Agua & Tierra

Cuento Para Dormir

En un lugar muy lejano una diosa de la tierra llamada Avani, se encontraba vagando por su gran bosque, con su bello vestido de un color verde hermosísimo, que combinaba con todo a su alrededor.

Sus pensamientos eran un desastre, no encontraba un lugar que le diera paz, su mente y su cuerpo buscaban algo y ella simplemente no sabía el qué exactamente, fue tarde cuando se dió cuenta que había llegado al límite de su mundo y había encontrado el comienzo de otro.

Sus ojos miraron por primera vez el mundo acuático y para su sorpresa un pequeño salpicón hizo que cayeran unas gotas en su bronceada piel. Ella extrañada volvió a su hogar con la sensación de las pequeñas gotas de agua grabadas en su ser y con la primera sensación de aquel mundo totalmente extraño para ella.

En ese momento no presto tanta atención pero con el pasar de los días se arrepentiría de no haberlo hecho. De no haber guardado en su memoria la sensación de ese algo tan nuevo y tan mágico

Un sueño recurrente llegaba siempre a la mente de aquella Diosa, el sueño la atormentaba cada noche y todo el tiempo se preguntaba quién era aquel dios que vivía en ellos, ya que siempre quedaba con ganas de poder ver bien el rostro del mismo. Un Dios que nunca había visto, pero que la hacía pensar en la misma sensación de las gotas del mar sobre su piel, causando mucha curiosidad en ella.

Su deseo creció y creció, pero más que eso unas inmensas ganas de volver a ver o sentir aquél mundo completamente extraño la atacarón con fuerza.

Algo en ella le decía que encontraría a ese Dios y aquel pensamiento le alegraba sus días aburridos. Todo el tiempo se perdia tanto en su mente, que su gran amiga empezaba sospechar de su manera tan extraña de actuar y empezaba a tener mucha más curiosidad al ver a Avani tan sonriente, por lo que decidio preguntarle.

-¿Se podría saber porque has estado tan rara y sonriente estos días? -La preguta le sorprendió tanto a la diosa que su brinco asustó hasta a la misma Lizy.

-He descubierto un nuevo mundo, ¡¡Tan increíble!! -Exclamó emocionada, dando pequeños saltitos y borrando por completo la divertida sonrisa de Lizy.

-¿Que has hecho que? -Su voz se volvió preocupante, y empezó a mirar a los lados comprobando que no se encontraba nadie alrededor de ellas- ¡No puedes acercarte al mundo acuático! hay criaturas que te harán daño y te hechizarán para que caigas en su embrujo.

-No sabes lo que dices -Refutaba la diosa, mientras que no hacía más que negar a lo que decía.

-Claro que lo se, es el único lugar que te puede tener tan hechizada -Habló Lizy alarmada de lo que escuchaba de su amiga.

-Necesito ir, quiero descubrir ese mundo y si no es tan malo como dices -Habló con ilusión Avani y colocó sus manos entrelazadas debajo de su mentón para demostrar su punto.

-No, es peligroso -Lizy no dejaría que eso pase, su amiga no estaba actuando con prudencia y eso le traería muchos problemas.

De pronto llegó el día en que Avani decidió ir y descubrir ese mundo tan mágico que la atraía hacia el, nerviosamente huyendo de la atenta mirada de su preocupada amiga.

Al escaparse, una preocupación cubrió su ser y con duda pensó en si regresar o no. Pero ya las dudas no importaban porque al levantar su mirada, un Hermoso dios se postró ante ella y el azul tan profundo de aquél mar que la cautivo desde un principio.

Quedó hechizada de aquel ser que tenía rostro de humano y una gran aleta en su parte inferior, sus ojos eran de un color celeste que la envolvierón de inmediato.

-Yo te he visto antes -Fue lo primero que se le ocurrió a Avani cuando lo reconoció y al instante se arrepintió de ello, sonrojandose.

-Te recordaría de ser así -Respondió aquel dios, su voz hipnótica y gutural causó un gran revoltijo en el estómago de Avani, quién al momento se puso mucho más nerviosa de lo que ya estaba.

-Te co..conocí en un sueño -La voz de Avani fue susurrante y quebrada de entre sus labios.

El dios al ver a esa hermosa mujer a tan solo unos centímetros, quizo descubrir más de ella y de su mundo, la tierra.

-¿Como te llamas? -Dijo con una voz un poco divertida por el nerviosismo de la mujer y por el extraño comentario que le había hecho.

-Avani, Y ¿tu como te llamas? -Dijo rápidamente ella, sonriendo al pensar que siempre tuvo la razón.

-Dylan -Cuando el dios contesto, sus miradas se encontraron y todo paso en un abrir y cerrar de ojos.

La Diosa se acercó tanto como para tocar la gran barrera que dividía sus mundos y como si se atrajeran cómo un imán, el Dios también lo hizo.

Sus manos se tocaron a través de la barrera y sus corazones empezaron a latir en sincronía. Las manos del dios estaban llenas de escamas y las de la diosa eran tan suaves como lo era la arena.

Ella descubrió que ya lo amaba en sus sueños y él que haría lo que hiciera falta para cuidar de ella toda la vida. Al pasar el tiempo su amor creció, cada vez era mucho más fuerte y la rutina perfecta de ambos era encontrarse en ese barrera uno en cada lado, separados.

Cada noche se contaban sus días en total secreto, ella le mostraba cosas de su mundo y el en agradecimiento lo hacía también. Sus mundos se unían con el pequeño roze de sus manos y en el corazón de cada uno estaba su lazo ya formado de lo que querían, una vida juntos.




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