Prólogo
El amor, el amor, el amor, de lejos muy bello, de cerca nada más que una trampa.
Ethan lo sabía muy bien. Lo había visto incontables veces; promesas que se desmoronan, personas ingenuas que se aferran a algo tan efímero que al final terminan siendo traicionados.
Su madre solía decirle que el amor era dulce, algo por lo que valía la pena luchar. Pero para él, el amor no era más que una ilusión que arrebataba a las personas su fortaleza, las volvía débiles y vulnerables. Él se había prometido que nunca caería en esa trampa.
Su filosofía no había surgido de la noche a la mañana y tampoco a causa de experiencia propia, había sido por observar cómo todo a su alrededor se venía abajo por culpa del amor.
Ethan nunca se ha preocupado por ese tema, tiene muchas cosas más importantes en las que centrarse que en la palabrita a la que él considera, grita debilidad por cualquier ángulo que se le mire.
Un poco más lejos, en una bella ciudad, Gabriela se ve en el espejo y así mismo ve el desconcierto en sus ojos de lo que le espera en Los ángeles, la única certeza que tenía es que, en la lista de prioridades no está el amor.
De niña, creía en cuentos de hadas y romances perfectos... pero la realidad se interpuso como ceniza en los ojos y lo opacó todo a su paso. Su padre siempre le decía que el amor era muy agrio, algo que no tienes que experimentar para saber que duele.
Vivir bajo esperanzas irreales y promesas inalcanzables la convenció de que el amor era un lujo que ella no podía permitirse. Ella no quería complicarse la vida con algo tan inestable como eso. Un día arriba al otro día abajo, peor que una montaña rusa.
Sin embargo, el destino es caprichoso, tiene maneras curiosas de entrelazar las vidas que temen cruzarse. Y eso es justo lo que hace: ponerlos en el camino del otro.
Gabriela tendrá que enfrentarse a eso que tanto le asusta, eso de lo que siempre ha huido. Si no lo hace, el riesgo de salir lastimada será mucho peor.
Ethan, por su parte, se verá atrapado en una lucha que jamás pensó librar: una batalla entre su razón y su corazón...
UN AMOR NUNCA ES DEMASIADO DULCE
SIEMPRE HABRÁ ALGO AGRIO EN ÉL:
MIEDO, INCERTIDUMBRE Y DESCONFIANZA
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