Agridulce

“Agarrados de las manos”

Ella aun sostiene de mi mano, a pesar de todo lo sigue haciendo.

Esa mirada fija en mí sin pestañar, me hace recordar la primera vez que nos conocimos, cuando sus ojos brillaron en mi alma, y esa luz me enseñó a amar. Me enseñaste a conocer otro cielo, más azul y más inmenso, donde todas las estrellas se apagan para que seas tú la que ilumines el desierto, ahí el calor de nuestros cuerpos se burlaron de muchos inviernos, florecieron las hortensias, se secaron las hojas de los árboles, se vistió de blanco todo el valle, y cuando retoñaron los collados tú seguías agarrando de mi mano. Así fue nuestra historia de amor, la aventura más apasionante que pude tener, el reto más satisfactorio de mi vida.

Pero si algo he aprendido en el transcurso de los años, es que todo tiene sus riesgos, y así también en el amor. Por qué no me soltaste cuando pudiste, por qué te aferraste a mí y a mis raíces, yo que he pisado las piedras más grandes de mi ego y he visto el verdadero arte, sin embargo nunca se podrá comparar con el cielo que creaste para mí, he visto de cerca los dos horizontes y el tuyo es el que más anhelo. Pero el amor nos engañó, nos hizo creer que juntos éramos invencibles, que el mar era la unión de un hombre y una mujer, pero las olas siempre vuelven y nosotros no lo haremos, porque decidimos tocar el cielo agarrados de las manos, y la tierra se mostró celosa ante el hecho, nos hizo daño cuando siempre le confiamos nuestro amor.

Era la promesa de dos personas enamoradas y tú asesina no lo comprendiste, prometimos llegar juntos hasta sobrepasarlo, juramos lograrlo agarrados de las manos. Aquella vez que me lo dijiste también me veías como lo haces ahora, aquella vez también me agarraste de la mano, pero ahora el frio no es tan familiar, después de todo el invierno se mofa de nosotros, el amor se apaga, la tierra nos niega las hortensias, los collados nunca más retoñarán, hoy el valle se viste de blanco, pero como vino desperdiciado manchamos su pudor.

Ya no veo el mar azul, ya no veo las flores de verano, ya no veo estrellas en el cielo, ahora solo veo hielo y a ti a mi lado.

Ella nunca me soltó, ella siempre me agarró de la mano, sé que me vio y sonrió; pero nunca volvió a cerrar sus ojos. Ahora me toca a mí, nunca vi la nieve tan roja, juro que no te soltaré.

“El monte Everest es la montaña más alta del planeta, y aunque es un lugar frio y desolado, también guarda historias de amor”.



#23546 en Otros
#7159 en Relatos cortos

En el texto hay: romance, terror, relatos cortos

Editado: 30.09.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.