Agrio y Dulce Amor

Capítulo 22. Los toques del corazón

Los toques del corazón

Él ya era testarudo y por eso le costaba creer

que el dulzor y brillo que guardaban sus ojos

pudiera filtrarse por las grietas de su corazón

Gabriela

Golpeé a mamá en el brazo por su intento en acercarse de nuevo. El estómago me dolía y no podía respirar bien de la risa.

—Quieta, quieta, ¡¡déjame!! —chillé, intentando apartarla.

—Ay, cuantos chicos quisieran estar así.

Su mejilla estaba puesta sobre la cima de mis pechos mientras movía su cabeza de lado a lado. Su abrazo me tenía inmovilizada.

—Mami, cansona, se te van a quemar esos berracos huevos por estarme molestando.

Por fin me liberó y se fue directo al sartén a batir los huevos rancheros. Al fin.

—Ay, no, pobre del que vaya a ser tu novio. Eres muy sensible, no se te puede ni tocar.

Metió su cabeza entre mi cuello como si fuera un perrito, acto que me hizo reír como desquiciada.

—Que no, hombre —protesté con dramatismo.

Muchos podrían ver raro eso, pero siempre jugaba así con ella. Qué puedo decir, mi mamá estaba loca y pues yo la seguía en su locura. Sabía que yo era demasiado cosquillosa, y me molestaba sin parar.

Hizo un puchero como niña pequeña, eso me causó una carcajada.

—¿Mami? —Dudé en decirle, pero su mirada me hizo continuar—. ¿Tú cómo supiste que te gustaba mi papá?

Había pasado una semana desde que Ethan y yo no hablábamos. Y eso había sido muy incómodo para todos porque mientras Kiara y Gael se abrazaban, se daban piquitos o besos que me hacían querer arrancarme los ojos, él y yo nos alejábamos y, por ende, Ethan pasaba los recesos solo, al igual que yo, porque Kiara y Gael estaban juntos y supongo que ninguno de los dos queríamos arruinar eso.

Creí que su presencia no era tan relevante, pero me equivoqué, porque ambas chicas, Sara y Anastasia empezaron a molestarme y ahora a eso se le sumaba Connor y Jake. Me hacían comentarios horribles, me empujaban al pasar por mi lado o incluso escondían mis útiles.

Y ni si quiera me había dado cuenta de que yo, en realidad, desde hace mucho, pasaba los descansos con él en la biblioteca o en las gradas, ni si quiera con Kiara, porque ella se iba a practicar voleibol o se iba con Gael. Supongo que desde esas saliditas los dos empezaron a salir, pero ni Ethan ni yo nos dimos cuenta, estábamos más concentrados en… nosotros.

—Hmmm hija, pues… ¿qué te digo? —Soltó un suspiro—. No sé, es algo que solo sabes cuando lo sientes, pero no es como que lo puedas explicar. —La miré confundida—. Pues es que tu papá era tan odioso. —Una risa de su parte aumentó mi curiosidad—. Nosotros al principio nos caíamos mal, pero ya después empezamos a salir, pero como amigos y entonces ya empezó el gusto.

—¿Y que es «gusto» para ti?

—Hmmm… me ponía nerviosa cada vez que lo veía, me emocionaba, me daba como ansiedad, me dolía el estómago. —Eso me preocupó. Yo sentía lo mismo, pero mil veces peor—. Luego las cosas se fueron dando hasta que empezamos a salir. Tu papá era difícil al principio, pero… estar enamorado es una de las cosas más lindas que hay.

«Wow, alto ahí». Yo no estoy enamorada, simplemente me gus… me atrae, me atrae el idiota ese y ya, ¿verdad?

Yo no puedo estar enamorada, ¡¿verdad que no?! O… ¿sí?

¿Se puede enamorarse en tan poco tiempo? Y… ¿Qué es enamorarse? ¿Cómo sabes cuando estás enamorado?

—¿Por qué preguntas, gorda?

«Oh, no. No estamos preparadas para esa pregunta».

—Nada, nada, solo es curiosidad —respondí dándole un sorbo a la taza.

—Es por Ethan, ¿no?

Escupí mi café cuando se me fue por el mal camino ante la evocación de ese chico. Tosí con fuerza y di golpecitos en mi pecho. Negué con la cabeza como pude, ya que no podía hablar.

La mirada de mi mamá no parecía sorprendida, ni enojada, por el contrario, parecía… ¿Feliz?

—No me digas mentiras. ¿Es por él? ¿Te gusta?

Cuando calmé lo rasposo de mi garganta y las ideas de mi mente negué con la cabeza. Mis ojos se reusaban a mirar los de ella. Confiaba en mi mamá, pero me daba miedo que tal vez ella se le zafara la lengua y mi papá se enterara de esto.

Se volvería loco. Su decir era que no me prohibía nada, pero si lo llegara a hacer no sé de lo que sería capaz.

—Él es muy bonito, se nota que es un buen chico, educad…

—No mami, es grosero, maleducado y es un… estúpido.

Ella lo pensó unos segundos y luego sonrió con cariño acariciando mi cabeza.

—Tu papá también lo era.

—¿En serio? ¿Y cómo te fijaste en él entonces?

—Me fije en cómo trataba a su mamá. —Fruncí mi ceño, confundida—. En eso me fijé cuando a veces le quería arrancar la cabeza a Esteban. Debes fijarte en eso porque el que es buen hijo, es buen padre y buen esposo. Y como puedes ver tu papá es el mejor de todos.



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En el texto hay: amorodio, escolar, juventud y amor

Editado: 14.11.2024

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