada mientras la pintura seguía cobrando vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.