Agrio y Dulce Amor

Capítulo 19. Una fecha para recordar

Una fecha para recordar

Para él es demasiado ilógico que un ser tan amargo

esté tan atraído por algo tan dulce,

pero… para su asombro no teme empalagarse

Ethan

Arrogué el teléfono encima de la cama y me eché en ella. Apoyé el antebrazo en mi frente por la presión que sentí en la cabeza, como si una banda aún me la apretara. Después de cada crisis de migraña que tenía me pasaba lo mismo.

Vómitos, visión borrosa, mareos, solo algunos de los síntomas que me producían las horribles migrañas. Y justo como ahora me dejaban desorientado y cansado, como si me fisuraran la cabeza y luego ella se reconstruyera de a poco.

Sin embargo, la sensibilidad a la luz de la pantalla del teléfono no me detuvo a ver la notificación del mensaje minutos atrás.

Leonardo: «No te quiero ver aquí en un mes. Si te veo aquí juro que te golpearé. ¡¡¡Deja de ser tan testarudo y deja que esa puta mano sane!!!»

Me resistí a soltar un bufido, era frustrante no poder hacer algo que me distrajera, algo que me ayudara a quitar el maldito estrés.

No podía pelear por la maldita mano y tampoco podía conducir bien… ¡POR LA MALDITA MANO…!

—Lo siento.

Ese susurro no me hizo quitar la mano de mi rostro, ni tampoco abrir los ojos. Lo que me provocó fueron ganas de desaparecer o saltar por el balcón.

—Lo siento por no saber controlar la situación cada vez que pasan estás cosas. —Soltó un leve suspiro. El espacio a mi lado se hundió—. Solo espera un poco más. ¿Sí?

Resoplé sin tener muchas ganas de hablar. Otra vez con eso. ¿Seguir esperando qué? ¿Qué mierda debía seguir esperando? ¿Más golpes? ¿Más humillaciones? ¿Más gritos?

—Volverá —murmuró más para sí misma, como si tratara de convencerse de eso—. Y cuando lo haga pagará por todo lo que nos ha hecho.

—¿De qué carajos estás hablando, mamá? —soné más brusco de lo que pretendí.

—Te lo explicaré luego, cariño.

Suspiré, cansado. Todo dolía.

—Mamá. —Sentí su mano en mi brazo—. No sé a qué te refieres —dije en un bufido, todavía sin poder abrir mis ojos.

—Solo concéntrate en estudiar, Ethan, solo en eso, mi pequeño.

Me tensé en cuanto su mano acarició sutilmente mi cabeza.

—Igual no es como que tenga otra opción.

Se río un poco ante lo que creo que ella tomó como una broma. Suspiré con pesadez ante su leve frote en mi piel.

—Solo espera.

—¿Qué? ¿A qué me mate a golpes? ¿Cuándo me mate empezarás a alzar la voz? —Sobé mis sienes—. Estoy harto, no entiendo por qué no lo dejas de una puta vez.

—Hijo… es que… yo…

—Olvídalo.

Escuché su largo suspiro y empezó a frotar con más fuerza, como si se consolara a ella misma.

—Mamá.

—¿Sí?

No sabía muy bien cómo abordar ese tema, era incómodo.

—Dentro de pocos días cumpliré dieciocho.

—Lo sé, cariño, ¿qué te gustaría de cumplea…?

—Tendré que irme —interrumpí la emoción de su voz.

Se hizo un silencio tan pesado que de no ser porque aún me tocaba, juraría que se había ido.

—¿Qué?

—Papá dijo que…

—No le prestes atención a lo que él dice, ni si quiera lo pienses. Tú vives aquí, esta es tu casa, es tu hogar y nadie te va a sacar de aquí, cariño.

La nostalgia me pinchó el corazón. Agradecí tener los ojos cerrados cuando los sentí humedecer.

—¿Puedes abrir los ojos?

—No —respondí sin intentarlo y cuando lo hice, la repuesta fue automática—: Me duele.

—¿Quieres ibuprofeno?

—Eso no hace una mierda, mamá.

—Al menos deberías tomarlo para tu mano. —Sentí su tacto en el borde de la venda—. Eso fue lo que te recomendaron…

—Ya está pasando —le corte.

—Es él —pronunció de repente.

—¿Qué cosa? ¿De qué hablas?

—Chris… —se cortó así misma en medio de un suspiro—. Él es el que te causa las crisis, ¿no?

No supe que responderle. Ese idiota ya se había ido hace poco más de media hora, claro, después de haberme gritado y reprochado porque simplemente se le daba la gana.

—Ya me han dicho que es el estrés, mamá.

—Ethan, ¿no crees que sería bueno ir a terapia?

—Mamá… —Solté un largo suspiro—. Ya hablamos de esto.

—Ethan, pero…

—No… estoy… enfermo. —Ella guardó silencio. Eso me puso en alerta—. ¿Mamá?

Me incorporé de a poco al mismo tiempo que traté de abrir los ojos. Lo logré luego de varios intentos, aunque aún seguía viendo su imagen distorsionada. No veía sus expresiones, no sabía si estaba preocupada o neutra, no podía verla bien.



#3509 en Novela romántica
#1058 en Chick lit

En el texto hay: amorodio, escolar, juventud y amor

Editado: 14.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.