Agrio y Dulce Amor

Capítulo 33. Romper la tensión (solo un poquito)

La peor tortura para alguien enamorado es no poder recorrer con sus labios

cada pedazo de piel con el que sueña por las noches

Gabriela

El día iba muy tranquilo comparado con algunos otros, aunque los exámenes me tenían loca del estrés. Por suerte a mi tutor lo tenía disponible cuando quisiera. O al menos mientras Sam esté lejos porque me roba a mi novio sin descaro.

Ethan concentrado en algo que le decía Sam, asintió y me hizo una seña de que lo esperara.

¿De qué podrían estar hablando para verse como dos ladrones cómplices?

Resoplé, impaciente.

A lo lejos divisé dos rubias con los brazos en la cintura. Un poco más atrás vi una cabeza gacha. La cortina de pelo negro le cubría el rostro. Vi a Sara irse con Anastasia, ambas imponentes.

Corrí tan rápido como pude. Tan pronto como llegué a Kiara supe por su aspecto que algo no andaba bien. Todo parecía estar mal.

—¿Estás bien? —La tomé de los hombros—. ¿Kiara? —Se rehusaba a verme—. ¿Kiara? ¿Qué pasó?

Lanzó algo parecido a una risa seca, exigua de gracia. Se alejó de mi con tanta brusquedad que, creo y espero, el rasguño en mi muñeca haya sido sin culpa.

Retrocedí un paso, confundida de lo que hizo. Kiara se había quitado el sostén y lo había tirado entre los arbustos.

—¿Qué haces…?

—Me quito el «relleno», mis pechos «falsos» como los llaman ellas.

Me llevé una mano al corazón, inquieta por la situación.

—¿Qué te dijeron?

—Nada nuevo —Se cruzó de brazos—. Que no soy bonita, que a la primera oportunidad Gael me cambiará por otra… —Su voz se quebró—. Alguien que sea más femenina… alguien que tenga un busto más grande, alguien que sea…

—Kiara —le corté lo más comprensiva que pude—. No creas esas cosas…

—¡¿No son verdad?!

Sus labios temblaron por el llanto.

—No, no lo son. Eres muy hermosa. Y Gael te adora. Él no te lastimaría…

—¡¡¡Deja de decirme estupideces, Gabriela!!! —El grito me heló todo el cuerpo—. ¡No sabes nada! ¡Tú no entiendes por lo que yo paso porque tú vida es perfecta!

Desvié la mirada al pequeño rasguñó que comenzaba a arder.

—Odio que me digan eso —susurré sin aliento.

Quise decirle con mi expresión que lo que estaba haciendo no me gustaba, que me lastimaba, pero ella no se detuvo.

—Tienes un rostro perfecto, un cuerpo perfecto… —Negó con la cabeza—. Mira tus senos, tus piernas…

—¿Pero por qué no entiendes que el tamaño de tus pechos y trasero no define tu valor como persona? Tenerlos grandes o pequeños no te hace ni más ni menos mujer, Kiara.

Rasqué mi ceja, exasperada.

—Solo lo dices porque tú jamás tendrás que preocuparte por eso.

Eso había sonado como un cruel insulto.

—No. —Me acerqué un paso—. Lo digo no por lo que tenga o no, sino por lo que soy. Lo que sí te da valor como persona es el tamaño de tu corazón. Eso es lo que nos hace humanos, Kiara. ¿Por qué no puedes verlo? ¿Por qué le prestas atención a comentarios de personas estúpidas? ¿Por qué?

Las lágrimas pintadas en sus mejillas las borró con la manga de su jersey sin delicadeza.

—¿Alguna vez te han cambiado por alguien? ¿Alguna vez te han dicho que no eres suficiente? ¿Alguna vez te han dicho fea? —Arrugué mi frente enseguida—. ¡No! ¡¿Verdad?!

—Kiara…

Intenté acercarme, pero de un empujón que también espero no haya sido intencional, me obligó a retroceder hasta resbalar del escalón y caer de espaldas en un charco de lodo.

En sus ojos vi arrepentimiento, pero no bastó para hacerla callar.

—¡Eres hermosa! ¡Eres rica! ¡Alguien como tú nunca me entenderá! ¡Guárdate tus estúpidos consejos!

Traté de que mis ojos no se llenarán de agua, pero se me hizo imposible cuando vi su espalda perderse en la esquina. Vi a mi alrededor varios ojos sobre mí, y eso solo aumentó el dolor en el pecho.

—¿Pelea de novias?

La voz de Sara tronó en mis oídos como castañas secas. Sacudí mis manos de agua sucia y me levanté, embarrada en todas partes, hasta mis rulos se ensuciaron.

—¿Qué fue lo que le dijiste?

Tuvo la intención de responderme. Sin embargo, Anastasia se le adelantó.

—Deberías alejarte de Ethan.

Mis cejas se hundieron y apreté las manos para controlar lo que saliera de mi boca.

—¿Qué tiene que ver eso con lo que pregunté?

—Ya sabemos que todo el teatrito de que son novios es mentira —la apoyó Sara. Di un paso atrás cuando adelantó uno, amenazante—. Ya escuchaste, aléjate de Ethan y también de mi novio.

—¿Disculpa?

No despegó sus ojos negros de mí ni un solo segundo.

—Olvídalo. No es tan tonto para estar con alguien como tú. —Me rodeó como un depredador—. No eres tan rica, ni muy bonita. No tienes nada interesante. Lo único atrayente para los chicos es tu cara inocente, pero yo sé que no eres tan mojigata como todos dicen.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.